Más de 500.000 toneladas de plaguicidas caducos y nunca usados que han sido prohibidos o han caducado constituyen una grave amenaza para la salud de millones de personas y para el ambiente en casi todos los países en desarrollo y en vías de transición, dice la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en un nuevo informe publicado hoy(*). Las cifras son mucho más altas de las estimadas previamente que se remontaban a 100.000 toneladas.
El informe será discutido en un encuentro internacional de donantes que se celebrará en Roma del 10 al 11 de mayo 2001.
Según la FAO, la cifra de estos plaguicidas caducos en Africa y Oriente Próximo se remonta a más de 100.000 toneladas, en Asia a más de 200.000 toneladas y en Europa del Este y la antigua Unión Soviética a más de 200.000. Por cuanto se refiere a América Latina, la FAO sigue recopilando datos.
«La herencia letal de los plaguicidas caducos es alarmante y es necesaria una acción urgente para eliminar los depósitos de residuos» , dice Alemayehu Wodageneh, experto de plaguicidas caducos de la FAO. «Estos depósitos ‘olvidados’ no suponen solo una amenaza para la salud de las personas sino que pueden contaminar además recursos naturales como el agua y el suelo. Las fugas de plaguicidas pueden envenenar áreas muy amplias, haciendo imposible la cultivación «, agrega.
Durante más de 30 años se han acumulado residuos de plaguicidas y a esa lista se añaden productos continuamente, dice la FAO. Las existencias comprenden algunos de los insecticidas más peligrosos como los contaminantes orgánicos persistentes, aldrín, clordano, DDT, dieldrín, endrín y heptacloro, que han sido prohibidos en la mayor parte de los países, y los organofosfatos. A medida que los plaguicidas se deterioran forman subproductos que pueden ser más tóxicos que la substancia original. Además de los plaguicidas, las existencias de residuos abarcan pulverizadores y recipientes vacíos de plaguicidas a lo que hay que añadir grandes superficies de suelo muy contaminado.
Muchos depósitos están situados cerca de terrenos de cultivo y de pozos en las zonas rurales pobres, así como cerca de los hogares, almacenes de alimentos y mercados en las zonas urbanas. Los residuos se encuentran a menudo abandonados, sin regla alguna y en muy malas condiciones, dice la FAO. En muchos casos los plaguicidas se abandonan al aire libre; los depósitos se construyen de acuerdo con la tradición, usando paja y barro, con suelos de tierra; los recipientes de metal se oxidan y las substancias tóxicas se infiltran en el terreno.
A menudo los depósitos de residuos tóxicos se encuentran en el centro de las aldeas. Apenas hay medidas de seguridad. En proximidad de depósitos de plaguicidas abandonados o de sus derrames, las personas preparan comida y sacan agua, los niños juegan y los animales pastan. A pesar de que no hay estudios sistemáticos sobre las repercusiones en la salud, los habitantes de esas zonas acusan dolores de cabeza, nausea y tos.
Los plaguicidas caducos se han acumulado debido a que una serie de esos productos han sido prohibidos por razones de salud o de protección del ambiente, pero no se han retirado ni destruido; las existencias permanecen en los lugares donde fueron almacenadas y se deterioran, afirma la FAO. En muchos países africanos, por ejemplo, el dieldrín se empleaba para luchar contra las plagas de langosta hasta finales de los años 80. Después de esa fecha, se tomó la decisión de no utilizarlo más, pero no se dio ningún paso para retirarlo o eliminarlo.
A menudo las fórmulas no son estables en los climas tropicales y el producto se degrada rápidamente. Muchos plaguicidas tienen una vida de dos años solamente y el almacenado impropio bajo el calor tropical así como la humedad reducen aún mas este tiempo de vida ya corto. En algunos casos, los plaguicidas no se etiquetaron o por el contrario estaban etiquetados con un lenguaje incomprensible para el usuario y, a veces, no se emplearon nunca.
En el pasado, los plaguicidas eran suministrados por organizaciones internacionales de ayuda animadas por buenos propósitos, pero la coordinación insuficiente entre ellas ha representado uno de los factores mas importantes por cuanto se refiere al exceso de existencias, recuerda la FAO. Además, los gobiernos de los países en vías de desarrollo, en particular los de los países con economía estatal, compraron plaguicidas y no los emplearon. Todavía en muchos países de Africa se acumulan existencias de plaguicidas caducos.
En muchos casos los productos se demostraron no efectivos contra las plagas o las malas hierbas que se suponía habrían tenido que destruir o por otra parte no se usaron nunca. Hay que añadir que una plaga puede ser difícil de prever, y una incidencia menor de la esperada, puede traducirse en un depósito de plaguicidas sin usar. Especialmente en la lucha contra las langostas, diversos países acumularon vastas reservas de plaguicidas que no usaron jamás.
Los mayores productores de plaguicidas se encuentran en Europa, Estados Unidos, Japón, China e India. » El abastecimiento de plaguicidas implica grandes sumas de dinero», se lee en un informe de la FAO. «El resultado es que varios intereses ocultos pueden jugar un papel importante en las decisiones relativas a la obtención o donación de plaguicidas . A menudo esos intereses no están estrictamente ligados a las soluciones técnicas más eficaces para los problemas de las plagas».
Los plaguicidas caducos están considerados como residuos peligrosos, dice la FAO. Su remoción y destrucción son caras. El coste de eliminación se cifra en unos 3 dólares USA por kilogramo o litro. Los fondos para su eliminación han corrido a cargo casi exclusivamente de los gobiernos y organizaciones de ayuda. Hasta ahora solo ha tenido lugar la remoción de menos de 3.000 toneladas en Africa y Oriente Próximo. La operación ha sido financiada principalmente por los Países bajos, Alemania, Estados Unidos, Suecia y la FAO.
La FAO presta ayuda al gobierno de Etiopía en el proyecto más grande de eliminación de plaguicidas en Africa. Alrededor de 3.000 toneladas de plaguicidas, más suelos gravemente contaminados han sido eliminadas de 900 lugares. Serán transportadas a Finlandia para su incineración, en la actualidad la única forma de destrucción segura y aceptable para el medio ambiente. El coste total de la operación se estima en unos 8 millones de dólares USA de los cuales, hasta ahora, alrededor de 4 millones han sido proporcionados por los Países Bajos, Estados Unidos y Suecia.
En su nuevo informe, la FAO insta a las sociedades químicas, representadas por la Federación Mundial para la Protección de los Cultivos (GCPF) a contribuir con urgencia a la eliminación mundial de los plaguicidas producidos por las sociedades miembros de la GCPF. La industria se ha comprometido a financiar la incineración de los plaguicidas caducos pero, hasta ahora, las sociedades han contribuido muy poco a la eliminación de las existencias caducas, observa la FAO.
«La ayuda de la industria es fundamental para la eliminación futura de los plaguicidas ya que las organizaciones de ayuda de los países donantes no pueden cubrir todos los costes sin una aportación substancial por parte de la industria», recuerda Wodageneh.
La FAO ha pedido a todos sus miembros que apliquen los métodos, respetuosos del ambiente, de Lucha Integrada contra las Plagas y a que reduzcan drásticamente el empleo de plaguicidas allí donde sea posible.
(*) El informe ha sido publicado de forma conjunta por la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos y por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
FAO