Artículo de opinión de José Antonio Turrado Fdez., Secretario general de ASAJA de León.
No hay duda de que la agricultura y la ganadería es una actividad empresarial y que como tal los ingresos no se perciben de forma fija ni sujetos a derechos laborales adquiridos, por eso en principio la fiesta del 1 de mayo, día de reivindicación de los derechos de la clase obrera, no parece que tenga mucho que ver con las gentes del campo. Asumimos como empresarios el riesgo, y no reivindicamos un sueldo como tal, sino que nuestra inversión y nuestro trabajo se vean justamente retribuidos.
Hoy ser agricultor conlleva una fuerte inversión en tierra y ganado, maquinaria y derechos de producción. Hay que afrontar unos gastos muy altos en medios de producción para sacar adelante las cosechas, hay que pagar rentas altas por las fincas no propias, y hay que hacer horas de trabajo, más cómodo que en otras épocas, en labores todavía duras de las que la mayoría rehuyen. Y además, la incertidumbre constante del clima y de los mercados a los que nunca llegaremos a entender.
Pero quiero aquí concretar la cuestión de la que hoy, y teniendo en mente la festividad del primero de mayo, quiero ocuparme. Y es que si asumimos que el agricultor es empleado de su propia empresa, la primera de sus reivindicaciones ha de ser el ver justamente remunerado el tiempo y trabajo que le destina a las labores agrícolas o ganaderas y me estoy refiriendo a su trabajo físico en la explotación y no a la gestión empresarial.
Según los estudios de ASAJA, que son los mejores y los únicos en esta materia, en la provincia de León el trabajo de los activos de la agricultura y la ganadería en el pasado año se remuneró con 9.568 euros al año de media. Se ha llegado a esta cifra después de descontar a las ventas de los productos y las subvenciones lo correspondiente a los gastos de los medios de producción, los intereses, impuestos, amortizaciones, seguridad social, costes laborales de asalariados y la renta de la tierra. La agricultura, y salvo alguna excepción, está muy lejos de dar beneficios, ya que no consigue tan siquiera remunerar convenientemente el trabajo de autónomo que está ocupado en su propio negocio.
Por todo esto, qué sector tiene más razones para reivindicar un salario justo que el autónomo de la agricultura y la ganadería que trabajando su jornada completa, en unas explotaciones más larga y en otras más corta, tan sólo consigue una renta de 9.568 euros al año, frente a los 15.272 euros que según el informe del CES se percibieron de media en Castilla y León en los sectores no agrarios en el año 2001. El primero de mayo no es un día de reivindicaciones agrarias, pero nosotros nos apuntamos a demandar un salario digno por nuestro trabajo, pues qué menos puede pedir alguien que, además de trabajar al menos tanto y en condiciones tan duras como la mayoría, invierte un capital y arriesga en un impredecible mercado.
El conseguir una renta digna que remunere el trabajo del agricultor ha de ser una obsesión de organizaciones como ASAJA pero estamos muy lejos de acortar las enormes distancias que nos separan de otros sectores productivos. Y es que mientras esto no se logre, el sector agrario no tendrá futuro, pues el que pueda, que cada vez son más, se marchará a otros sectores en los que, arriesgando menos, trabajando en el peor de los casos igual, y con más derechos laborales, consigue al final de mes una remuneración mayor.
Asaja León