El pasado día 5 de octubre, en el transcurso de la conferencia diplomática de la Organización Marítima Internacional, celebrada en Londres se ratificó el Convenio Internacional para el Control de los Sistemas Anti-incrustantes Nocivos en Barcos. A través del cual queda terminantemente prohibido el uso de compuestos de organoestaño a partir del 2003 y aplicará el principio de precaución de cara a prohibir alternativas que resulten igualmente nocivas, tal y como venía demandando Greenpeace varios años.
Desde que en noviembre de 1999 la Organización Marítima Internacional (OMI) adoptó, por amplia mayoría, la decisión de prohibir el TBT (tributilestaño, un compuesto tremendamente tóxico para el medio marino) en las pinturas para barcos, Greenpeace ha estado trabajando para acelerar el proceso de la firma del Tratado.
“Esta firma supone un gran avance hacia la mejora del medio ambiente marino, aunque esto es tan sólo el comienzo, aún existen muchas sustancias liberadas al mar sobre las que esperamos se actúe de igual forma.”, declara Sara del Río, responsable de la Campaña de Tóxicos.
El TBT se utiliza en pinturas anti-incrustantes por su fuerte poder biocida que previene el crecimiento de algas, moluscos y otros organismos marinos en el casco del barco. Una vez dispersado por el agua, actúa como un potente disruptor endocrino, alterando el sistema hormonal e inmunológico de gran parte de la fauna marina y contribuyendo de esta forma a la extinción de algunas especies marinas.
Ayer activistas de Greenpeace entraron en la planta de Ámsterdam de Atofina, el mayor productor mundial de este tipo de pinturas tóxicas para barco. Los activistas querían devolver al productor nueve barriles de sedimentos portuarios contaminados con TBT recogidos en varios países y demandar a la empresa que utilizase alternativas limpias que ya se encuentran disponibles en el mercado. A pesar de que Atofina conoce los efectos devastadores del TBT en el medio marino, no estaba dispuesta abandonar su uso.
“Es triste comprobar una vez más como a la industria sólo le interesan sus beneficios económicos, aunque sea a costa de la destrucción del medio ambiente. Esta prohibición les forzará a cambiar la composición de las pinturas ya que no han querido hacerlo voluntariamente.”, añade Sara del Río.
Muestras recogidas en 1999 por Greenpeace en el puerto de Barcelona indicaron que existían altos niveles de esta sustancia (llegándose a encontrar concentraciones mayores de 20.000 mg/Kg), sobre todo en las áreas con elevada intensidad de tráfico de barcos y las zonas cercanas a los astilleros. Greenpeace, el año pasado, instó a la compañía Transmediterránea a dejar de utilizar pinturas contaminadas con TBT, propuesta que finalmente la compañía terminó aceptando.
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