Representantes de las administraciones central y autonómica, catedráticos en diversas áreas de la protección vegetal, representantes de las organizaciones agrarias y los consumidores, así como directivos de empresas, tanto de productos fitosanitarios como de la industria alimentaria y la gran distribución, han puesto de manifiesto que la protección vegetal de los cultivos está en primer plano de la actualidad ante la fuerte reducción de materias activas que se ha producido en los últimos años (de 917 sustancias disponibles en 1993 se va a pasar a menos de 250 a finales de 2008) y por las últimas propuestas del Parlamento Europeo de modificación del nuevo Reglamento de Comercialización de Productos Fitosanitarios, que podrían reducir hasta en un 85% las ya pocas materias activas que van a quedar al final de 2010.
Según Luis Orodea, Subdirector General de Medios de Producción del MARM, en el año 2014 todos los cultivos europeos deberán regirse bajo el sistema de Gestión Integrada de la Producción y en estos momentos se está en la discusión de las propuestas de modificación del nuevo Reglamento de Comercialización de Productos Fitosanitarios, que sustituirá a la directiva 91/414/CEE y que contempla nuevos criterios para la aprobación de materias activas, basados en la peligrosidad intrínseca de las mismas y no en una avaluación del riesgo derivado de su uso, como se ha hecho hasta ahora. Para la mayoría de expertos que han asistido al Foro Agrario, es necesario que los criterios de aprobación de sustancias activas tengan en cuenta la evaluación del riesgo derivado se su uso, evaluaciones que se basan en criterios científicos y que han probado su seguridad en los últimos años.
Una de las conclusiones del Foro es que los países del Norte de Europa, promotores de las propuestas más radicales en la reducción del uso de productos fitosanitarios, pueden imponer sus tesis, perjudicando a los países del Sur de Europa, que son los que más necesitan y utilizan estos productos por su climatología y por la diversidad y especialización en sus cultivos. Así, según José Luis Alonso, prestigioso investigador del INIA, más de la mitad de los productos fitosanitarios que quedan hoy en día son utilizados en el sur de Europa, pero si hablamos de acaricidas e insecticidas se llega a una cifra cercana al 80% destinada a los cultivos del sur. Precisamente, las propuestas de la Comisión Europea quieren reducir en mayor medida estas dos familias de productos y afectan menos a los fungicidas (los más utilizados en zonas húmedas como el norte de Europa). Para José Luis Alonso, un aspecto positivo del nuevo Reglamento es la propuesta de Evaluación Zonal de los productos fitosanitarios (se crearán tres zonas en Europa) que permitirá agilizar el registro de nuevas materias activas.
Frutas, hortalizas, viña y arroz, cuatro ejemplos significativos
Le segunda parte del Foro Agrario sobre “Presente y futuro de la protección vegetal en España” analizó el efecto de las nuevas normativas y propuestas legislativas sobre cuatro sectores fundamentales para el sector agrario español. Miguel Vela, Coordinador Técnico de Fepex (Federación de Exportadores de Frutas y Hortalizas) resaltó el papel fundamental de este sector en España: con 14.831 millones de euros facturados en 2007, supone el 61% del valor actual de la Producción Final Agraria; representa además el 60% del empleo agrario y nada menos que el 41,5% de las exportaciones españolas de alimentos depende del sector de frutas y hortalizas.
Teniendo en cuenta que cada cultivo hortofrutícola puede ser atacado por 10 patógenos diferentes, es necesario un amplio abanico de productos para manejar correctamente estos cultivos y que no se creen resistencias, que se producirían al usar siempre los mismos productos. Así, según Miguel Vela, el sector contaba con 163 insecticidas en 1993 y ahora no van a quedar más de 50 insecticidas, habiendo sido aprobados solo 12 nuevos insecticidas en los últimos 15 años. Esta situación está produciendo ya dificultades para controlar enfermedades en muchos cultivos: Ceratitis y Carpocapsa en manzano; Psyla en pera, Anarsia y Grafolita en melocotones/nectarinas; Whiteflies en tomates y pimientos; Trips en hortalizas y uvas de mesa; Nemátodos en hortalizas, plátanos, patatas, etc. Para Miguel Vela la situación es crítica y no es viable realizar la producción actual solo con lucha biológica. Es necesario tener suficientes sustancias activas para poder aplicar sistemas de Producción Integrada, que combinan la lucha biológica y la química. Para Fepex, “los productos fitosanitarios son absolutamente fundamentales bajo cualquier sistema de producción y son la base para poder seguir ofreciendo a los consumidores frutas y verduras de calidad, saludables y a buen precio durante todo el año”.
En la misma línea, Manel Simón, director gerente de Catalonia Qualitat, repitió que “los productores de frutas no se pueden creer lo que está ocurriendo, ya que la eliminación de sustancias activas se produce a una mayor velocidad que la incorporación de nuevas. Esto deja sin posibilidad de lucha contra las plagas y, además, crea resistencias dentro de sistemas de Producción Integrada al no haber materias activas diferentes para una misma enfermedad”. Para Manel Simón esto supondrá un aumento de costes para los productores, una marginación de las frutas minoritarias, que desaparecerán al no registrarse productos específicos, y un aumento de las plagas y enfermedades y las consiguientes pérdidas de producción y de posibilidad de poner frutas en el mercado, con un aumento de los precios para los consumidores. También relacionado con el tema, desde Catalonia Qualitat se ha pedido la armonización los LMRs (Límite Máximo de Residuos), que entra en vigor en septiembre de 2008, sea respetada por las grandes cadenas de distribución, que no deben imponer valores inferiores que en ningún caso suponen una mayor seguridad para los consumidores.
A nivel de cultivos extensivos se analizó el ejemplo del arroz, un cereal estratégico a nivel mundial y con una problemática fitosanitaria compleja. Carlos Fernández, de la empresa Hisparroz, afirmó que en el mundo hay 148 millones de hectáreas con una producción que ha crecido en un 44% en los últimos años gracias al control de plagas y enfermedades. Si en los países pobres la clave está en las cantidades producidas, en Europa se desarrollan nuevas variedades de alta calidad, que son las que demanda el mercado. Los principales enemigos del arroz son las malas hierbas, como el Arroz Salvaje, que merma la producción y baja la calidad de la cosecha. Las principales plagas son los Gusanos Rojos, las Rosquillas, Pulgones, Pudenda, etc. En este sector, la lucha química se ha vuelto muy complicada por la desaparición de insecticidas, ya que en herbicidas tienen suficientes productos para las malas hierbas. Para Carlos Fernández, el uso de fitosanitarios también es fundamental para mantener las producciones de arroz y, mirando más lejos, el uso de la biotecnología será fundamental de cara al futuro de este sector estratégico.
El último ejemplo analizado fue el de la viña, que también se verá muy perjudicada, como afirmó Alfonso Lucas Espada, del centro de Sanidad Vegetal de La Alberca (Región de Murcia). En este sector se suma, además, el problema de que las cadenas de distribución están exigiendo límites de residuos muy por debajo de los establecidos por la UE, lo que generan competencia desleal, ya que a cada productor se le exige una cosa diferente según quién le compre y en qué país. Entre las limitaciones oficiales y las no oficiales, los viticultores tendrán que asumir el reto de mejorar su forma de producir y realizar una planificación muy detallada y preventiva de la lucha contra las plagas y enfermedades. A nivel de materias activas, Alfonso Lucas Espadas, mostró un cuadro muy significativo analizando el periodo 1998-2007: es estos años han desaparecido 41 insecticidas y acaricidas para viña y han aparecido 11 nuevos, mientras que en el mismo periodo han desaparecido 20 fungicidas para viña y han aparecido otros 20 (productos destinados más al norte de Europa, al ser más húmedos). Hay que tener en cuenta que si ciertas plagas pueden tener diversas formas de lucha biológica e integrada, las podredumbres y enfermedades que afectan a la viña solo se pueden controlar de forma química. Según este experto, “cultivar viñedo con los productos actualmente disponibles es posible, pero exige un manejo técnico del cultivo que, probablemente, muchos de nuestros viticultores no estén capacitados para hacer. Si se producen más reducciones de sustancias activas para viña, además de resultar más caro producir con las nuevas herramientas, resultará más complejo si no tienes la formación y experiencia necesaria y puede que muchos viticultores abandonen la producción”.
En el debate posterior se sacaron otros ejemplos como el caso del olivar y se defendió de forma clara por parte de los productores que si se prohíben en Europa materias activas para luchar contra plagas y enfermedades de nuestros cultivos, se va a exigir a la Comisión Europea que todas las importaciones de esos mismos cultivos de terceros países (arroz, frutas, hortalizas, vino, etc.) tenga un nivel de residuos (LMRs) cero, ya que si los consumidores europeos no pueden comer los productos cultivados en Europa utilizando fitosanitarios, tampoco puede comer el arroz de Tailandia o los tomates de Marruecos, los vinos chilenos, las hortalizas de Turquía, etc. Los representantes de los consumidores apoyaron esta idea y pidieron más información y el uso de nuevas tecnologías para luchar contra las plagas.
Papel de la industria fitosanitaria y la seguridad alimentaria
La sesión de la tarde se centró, en primer lugar, en el papel de la industria de productos fitosanitarios en la agricultura española. Carlos Palomar, director de la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (Aepla), corroboró lo dicho por los ponentes anteriores y afirmó de forma categórica que los productos fitosanitarios autorizados para los diferentes cultivos en los países mediterráneos, cuando son utilizados de acuerdo con las Buenas Prácticas Agrícolas indicadas en la etiqueta (dosis, plazos de seguridad, etc.) son totalmente seguros, ya que estos son evaluados por expertos pertenecientes a tres ministerios diferentes y por otras instituciones antes de poder ser autorizados.
Carlos Palomar recordó también que la industria apoya totalmente la Estrategia para el Uso Sostenible de los Plaguicidas y está de acuerdo con desarrollar la Gestión Integrada de la Producción. Sin embargo, la reducción drástica de sustancias activas, fundamentalmente en insecticidas y acaricidas, no es asumible ni por el sector ni por la industria, que no tiene soluciones milagrosas para afrontar esta situación. Para AEPLA el gran caballo de batalla son los criterios de exclusión, que deben tener en cuenta la evaluación de riesgos (desde un punto de vista científico y técnico) y no la peligrosidad intrínseca de los productos, que supone en la práctica excluir de antemano productos que son eficaces y seguros si se aplican de forma correcta. Por tanto, la nueva legislación debe ser consistente, predecible y aplicable para poder aprovechar las oportunidades de futuro que tendrá la agricultura mediterránea.
Por último, Victorio Teruel, representante de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), volvió a recalcar que los consumidores españoles puedes estar tranquilos a nivel de seguridad alimentaria y que los productos para la protección de las plantas son, seguramente, los más regulados y controlados en la Unión Europea. La ponencia de Victorio Teruel se centró en el Reglamento 396/2005 que armonizará a partir de septiembre de 2008 los Límites Máximos de Residuos con lo que, según el ponente, se refuerza la seguridad alimentaria y se terminan los problemas existentes en el pasado por este tema.
Foro Agrario