UE y Mercosur evitan in extremis bloquear la negociación de su acuerdo de libre cambio

El acuerdo de asociación entre la UE y Mercosur, que daría lugar a la mayor área de libre comercio del mundo, sigue sin cerrarse. Esta semana se ha producido el último intento, auspiciado por la diplomacia portuguesa, entre los ministros de Exteriores de los cuatro países de Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) y los comisarios de Comercio y Agricultura de la UE (Pascal Lamy y Franz Fischler), cuyo mandato termina el próximo 31 de octubre. Esta fecha, que había sido fijada como límite para concluir un acuerdo, ha quedado obsoleto, de manera que las partes se han comprometido a celebrar una nueva reunión técnica antes de fin de año y una ronda ministerial hacia el mes de marzo.



En cualquier caso, europeos y latinoamericanos se felicitan por haber sorteado el riesgo de bloqueo y haber intercambiado muestras de flexibilidad en los apartados más espinosos. Tanto es así, que Durao Barroso ya ha garantizado que su nueva Comisión no empezará de cero, sino que retomará las negociaciones donde se han quedado, con lo mejor de las ofertas de unos y otros, muchas de las cuales fueron formuladas en mayo pasado en Bruselas.



Los responsables latinoamericanos coinciden en que un acuerdo con la UE serviría para reforzar la integración de los mismos socios de Mercosur, ya que Bruselas exige, por ejemplo, garantías de que los productos no sean tasados cuando circulen de un país a otro. Asimismo, pide condiciones más favorables para sus empresas financieras y de servicios, así como en el acceso a concursos públicos. El ministro de Exteriores de Brasil, Celso Amorim, habría mostrado flexibilidad a la hora de permitir que los bancos europeos «ya instalados en el país» (BSCH, BBVA, HSBC, ABN Amro y Sudameris) puedan expandirse sin las actuales trabas constitucionales, que exigen la autorización explícita del presidente de la República. Los negociadores comunitarios exigirían también un mejor trato para la industria aeronáutica, textil y de bebidas, además de garantías de que las denominaciones de origen europeas serán respetadas.



Como contrapartida, la UE habría flexibilizado su postura en lo que respecta al número de productos agropecuarios latinoamericanos libres de tasas -que serían la inmensa mayoría- y sobre las cuotas que aplicar para los pocos considerados sensibles. No obstante, la UE se niega a discutir sus ayudas a la agricultura, al entender que es un asunto a tratar en la OMC, y no de forma bilateral. Cabe decir que Brasil es también el abanderado del llamado G-20, que pretende que los países ricos dejen de blindarse frente a los productos agrícolas de los menos ricos. Por otro lado, Bruselas ofrecería eliminar los aranceles a los productos industriales de Mercosur, con una rebaja inmediata del 65%, hasta su total supresión en un plazo de diez años.



El Mercosur, creado en 1991, agrupa a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay en un mercado de 230 millones de consumidores potenciales, para los cuales la UE ya es el primer importador y exportador, a gran distancia respecto a otras potencias como Estados Unidos. Este mismo verano Mercosur ha aceptado a México y Venezuela como miembros asociados, un estatus que comparten con Chile, Bolivia y Perú.

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