Los expertos del centro almeriense pretenden, por un lado, disminuir la acumulación de este residuo; mientras que por otra parte, se han marcado como otro objetivo producir nuevas materias primas con aplicaciones agrícolas.
Los científicos, liderados por Milagrosa Santos Hernández, se plantearon la transformación del residuo en un producto aplicable como fungicida, herbicida o bien como enmienda orgánica del suelo, consiguiendo demostrar la validez de la glicerina frente al control de patógenos.
No obstante, deben afinar más el método, ya que, desde el punto de vista agronómico del cultivo, se observa una merma del porcentaje de semillas que germinan, por lo que el equipo investigador todavía ha de concretar algunas cuestiones «como determinar la dosis con la que se obtiene el efecto deseado, en cuanto al control de patógenos, sin minimizar la germinación de las semillas», asegura Milagrosa Santos.
La necesidad de una solución que permita aprovechar este residuo es urgente, ya que la proporción en la que se origina la glicerina en la producción de biodiésel es muy elevada –alrededor del 10% del volumen obtenido-. Sin embargo, sus características propias la hacen inviable económicamente para la purificación y aplicación tradicional, como por ejemplo su empleo en cosmética.
En la actualidad, la glicerina se produce principalmente como producto secundario de la industria oleoquímica (65 %). De hecho, la glicerina constituye el subproducto más importante de esta industria, lo que aumenta la rentabilidad de los procesos oleoquímicos. La glicerina se ha venido empleando hasta ahora en cosmética y en algunos productos alimentarios y farmacéuticos.
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