Un estudio analiza la eficiencia energética del cultivo orgánico del olivar en Andalucía

En este contexto, los investigadores Gloria I. Guzmán y Antonio M. Alonso, del Centro de Investigación y Formación de Agricultura Ecológica y Desarrollo Rural (CIFAED) de Granada, han evaluado la contribución del cultivo de aceite de oliva orgánico al incremento de la eficiencia energética de la agricultura mediterránea según el tipo de sistema de riego y la intensidad de cultivo. El estudio cuenta con el respaldo de la Comisión Europea, el Ministerio de Educación y Ciencia y el Departamento de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía.

Los resultados muestran, por una parte, una menor eficiencia energética en las tierras de regadío en comparación con las de secano, independientemente del estilo de gestión y, por otra parte, una mayor eficiencia energética no renovable del cultivo orgánico del olivar en comparación con la producción tradicional. En todo caso, la gestión orgánica podría mejorar aún más la eficiencia energética ajustando e interiorizando el flujo de nutrientes necesarios para lograr una mayor sostenibilidad.

Hacia la auto suficiencia energética

Según las categorías analizadas en el estudio, puede concluirse que la contribución del cultivo orgánico del olivar, especialmente en secano, al ahorro de energías no renovables ha sido considerable en Andalucía. De las 42.148 hectáreas que existían a finales de 2006, entre un 60% y un 65% eran olivares tradicionales de secano en laderas empinadas (como en Los Pedroches) y un 20% eran olivares tradicionales de secano en laderas con desnivel moderado (como en Sierra Mágina o Granada). Sólo un 6,4% de los olivares orgánicos andaluces se dan en tierras de regadío. El resto pertenecen a otras categorías de secano que no se han tenido en cuenta en la elaboración de este estudio por no ser representativas de la situación general.

No obstante, los autores del proyecto concluyen que podría mejorarse la sostenibilidad del cultivo orgánico del olivar mediante una mayor auto suficiencia dentro del territorio que ocupa y, en consecuencia, una menor tasa de importación de flujo energético con origen en otros ecosistemas. El uso de compost de alperujo y cubiertas vegetales temporales son estrategias que no implican el tratamiento de tierra extra. Se trata de una cuestión muy relevante, ya que la necesidad de proyectos orgánicos que dediquen parte del suelo agrícola a generar el flujo de nutrientes y energía necesarios para reducir de manera efectiva la importación de materia orgánica de otros ecosistemas agrícolas ha sido considerada, en ocasiones, uno de los inconvenientes de la producción orgánica.

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