Opinión: Con la PAC desmantelada y avalando los intereses de EE.UU.: ¿a qué ha ido Europa a Cancún?

Artículo de opinión COAG
Llama poderosamente la atención el hecho de que los países pobres -incluidos los llamados en vías de desarrollo-, hayan dado la espalda a la OMC en su reciente Conferencia celebrada en Cancún (México). Y llama la atención, aún más poderosamente, el que hayan sido los temas denominados de Singapur los que hayan sido los causantes del fracaso de esta cumbre de la OMC, que son los «temas» que hacen referencia a la facilitación del comercio, las inversiones transnacionales y la política de competencia, aunque aquí nos sigamos empeñando en que han sido los temas relacionados con el comercio agrícola los causantes de dicho fracaso.
Los países más industrializados pretendían, con el pretexto de facilitar el acceso de todos los productos agrícolas a sus mercados, un desarme arancelario generalizado tanto de los países en vías de desarrollo como de los menos desarrollados, para que, con la excusa de que entre ellos se facilitara el comercio industrial, fueran las grandes potencias económicas -y, dentro de ellas, los grandes grupos económicos-, las que terminaran por invadir con productos industriales y de servicios, unas economías incapaces por si mismas de competir en el llamado «libre mercado».
Los representantes de COAG que estuvimos estos días en Cancún, participamos en las sesiones de trabajo de la propia Conferencia y en las comparecencias de nuestros Ministros y Secretarios de Estado con las ONGs allí acreditadas -al máximo nivel, ya que se contó con la presencia de los Ministros Cañete y Rato-, así como en las sesiones de trabajo de Vía Campesina -organización que representa a cientos de miles de campesinos y ganaderos de todo el mundo-, teniendo también ocasión de visitar zonas rurales del Yucatán y establecer relaciones directas con sus habitantes. En todos esos foros y tras todas esas actividades, podemos concluir, sin ningún margen de error, que el auténtico problema que separa al primer mundo del resto de países pobres, es un problema de desarrollo, cuya solución no pasa, en absoluto, por la liberalización del comercio mundial.
Tanto es así, que se nos dijo, en los foros oficiales, que los problemas de desarrollo –Inversiones, Créditos del Fondo Monetario, Deuda externa, etc.-, no eran objeto de la OMC, sino de otros foros, esencialmente el G-7; y se nos dijo, a preguntas e indignación de CC.OO., que todos los principios avalados por la OIT tampoco iban a ser objeto de la Cumbre, ¡ni tan siquiera el relativo al trabajo y explotación infantil.
Y también se nos dijo que se elaboraría un listado de productos para los que se prohibiría el mecanismo de «restitución a la exportación», típicamente norteamericano, y que COAG está cansada de denunciar. Por ello, existía ya un preacuerdo para el sector del algodón, en donde España, que no sólo no hace restituciones a la exportación, sino que es un importador neto (además, a arancel cero), tenía que bajar el apoyo a su sector productor, cuando éste representa apenas el 0,4% de la producción mundial (junto con Grecia, el otro productor europeo, representamos el 2% mundial). Y ésto, ¡ojo!, con el visto bueno del resto de la Unión, lo que significaría que las reformas pendientes del algodón, olivar y tabaco, producciones típicamente mediterráneos, dispondrán de menos fondos que los actuales.
Vía Campesina, nada sospechosa de apoyar las agriculturas de los países más avanzados, concluía en sus diferentes sesiones de trabajo que el problema al que se enfrentan los campesinos del tercer mundo, no es tanto las ayudas internas que EE.UU. y Europa hacen a sus agricultores, como el mecanismo de fijación de precios de los productos agrarios.
Agricultores mexicanos ponían el ejemplo del café -¡Qué sólo se produce en países no desarrollados, sin competencia posible de EE.UU., ni Europa, ni Canadá, ni Australia…-, que venden a 1 peso el kilo (0,1 euro), cuando ellos mismos lo tienen que comprar a 50 pesos, significando con ello el poder absoluto con que actúan las multinacionales del comercio. También expresaban su malestar porque el fuel para los agricultores norteamericanos era 10 veces más barato que el mexicano, cuando en México es monopolio del Estado la venta de combustible. No reivindicaban que se subiese el gasóleo a los norteamericanos, sino que su Gobierno se lo bajara a ellos.
Europa fue a Cancún de la mano de los EE.UU., con una PAC «patas arriba» tras la reciente reforma e incapaz, tan siquiera, de introducir en la agenda de trabajo de la Conferencia el respeto a las Denominaciones de Origen y las Indicaciones Geográficas Protegidas.¡Casualmente, por la negativa de los EE.UU. y el Grupo de Cairns!. (Dicho entre paréntesis, en los supermercados de Cancún, en los que también estuvimos, había «Queso Manchego», así dicho en su etiqueta, fabricado con leche de vaca, ¡en AUSTRALIA!. También dicho entre paréntesis, el litro de leche en brik oscilaba entre 80 y 90 céntimos de euro, y el kilo de patatas costaba 1,20 euros, en una ciudad, Cancún, en donde el salario medio, de los más altos de México, ronda las 60.000 pesetas mensuales.).
Tras este panorama, COAG Murcia se hace las siguientes preguntas:
1°.- Un Organismo, la OMC, que da la espalda a todos los países en vías de desarrollo o poco desarrollados; a todo el movimiento sindical mundial expresado a través de la OIT; y a todo el movimiento campesino, representado tanto por Vía Campesina como por el COPA-COGECA -en el caso de Europa-… ¿A quién representa realmente?.
2°.- El Desmantelamiento de la PAC protagonizado por la U.E., que ha contado con el rechazo de todas las Organizaciones Agrarias europeas -COAG incluida-, rechazo expresado rotundamente desde el COPA-COGECA… ¿Para qué ha servido?.
3°.- ¿Estaba en la agenda de la U.E. y los EE.UU. el fracaso de la OMC en Cancún porque sus estrategias se encauzarán más en la dirección de los Acuerdos Preferenciales con Países Terceros, cómo es el caso más emblemático de Marruecos?.
COAG Murcia está convencida de esto último y tiene la certeza de que si la Política Agraria Comunitaria no da un giro radical en la dirección de defender y apoyar un modelo de explotación profesional y familiar, que vincule la producción al respeto al medio ambiente y a la seguridad alimentaria, ni los agricultores europeos ni los de los países en vías de desarrollo o poco desarrollados, saldrán beneficiados.
Ni tampoco los consumidores, que seguirán pagando precios elevados por unas producciones que los agricultores y ganaderos seguirán vendiendo por debajo de su coste de producción a las grandes multinacionales de la comercialización, a las que les interesa bien poco, ni la seguridad alimentaria ni el respeto al medio ambiente.
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