Prueban el orujo de oliva como alimento de rumiantes

El último hallazgo de este grupo, publicado en Journal of Animal Physiology and Animal Nutrition, apunta a que el orujo de oliva no produce efectos negativos en la suplementación de aminoácidos y nitrógeno.

Los investigadores han iniciado una serie de trabajos para reducir la influencia de los taninos, un metabolito secundario implicado en el crecimiento y reproducción de las plantas. Para ello, han empezado a aplicar un compuesto, denominado PEG (polietilén glicol), para acomplejar los taninos.

A través de trabajos in vitro, el equipo de investigadores ha comprobado los efectos en la dieta de pequeños rumiantes. «Estudiamos las posibilidades de utilizar el orujo en procesos de alimentación de pequeños rumiantes», indica Dolores Carro, investigadora del Departamento de Producción Animal de la Universidad de León y colaboradora en la Estación Experimental del Zaidín (centro del CSIC ubicado en la provincia de Granada).

Hata ahora existía documentación sobre las características de los orujos procedentes de la producción en tres fases, pero apenas había literatura científica sobre las nuevas tecnologías empleadas.

Los investigadores supusieron que ambos tipos de orujo contenían diferentes composiciones, ya que los procesos de extracción modifican las proporciones relativas al epicarpio, mesocarpio, endocarpio y almendra (las partes de la aceituna desde fuera hacia dentro).

Por este motivo, se centraron en este nuevo sistema de producción. Los datos sobre la tecnología de tres fases indican que el orujo de oliva es poco digestible, sobre todo las proteínas.

Este trabajo, permitirá una salida al alperujo, puesto que su acumulación es una problema para los productores de aceite de oliva, así como una alternativa a los sistemas de alimentación de explotaciones ovinas o caprinas.

SINC

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