Un comité de expertos nombrados por los gobiernos ha establecido que tres plaguicidas muy usados y todas las formas de asbestos deben incluirse en una lista internacional de productos químicos sujetos a controles de comercio.
El primero es el monocrotofos. Este insecticida se utiliza en muchos países en vías de desarrollo, sobre todo en Asia, para controlar los insectos y los ácaros de araña en el algodón, los cítricos, el arroz, el maíz y otros cultivos. Lo comercializan activamente y lo producen más de una docena de compañías, casi todas en Asia.
Como otros insecticidas orgánicos de fósforo, el monocrotofos representa un peligro muy serio para cientos de miles de trabajadores agrícolas, sobre todo en los países en vías de desarrollo, donde la falta de ropas de protección y equipos mecánicos hace más fácil que las personas entren en contacto directo con las substancias químicas. Los efectos para la salud son: nausea, diarrea, visión borrosa y, en los casos más graves, depresión respiratoria, convulsiones y muerte.
El monocrotofos es también altamente tóxico para las aves y los mamíferos. Por ejemplo, los estudios señalan que durante los 25 años que se ha empleado en Hungría, ha provocado más daños a las aves silvestres que cualquier otro plaguicida.
Existen alternativas a este plaguicida para cada combinación de plagas y cultivos individuados hasta la fecha. Las recomendaciones hechas hoy por los expertos científicos preparan el terreno para una decisión final que se tomará en una reunión política el próximo mes de septiembre, en la que se decidirá si incluir el monocrotofos a la lista de sustancias químicas y plaguicidas cuya importación puede ser prohibida legítima y unilateralmente.
Poner bajo control a este plaguicida es ya de por sí un gran logro, que pone también de relieve la inquietud sobre el problema generalizado de los fosfatos orgánicos de bajo costo. Creados generalmente por grandes multinacionales, estos plaguicidas se manufacturan muy a menudo después de que la patente haya expirado y se siguen utilizando a pesar de las pruebas crecientes de que provocan enfermedades y muertes. La decisión de los expertos confirma de nuevo el derecho a formular juicios comerciales en función de cómo se emplea sobre el terreno, y no de los intereses de sus productores.
La opinión del Comité Transitorio de Revisión de las Substancias Químicas (ICRC) pasa ahora al Comité Negociador Intergubernamental del Tratado de Rotterdam sobre el Procedimiento de Información y Consentimiento Previos (ICP) para determinadas substancias químicas y plaguicidas en el Comercio Internacional, que se reúne en Bonn del 30 de septiembre al 4 de octubre. Si esta opinión se adopta formalmente, el monocrotofos se incluirá en el Procedimiento de Información y Consentimiento Previos (ICP).
La recomendación de añadir cinco tipos de asbestos aún en circulación a la lista de ICP (una forma ya parte de ella) abre un proceso que finalizará en 2003. El análisis del asbesto por parte del Comité fue motivado por las prohibiciones en Estados Unidos y Chile (bajo la Convención se comienza un análisis cuando dos países en dos zonas diversas prohiben o restringen severamente el empleo de una substancia química; el estudio del monocrotofos comenzó a raíz de su prohibición en Australia y Hungría).
Entre los atractivos del asbesto se encuentran su elevada resistencia de tensión, su carácter fibroso, la resistencia al calor y la química inerte. Hace tiempo se utilizaba mucho para el aislamiento de las casas y material especializado, pero ha sido eliminado en muchos países cuando se supo que sus fibras diminutas pasaban, mediante la inhalación, a los pulmones de los trabajadores y de los residentes y que provocaba cáncer, otras enfermedades y muerte. El asbesto se sigue utilizando para precintar, en junturas, ensamblajes, frenos, armamentos y otros usos, a pesar de que cada vez hay más sustitutos eficaces para la mayor parte de sus aplicaciones.
"La decisión del Comité representa un gran paso para la eliminación de los peligros asociados con el asbesto y sus derivados. Incluso en países como el mío, donde estos productos llevan mucho tiempo prohibidos, siguen siendo ungrave problema. Basta pensar en los gastos de la descontaminación de los edificios o en las indemnizaciones que hay que pagar a las personas con enfermedades graves provocadas por el asbesto", dice el alemán Reiner Ardnt, Presidente del ICRC.
El Comité ha comenzado también el proceso para incluir en la lista a otros plaguicidas como Granox TBC y Spinox T, una mezcla de fungicidas y el insecticida Carbofuran, altamente tóxico. Este caso fue iniciado por Senegal (en el caso de "fórmulas de pesticidas altamente peligrosas" se requiere sólo un país notificador para comenzar el proceso de inclusión). Alertado por los datos crecientes de enfermedades y fallecimientos, el gobierno empezó a trazar el mapa de los casos de envenenamiento rural.
Sus hallazgos señalaban como responsables a los plaguicidas Granox TBC/Spinox T, empleados en polvo por los campesinos que cultivan cacahuetes. En los países desarrollados, las semillas se manipulan y se siembran normalmente de forma mecánica, lo que protege a los campesinos del contacto. En muchos países en vías de desarrollo, sin embargo, los campesinos trabajan sin ropas de protección y siembran manualmente. Por lo tanto, el contacto con el plaguicida produce cientos de casos de envenenamiento que se traducen en fiebre, dolores en el pecho y en el abdomen, vómito, insomnio, e incluso la muerte. Por otra parte, no existe registro alguno de fórmulas de Carbofuran en polvo en 25 países ni en la Comunidad Europea.
La cuarta substancia química, DNOC, es un fungicida e insecticida que elimina las algas. Su toxicidad es muy elevada para los seres humanos y representa también un grave peligro para otros organismos. El proceso de estudio fue iniciado a raíz de la prohibición en Perú y en la Comunidad Europa. Hace tiempo se empleaba con profusión, pero ahora DNOC es candidato a ser incluido en el procedimiento ICP para poder reducir más aún su empleo.
Unas 70.000 substancias químicas se encuentran disponibles en la actualidad en el mercado y cada año se introducen otras 1.500. Esto representa un reto de envergadura para muchos gobiernos a la hora de controlar y gestionar estas sustancias potencialmente peligrosas. Muchos plaguicidas, que han sido prohibidos o cuyo uso ha sido severamente restringido en los países industrializados, se siguen comercializando y utilizando en las naciones en vías de desarrollo.
En respuesta a los crecientes datos científicos sobre los riesgos que representan para la salud y para el medio ambiente la exposición prolongada a bajos niveles de algunas de estas substancias químicas, a lo que se suman el claro peligro que suponen las pérdidas de los remanentes caducos y los vertederos de substancias químicas, la comunidad internacional adoptó el Tratado de Rotterdam en 1998 bajo el patrocinio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El Tratado de Rotterdam facilita a los países importadores las herramientas y la información necesaria para identificar las substancias químicas potencialmente peligrosas y excluir así aquellas que no pueden manipular con seguridad. En los casos en los que el comercio está permitido, los requisitos para el etiquetado y la información acerca de los efectos potenciales para la salud y el medio ambiente fomentan la utilización segura de las substancias químicas.
El Tratado ha sido firmado por 72 gobiernos (además de la Comunidad Europea) y ha sido ratificado por 18 países. Entrará en vigor 90 días después de la ratificación número 50. Hasta ese momento, los gobiernos han acordado aplicar las medidas de consentimiento previo informado del Tratado a nivel voluntario. La lista original del Tratado comprendía 22 plaguicidas y cinco substancias químicas industriales(*). Desde entonces se han añadido cuatro plaguicidas. Los cuatro plaguicidas descritos más arriba representan nuevas entradas adicionales al proceso de PIC que tiene carácter legalmente obligatorio.
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(*) El tratado abarca los siguientes 22 plaguicidas peligrosos: 2,4,5-T, aldrina, captafol, clordano, clorodimeform, clorobencilato, DDT, 1,2-dibromoetano (EDB), dieldrina, dinoseb, fluoroacetamida, HCH, heptacloro, hexaclorobenceno, lindano, compuestos de mercurio y pentaclorofenol, más algunas fórmulas de metamidofos, metilo-paratión, monocrotofos, paratión, and fosfamidon.
Comprende además cinco substancias químicas industriales: crocidolito, bifeniles polibromados (PBB), bifeniles policlorados (PCB), terfeniles policlorados (PCT) y tris (2,3 dibromopropyl) fosfato.
FAO