Los cambios tan drásticos que se proponen en la reforma intermedia de la PAC –que son para los que somos un tanto expertos en esto difíciles de explicar y para el común de los mortales casi imposibles de entender–, van a suponer en el 2003, y hasta que no haya decisiones firmes, un absoluto parón en las inversiones y en todas las decisiones importantes que tiene que tomar un agricultor o ganadero. Y también por esta razón, es más que aconsejable que lo que tenga que ser sea pronto, pues un sector empresarial como es éste no puede estar todos los días pendiente de decisiones políticas para tomar determinaciones que afectan a la actividad y al futuro económico de las familias.
Lo más comentado estos días en nuestros pueblos es que se van a cobrar ayudas por no producir. La reforma permitiría disfrutar de unas ayudas similares a la media de lo percibido en las tres últimas campañas, que además se cobrarían en lo sucesivo prácticamente por no hacer nada. Y ante esta situación, no quieren dejar las tierras o el ganado quienes este año cumplen los 65 años, pues qué mejor complemento a la mísera pensión de la Seguridad Social que unas ayudas de la PAC que se pueden cobrar tan sólo con dejar las tierras en barbecho sin necesidad de tener ganado, tractor o maquinaria. No hay arrendadores ni quienes vendan tierra, pues a lo mejor lo que interesa es tener la propiedad ahí apalancada, cobrando unas ayudas por haber sido productor estos años pasados. Y nadie quiere comprar o ser arrendatario de tierras, pues a lo peor se venden o alquilan las fincas sin el derecho a ayuda, lo que supondría “hacer unos panes como ruedas de carro”. ¿Y esos ganaderos de vacuno de carne o de ovino que pensaban dejar la actividad y vender o transferir sus derechos y animales? Pues esos tampoco quieren este año arriesgarse a perder una ayuda casi de por vida sin tener que pastorear sus rebaños, ni estar pendientes de si se le marcha o no el pastor, ni de si valen mucho o poco los lechazos… Ante este panorama, ningún joven se arriesga a incorporarse este año al campo, pues a saber lo que le pedirán en un futuro por los derechos a cobrar ayudas; y tampoco el agricultor de edad intermedia, ante este panorama, se lanza a cambiar el tractor, modernizar la maquinaria, construir la nave o comprar derechos de ayuda.
En definitiva, estos cambios están suponiendo que todo el mundo ande un poco perdido, poniendo la oreja en todas las esquinas, tratando de estar un poco más informado que los demás, y viendo cómo se coloca lo mejor posible de cara a cobrar las ayudas en el futuro.
Y preocupados están, cómo no, quienes están pendientes de una transformación de secano en regadío, pues afrontarán importantes inversiones y seguirán siendo, a efectos de las ayudas, agricultores de secano, lo que supondrá un freno al desarrollo del Plan Nacional de Regadíos.
Así es que, por un lado con las lluvias que no permiten sembrar y en algunos casos hasta están dificultando como nunca recoger cosechas del pasado año, como maíz y remolacha, y por otro los cambios en la normativa que regula las ayudas, el año 2003 se presenta más para el sesteo que para matarse trabajando. Lo malo es que tenemos citas ineludibles con los préstamos de bancos y cajas, y que las familias tienen que comer todos los días del año. Este año va a ser ya, pase lo que pase, un mal año agrícolamente hablando, y lo malo es tener que pasarlo a sabiendas que lo que vendrá después puede ser lo peor de lo peor.
José Antonio Turrado, secretario general de ASAJA de Castilla y León
Asaja CyL