La calidad de los alimentos tiene mucho que ver con el cuidado en el cultivo o crianza, la experiencia de la tradición, la adaptación al medio, la realización de los controles necesarios, la selección, la estandarización, etc. No dejamos de ver cómo cooperativas, asociaciones empresariales o las propias Comunidades Autónomas, se hacen eco, en todos los medios, de la calidad de los productos de una determinada región. A fuerza de publicidad la opinión pública está empezando a valorar la calidad en lo que consume, por lo que PROAGRO cree que es la hora de aplicar esta demanda a los productos transformados del agro mediante la realización de jornadas técnicas que permitan informar a los productores acerca de estas cuestiones.
Igualmente, desde PROAGRO se pretende fortalecer la garantía que ofrecen las denominaciones de origen (D.O.), concepto que se adelantó unas decenas de años a la actual noción de calidad, certificando el origen de los productos y controlando su composición y sistemas de elaboración para, de este modo, garantizar un determinado nivel cualitativo en los productos amparados. Hoy en día la D.O. es para el consumidor un sinónimo de autenticidad, y no sólo tienen vigencia sino que van aumentando sus competencias. Ahora más que nunca, si podemos elegir preferimos lo auténtico, y cuando viajamos nos gusta probar lo propio de la zona o región, manteniendo la firme convicción de que lo autentico, lo original, es sinónimo de calidad.
En la presentación de las jornadas, Ismael Álvarez de Toledo, presidente de PROAGRO, recordó que entre las ventajas que obtienen las empresas que consiguen la certificación se encuentra el acceder a determinados mercados donde el factor calidad-precio es la premisa básica a la hora de contratar un determinado producto o servicio.
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