OCM Azúcar: Organizaciones agrarias se manifiestaron en Bruselas contra la pretensión de la UE

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Organizada por los remolacheros españoles, una manifestación a la que han asistido varios miles de agricultores de España, Italia, Irlanda, Portugal y Finlandia han recorrido las calles de Bruselas para manifestar su oposición al proyecto de Reforma del régimen del azúcar de la UE que en esos mismos momentos era presentado por el Comisario de Agricultura Franz Fischler.

Los cultivadores de remolacha y caña azucareras, consideran, que los principios de solidaridad y preferencia comunitarias contenidos en el Tratado de Roma deben seguir vigentes. Por ello, no pueden ni quieren aceptar una reforma del sector que con claro olvido de dichos principios, lleva al abandono de la producción a numerosos países de la Unión Europea a costa de beneficiar a otros, que aspiran a quedarse con el mercado que abandonen los países de la periferia.
Los países terceros en vías de desarrollo no se verían en nada favorecidos por la nueva situación, ya que en el escenario previsto no les será atractivo exportar a la UE, algo que ya ha sido manifestado a la Comisión por el grupo de Países Menos Avanzados (PMA) que ha solicitado poder beneficiarse de unos precios elevados, a cambio de los cual admitiría contingentes de exportación.
El régimen del azúcar de la Unión Europea tiene su origen y sentido en consideraciones de tipo socioeconómico que radican en la importancia de la remolacha y la industria del azúcar como factor de actividad en el medio rural. De ahí la distribución de cuotas por países y otros mecanismo de la Organización Común de Mercado (OCM), que es una de las pocas que no consume dinero público, ya que no existen actualmente ayudas directas y que la UE recauda de cotizaciones del propio sector hasta el último euro que se consumen en las medidas de mercado.
Carece de sentido por tanto aplicar al azúcar europeo únicamente el criterio de competitividad empresarial que subyace en el documento de la Comisión, ya que si así fuera se debería liberalizar totalmente el sector, y no solamente un poco, de acuerdo con un criterio arbitrario que beneficia selectivamente a una parte del sector. Con este proyecto de reforma, algunos productores e industria europeos estamos preocupados, mientras que otros se están frotando las manos.
Si existe necesidad de hacer una reforma de la OCM porque los condicionantes así lo imponen, en último caso siempre sería posible hacerla en su momento, sin que sea tan precipitada, insolidaria y social y económicamente perversa como es esta propuesta de la Comisión.

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