Si las propuestas que se están negociando actualmente salen adelante, se sacrificarían a los agricultores del mundo entero, particularmente a los pequeños agricultores, en nombre del libre comercio. Y todo ello, a pesar de que está perfectamente claro que lejos de resolver la crisis alimentaria global, o los crecientes problemas ambientales, una mayor liberalización una y otra vez no hace más que exacerbarlos, poniendo en peligro, en el mundo entero, la existencia de las explotaciones familiares gestionadas de manera sostenible y que operan principalmente en sus mercados internos.
En una declaración conjunta, los dirigentes agrícolas de los países desarrollados, emergentes y en vías de desarrollo, entre ellos Suiza, la UE, Japón, Canadá, Sri Lanka y Kenia han dejado claro que los únicos países que se benefician de las propuestas que están negociándose sobre agricultura son unos cuantos grandes exportadores de productos agrícolas, como EE.UU., Brasil y Australia, a expensas de las pequeñas explotaciones, que son la espina dorsal de las comunidades rurales. En su declaración, los agricultores piden a la OMC que se respete el derecho de cada país a producir alimentos para su propia población. También piden que se tengan en consideración las preocupaciones nacionales específicas relativas a la seguridad alimentaria, el medio ambiente, el bienestar de los animales y las zonas rurales.
Todas las organizaciones agrarias firmantes de la declaración están de acuerdo en lo siguiente: no se oponen a un acuerdo; ahora bien, ¡no a cualquier precio! El deber de la OMC es propiciar el desarrollo de la agricultura en todo el mundo y no destruirla en beneficio de unos pocos. Y aún menos, en un período en que la escasez de productos alimenticios no deja de aumentar.
COPA-COCEGA