«El hecho de que un animal esté infectado no implica que la carne sea portadora de agentes patógenos», aclara Ana Carvajal, una de las responsables de la investigación. Sin embargo, la industria cárnica debe extremar las aciones, ya que una de las principales fuentes de contaminación en el matadero son los animales infectados que llegan para ser sacrificados. El bacilo se aloja en los ganglios linfáticos mesentéricos del ganado porcino. Las carnes para el consumo humano se pueden contaminar, de forma cruzada, por estas cepas de salmonela. En este sentido, la Unión Europea establece una estrategia de control de seguridad alimentaria desde la granja hasta el matadero.
En las conclusiones del trabajo, publicado en Preventive Veterinary Medicine, establece como principal conclusión la identificación de dos factores de riesgo en las explotaciones ganaderas. La primera está relacionada con el pienso peletizado, utilizado cada vez más frecuentemente. «Las granjas que utilizan este tipo de alimento tienen un riesgo dos veces mayor de tener animales infectados respecto a las que no lo utilizan», explica Carvajal. Del estudio, un 57’2% de los cebaderos se declinaban por el pienso en pellets, frente a un 42’8% que seguía utilizando harinas. «La peletización causa unas condiciones favorables para la infección en la digestión, al modificar el ecosistema digestivo del cerdo», explica la especialista.
El segundo factor de riesgo está directamente relacionado con el tamaño de la granja. A mayor número de cebones, más posibilidades de que contraigan salmonelosis. «Este es un factor complejo, puesto que en otros países donde se ha realizado el mismo estudio, no se llega a las mismas conclusiones», apostilla Carvajal. Toda la información de este trabajo, financiado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en inglés), permitirá elaborar un programa de control de la enfermedad en los cebaderos por parte de la Administración.
SINC