Según WWF/Adena, la desalinización no soluciona el problema del agua en el mundo

El Informe de WWF/Adena, que analiza los impactos ambientales de la desalinización de agua marina en el mundo: Making water: Desalination – option or distraction for a thirsty world? (Fabricando agua: Desalinización, ¿alternativa o distracción para un mundo sediento?), muestra como los países con más problemas de agua potable están volcándose en la desalinización de agua marina como solución a sus problemas de gestión de agua. Entre ellos se incluyen Australia, Oriente Medio, España, EEUU y Reino Unido, seguidos por India y China. En todos los casos se trata de grandes áreas afectadas por escasez de agua y densamente pobladas.

Jamie Pittock, Director del Programa Internacional de Agua de WWF/Adena, apuntó: “Desalinizar agua marina es caro, requiere mucha energía y emite gases de efecto invernadero. Puede desempeñar en el futuro un papel limitado para obtener agua potable en determinadas circunstancias, pero en general existen otras herramientas para gestionar el agua que resultan mejores, más baratas y menos arriesgadas para el medio ambiente”.

Se estima que alrededor del 60% de las necesidades de agua dulce en el Golfo Pérsico se satisfacen con la desalinización, en gran parte con tratamientos térmicos que tienen un elevado consumo energético. Perth (Australia) prevé satisfacer un tercio de su demanda por este método. España cuenta actualmente con más de 700 desalinizadoras, dedicando el agua desalinizada a la agricultura – hasta un 22% del total, el más elevado del mundo— y a complejos turísticos en zonas áridas.

Según WWF/Adena, España es el mejor ejemplo del mundo de cómo una larga historia de construcción de embalses, trasvases y desalinizadoras no ha sido capaz de garantizar el acceso al agua. “La desalinización masiva del programa AGUA, promovido por el Ministerio de Medio Ambiente, se presentó en 2004 como la alternativa a la derogación del trasvase del Ebro, y por ello contó con el apoyo de WWF/Adena. Pero los últimos años hemos comprobado que sin una ordenación territorial sostenible cualquier política de agua con el objeto de proveer agua de forma ilimitada es inviable. Estamos trasladando el problema del agua al aire, al mar y al litoral” recuerda Guido Schmidt, responsable del Programa de Aguas de WWF/Adena en España.

Entre los impactos de la desalinización se cuentan el vertido de salmueras y contaminantes al mar, la emisión de gases de efecto invernadero y la destrucción de zonas costeras valiosas. Como cualquier tecnología relativamente nueva, los efectos negativos se detectan cuando es demasiado tarde y demasiado caro solucionarlos. Además, la mayoría de las zonas afectadas por la desalinización intensiva ya habían sufrido daños en sus recursos hídricos, especialmente en las aguas subterráneas. En los últimos años, WWF/Adena ha denunciado los impactos ambientales en las desalinizadoras de Alicante (I y II), Torrevieja, Mutxamel-Campello y Denia.

A la vista del informe, WWF/Adena reclama al Gobierno español un cambio significativo hacia políticas que aseguren el uso racional y sostenible del agua. WWF/Adena considera que el Gobierno no ha afrontado la necesaria reforma del regadío y sus problemas de insostenibilidad e ilegalidad en el uso del agua. “El regadío consume el 75% de nuestros recursos hídricos sin pagar un precio real por el agua” critica Schmidt, y añade: “El Gobierno ha encontrado una solución temporal en la construcción masiva de desalinizadoras; pero con cada desalinizadora nueva, el precio del agua subirá”.

Para que existan recursos sostenibles de agua, hay que empezar con la protección de las fuentes naturales como ríos, acuíferos y zonas húmedas. WWF/Adena considera imprescindible, además, una mejor gestión en la demanda de agua, por ejemplo una mayor eficiencia en su uso, la modernización de redes de abastecimiento urbanas –en las que en la actualidad se pierde uno de cada cinco litros de agua- y de regadíos, una mejor planificación que evite la producción de excedentes agrarios – en 2004, se gastaron más de 1000 hm3 de agua en la producción de excedentes en los cultivos de arroz, algodón, alfalfa y maíz -, y una política territorial sostenible.

“A pesar de las numerosas críticas contra las desalinizadoras, algunos países han entrado en una espiral por promover la fabricación de agua sin hacer un análisis previo sobre su uso y abusos. A pesar de las buenas experiencias en la India para tratar aguas contaminadas con tecnologías de membranas, las desalinizadoras no contribuyen a resolver el problema de 1.200 millones de pobres en el mundo que no tienen asegurado el abastecimiento de agua potable. La desalinización masiva muestra que cerramos los ojos ante su problema y los impactos sobre el medio ambiente” concluye Schmidt.

WWF/Adena

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