El FNPP comenzó sus actividades hace dos años como mecanismo flexible de financiación de actividades de la FAO destinadas a potenciar la colaboración entre departamentos y con otras instituciones internacionales de desarrollo, en áreas como la promoción de la seguridad alimentaria, de la agrobiodiversidad y de la conservación sostenible de los bosques.
En total, la contribución voluntaria de los Países Bajos a este programa de asociación asciende a más de 18 millones de euros. Los fondos adicionales permitirán continuar las actividades hasta final de año.
El protocolo de extensión del acuerdo ha sido firmado en Roma por el Embajador y Representante Permanente de los Países Bajos ante la FAO, Ewald Wermuth, y el Director General Adjunto de la FAO para la Cooperación Técnica, Henri Carsalade.
«Esta contribución adicional representa un reconocimiento del gobierno holandés del proceso de reforma que la FAO está llevando a cabo», ha dicho Carsalade. «Con ello, el Gobierno de los Países Bajos reconoce la competencia y el valor añadido que nuestra organización aporta a los procesos de desarrollo a largo plazo, en todo el mundo».
Juntando esfuerzos y conocimientos
«La asistencia técnica que la FAO ofrece a los países en desarrollo en temas como políticas agrícolas, promoción de la seguridad alimentaria, gestión de los recursos forestales, o las negociaciones comerciales de productos agrícolas en el marco de la OMC es muy valiosa», ha reconocido el embajador Wermuth.
Uno de los rasgos que caracterizan las iniciativas desarrolladas en el marco del FNPP es la integración en procesos ya en marcha a nivel local y su complementariedad.
En Mozambique, por ejemplo, una iniciativa del FNPP está aprovechando el conocimiento local, almacenado a lo largo de los siglos, para dar una respuesta a las situaciones de emergencia acorde con la realidad local y su patrimonio genético.
En febrero de 2000, un ciclón acompañado de lluvias torrenciales arrasó los cultivos y los hogares de más de 200 000 personas.
Gracias al apoyo del FNPP, el Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INIA) y el Instituto de Investigación sobre Cultivos Internacionales en el Trópico Semiárido (ICRISAT), llevaron a cabo una investigación en tres de los distritos afectados para analizar el impacto a largo plazo de los desastres naturales sobre la diversidad genética de las plantas en la zona.
El resultado de la investigación se está usando para rediseñar y mejorar la distribución de semillas para la reconstrucción del sector agrícola, en colaboración con un amplio número de organizaciones de ayuda humanitaria de emergencia.
«Para poder ofrecer una asistencia adecuada a las comunidades víctimas de desastres, es fundamental conocer cuáles son las variedades de semillas existentes en la comunidad antes del desastre; en qué medida les afecta el desastre y en qué medida las acciones de emergencia y rehabilitación tradicionales modifican esta realidad», explica Peter Kenmore, experto de la FAO en biodiversidad.
«Si se produce una pérdida del patrimonio genético, es fundamental trabajar en las semillas, con los agricultores, aprovechando el conocimiento que tienen de su propio medio, para asegurarse de que las semillas distribuidas para la reconstrucción son variadas y apropiadas para las condiciones locales», añade.
El equipo del proyecto trabajó en estrecha colaboración con agricultores locales, en su mayoría mujeres, las cuales además de cultivar la tierra han desarrollado sistemas de recolección y almacenamiento de semillas y gestión del germoplasma. Porque «el patrimonio genético no está sólo en las semillas, sino también en la memoria y en las manos de las comunidades rurales», asegura Kenmore.
Bangladesh es un país fuertemente afectado por el cambio climático. Su vasta zona costera ha sido el escenario de otra interesante iniciativa del FNPP.
Los habitantes de los 19 distritos costeros del país, unos 37 millones de personas, sufren con resignación las consecuencias de un clima que parece haber perdido el rumbo. Ríos desbordados, ciclones e inundaciones los arrastran cíclicamente dentro de un círculo vicioso de pobreza y malnutrición.
Conocer y entender cuáles son las causas y las consecuencias de la pobreza y la vulnerabilidad en las zonas costeras es el objetivo fundamental de otra de las iniciativas en el marco del FNPP, llevada a cabo por la Unidad de Apoyo de la Investigación Acuática y Pesca Internacional (SIFAR).
El objetivo fundamental es asesorar a las instituciones nacionales y locales sobre el desarrollo de políticas adecuadas de respuesta a las catástrofes naturales, usando metodologías apropiadas, basadas en indicadores elaborados por la SIFAR.
«Nos dimos cuenta de que la mayoría de los análisis realizados hasta ahora abordaban el problema desde un punto de vista meramente técnico -por ejemplo, cómo conseguir mayor acceso a los recursos pesqueros – sin tener en cuenta los aspectos socioeconómicos del problema, sin analizar las barreras temporales y estructurales que enfrentan dichas comunidades, las condiciones precarias en las que viven», explica Fabio Pittaluga, experto de la FAO y miembro de la SIFAR.
«Esta experiencia nos ha permitido trabajar junto a los expertos locales encargados del desarrollo costero y crear nuevas metodologías y herramientas para analizar los condicionantes socioeconómicos que enfrentan muchas de estas comunidades».
Gracias a esta iniciativa, de bajo costo, apenas 35 000 dólares, el gobierno de Bangladesh ha mejorado su capacidad de análisis y mapeamiento de los niveles de pobreza y vulnerabilidad en las zonas costeras.
Asimismo, los conocimientos adquiridos se están usando para formular una estrategia de desarrollo integrado de la región destinada a reducir los niveles de vulnerabilidad de sus habitantes.
FAO