Estas directrices, de aplicación voluntaria, tienen como objetivo ayudar a los países a lograr que «el comercio internacional de pescado y productos pesqueros no comprometa el desarrollo sostenible de la pesca y la utilización responsable de los recursos acuáticos vivos.»
Las directrices llaman a los gobiernos a tomar una serie de medidas, tales como:
– adoptar medidas de conservación y de gestión para la conservación a largo plazo y el uso sostenible de los recursos acuáticos, como base necesaria para el comercio sostenible de pescado;
– elaborar indicadores para medir la sostenibilidad biológica, económica y social de la pesca;
– establecer sistemas de documentación y certificación pesquera para registrar la trayectoria de los productos pesqueros y del mar, desde su lugar de captura o de producción hasta su destino final;
– dar asistencia financiera y técnica a los países en desarrollo para fortalecer su capacidad en materia de gestión pesquera y prácticas comerciales responsables;
– conducir exámenes periódicos de las leyes y los reglamentos relacionados con el comercio internacional de productos pesqueros para determinar si persisten las razones de su formulación original;
– recopilar y difundir información estadística exacta sobre el comercio pesquero internacional.
El valor de las exportaciones de pescado y productos pesqueros alcanzó en 2007 una cifra sin precedentes, de 92 000 millones de dólares EE.UU., en la cual la proporción de la producción mundial de pescado (145 millones de toneladas) que participa hoy en el comercio internacional representa el 38% del total, o 55 millones de toneladas, según informa un documento presentado en la reunión de la FAO. (Haga clic aquí para obtener más información sobre este documento; información sólo en inglés.)
Esto puede suponer considerables beneficios para los países pobres, sus ingresos netos por la exportación de pescado actualmente rondan los 25 000 millones de dólares EE.UU., lo que se traduce en más empleos, mejores ingresos y más rentas públicas.
Pero el comercio de pescado también plantea algunos riesgos, según indica Grimur Valdimarsson, Director de la División de Productos e Industrias de la Pesca, de la FAO: «El incremento de la demanda de pescado para el mercado internacional a veces puede ejercer demasiada presión en la pesca y conducir a una explotación excesiva y a un uso dispendioso de algunas poblaciones de peces, lo cual agudiza las consecuencias de los regímenes ineficaces de gestión pesquera. Esto, a su vez, puede repercutir en la seguridad alimentaria, en especial donde la alimentación depende mucho de la pesca», señaló.
“Estas directrices, que ofrecen recomendaciones para la aplicación de las disposiciones relacionadas con el comercio formuladas en el Código de la FAO para la pesca responsable, ayudarán a los países a aprovechar al máximo los beneficios del comercio pesquero en materia de reducción de la pobreza, seguridad alimentaria y nutrición, y a reducir al mínimo a la vez los potenciales aspectos negativos», explicó Valdimarsson.
Asistieron a la reunión, celebrada en la Ciudad Libre Hanseática de Bremen, 51 países y la Unión Europea. Participó asimismo otra organización internacional, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y estuvieron presentes nueve organizaciones no gubernamentales. Presidió la reunión Juan Manuel Velasco León, Subdirector General de Comercialización Pesquera de España.
FAO