El objetivo del proyecto es optimizar la nutrición de la planta del arroz para mejorar aún más su producción. En campañas normales, la zona arrocera sevillana bate el récord mundial de producción, alcanzando los 9.500-10.000 kilos por hectárea obtenidos con semillas comerciales, no modificadas genéticamente. Los productores de arroz sevillanos están inmersos en proyectos de investigación desde 1998 cuando empezaron a aplicar la producción integrada, una serie de técnicas respetuosas con el medio ambiente, que les ha permitido obtener las máximas producciones de España y del mundo y al mismo tiempo que reducían en más del 60% el nivel de fertilizantes, con el consiguiente beneficio económico para el agricultor en un ahorro de fertilizantes y medioambiental para el entorno.
El responsable de los Servicios Agrarios de la Caja Rural, Jaime de Vicente Bosque, ha afirmado que este proyecto de investigación “optimiza los abonos y recursos nutricionales que se usan en la planta de arroz para unas producciones óptimas”. Asimismo, ha añadido que, en esta zona de la provincia hispalense, “el arroz es el único cultivo existente en la marisma”. Por eso, desde la Fundación Caja Rural del Sur, se pretende contribuir a que se haga un cultivo de arroz “sostenible” y que los agricultores saquen la mayor rentabilidad “de la forma más ecológica posible”.
El sector arrocero da un paso más en I+D
El sector arrocero quiere dar un paso más en investigación y desarrollo de la mano de este nuevo proyecto. Los resultados del estudio incidirán en conocer las necesidades de fósforo, nitrógeno y otros elementos nutricionales de la planta para que se le aporte exclusivamente lo que necesita para su buen desarrollo y crecimiento. Será como darle de comer a la carta. Para ello, el sector se convertirá en un experto nutricionista de la planta, con el objetivo de aportarle la dosis exacta de nitrógeno que necesita para mejorar aún más la producción; es decir, se racionalizará aún más el uso de agroquímicos. Estos avances se traducirán en un beneficio directo hacia el entorno de Doñana y sus acuíferos. Para ello, los primeros estudios que están llevando a cabo se centran en los tres factores que inciden en el cultivo desde un punto de vista biológico (vegetal, suelo y agua). Es necesario también aplicar una metodología y una tecnología que aporte información nutricional en el cultivo.
Las primeras hipótesis del estudio que se están haciendo tanto “in vitro” (en condiciones de ensayo de campo) como “in vivo” (en las marismas), hechas públicas en la Jornada de Campo, muestran que “la planta en ambientes controlados no manifiesta una demanda nutricional hasta los 50 ó 60 días”; es decir, no expresa su exceso o carencia de nitrógeno. Esta hipótesis permite en un primer momento deducir que para conocer el nivel de nitrógeno del suelo antes de fertilizar hay que analizarlo, para lo que se emplearían unas sondas, explico el director técnico del proyecto, Francisco Montes.
En este proyecto participa el Grupo de Investigación del PAIDI 169 (Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación), que fue aprobado por la Corporación Tecnológica de Andalucía, y la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa, a través de la Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía (IDEA) en septiembre de 2006 y estará en vigor hasta mayo de 2009. Durante este periodo se prevé que se inviertan 700.000 euros. Se trata de un proyecto de cooperación en el que participan de forma multidisciplinar tres socios y que cuenta con la colaboración de la Universidad de Sevilla a través del Departamento de Microbiología de la Facultad de Farmacia.
La financiación se hace a través de Corporación Tecnológica de Andalucía; la Agencia IDEA de la Consejería de Innovación; y los socios: la Fundación Caja Rural, la Federación de Arroceros de Sevilla y la empresa privada AGQ. Y representantes de todos estos organismos han estado presentes en las Jornadas de Campo.
Federación de Arroceros de Sevilla