Sr. Florenz, ¿cuáles son las tareas prioritarias para la comisión temporal sobre el cambio climático? ¿cómo puede complementar el trabajo de otras comisiones parlamentarias como la de Medio Ambiente o la de Transporte?
El Parlamento Europeo (PE) dispone de gran cantidad de expertos en cada una de las distintas comisiones. La principal tarea de la comisión temporal será reunir toda esta riqueza de conocimientos. Nadie debería preocuparse por si nuestro trabajo va a ser perjudicial para el resto de comisiones existentes. Las comisiones legislativas, como la de Medio Ambiente, seguirán siendo las únicas encargadas del trabajo legislativo.
Así, nuestra comisión temporal ha de centrarse en asuntos multidisciplinares y horizontales, con enfoques innovadores, y no tanto en detalles técnicos. En realidad, no tenemos mucho tiempo. La comisión trabajará durante un año, máximo año y medio. Además, estamos bajo presión de tiempo porque no parece que el cambio climático se vaya a dar un respiro.
Finalmente, es muy importante que definamos ahora lo que yo llamo nuestra «tarjeta de visita» europea, una tarjeta de visita que presentamos ante los norteamericanos, la gente de la India y los chinos. Cuanto antes lo hagamos, mejor; así las industrias europeas podrán investigar y desarrollar tecnologías, filtros, centrales eléctricas de carbón limpio y coches. Si la industria automovilística europea no fabrica los coches más limpios del mundo, dejará de existir y otros fabricarán esos coches del futuro. Los chinos y los indios no tendrán otra opción que conducir coches limpios si no quieren morir por la polución.
El Protocolo de Kioto sobre cambio climático concluye en el 2012. ¿Cómo debería ser el próximo acuerdo?
En primer lugar, tal vez no debería llamarse «Continuación del Acuerdo de Kioto». Hay mucha sensibilidad sobre esto. Lo que está claro es que la industria necesita cifras definitivas para el período que sigue a Kioto. Necesita fiabilidad, porque si quieres construir una nueva central eléctrica necesitas planearlo con antelación.
Los que desarrollan las políticas tienen que establecer objetivos estrictos pero viables. Hay muchos ejemplos en los que al principio había un profundo catastrofismo cuando sacábamos una nueva normativa ambiental y, al final, las cosas funcionaron correctamente, y la legislación se convirtió en el impulso de nuestras exportaciones. Buenos ejemplos son la directiva de reciclaje de coches y la normativa sobre residuos electrónicos. Ya no se ven ni coches ni frigoríficos viejos en nuestros bosques y China está, en la actualidad, usando nuestra legislación como borrador para la suya. Esta es una historia de verdadero éxito.
Entonces, ¿los intereses de las empresas no están necesariamente en contradicción con la protección del clima? ¿No tendrá Europa que pagar un alto precio por tener políticas ambiciosas contra el cambio climático?
En algún área particular, el cambio climático costará, por supuesto, dinero. Pero por ejemplo, cuando hablamos de calentamiento, siempre va a ser una situación ganadora. Un tercio de las emisiones de CO2 vienen de nuestros hogares.
Para frenar o limitar el cambio climático, creo que no deberíamos dejar que tres hombros fuertes carguen con todo el peso de lo se tiene que hacer. Hay que buscar miles de pequeños hombros. Necesitamos compartir la carga para que sea más ligera para todo el mundo. No miro sólo a una gran chimenea sino a todos los pequeños hogares. En casa, en mi pequeña granja, he consultado con expertos locales y, así, fui capaz de ahorrar 72 toneladas de dióxido de carbono al año. Medidas similares son posibles en cada hogar, pero se necesita el apoyo de los gobiernos. Y la buena noticia es que el dinero invertido se quede en la región, al contrario que el dinero que gastamos en el combustible para la calefacción.
Tenemos que ver este reto como una oportunidad. En mi región, por ejemplo, se produce un aluminio que es muy delgado, 0.3 milímetros, es difícilmente visible, pero si lo pegas en las ventanas, impide que el calor del sol entre. En los países del sur, esto podría ayudar a eliminar el consumo de aire acondicionado. Eso es innovar. No es suficiente decirle a la gente que apague el aire acondicionado. Debe haber una razón por la que no lo necesite.
Estamos a punto de realizar una revolución industrial. Por ejemplo, podría haber turbinas de viento a pequeña escala para cada hogar; estas son la clase de cosas que necesitamos promover. Tenemos muchas oportunidades que debemos aprovechar. Necesitamos usarlas de tal manera que las generaciones jóvenes digan un día que no todo lo que recibieron fue completamente malo.
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