Urgen soluciones para que la carne de caza se consuma con garantías.

Desde hace unos años el jabalí ha proliferado por toda la provincia debido a la gran capacidad de adaptación de esta especie a distintos hábitat y a la colonización de zonas en las que tradicionalmente no habitaba, motivando un aumento en los jabalíes abatidos cada año.

En Cuenca, la mayoría de los canales de los jabalíes abatidos se aprovechan para autoconsumo, a diferencia de provincias como Toledo o Ciudad Real en las que la mayor parte de la carne de caza se comercializa. Tradicionalmente, las muestras de estos ejemplares eran analizadas tanto por veterinarios oficiales como por privados para descartar una enfermedad conocida como “triquinosis” que se transmite al ser humano a través de la ingestión de carne infectada y que puede acarrear graves perjuicios para la salud. Actualmente, se ha demostrado que el método tradicional de análisis no era fiable y, como consecuencia, ha habido un cambio en la normativa por la que, en estos momentos, sólo se permite el análisis de la carne a través del “método de la digestión”, ya que es el único método seguro.

Ante esta situación, y la actitud del Colegio Oficial de Veterinarios, el control de las larvas de triquina en muestras de caza de jabalí se ha convertido en un proceso caro y poco accesible. En estos momentos se están cobrado 300 euros por analizar las muestras correspondientes a un permiso de aguardos de un mes, en el que no suelen ser más de tres las piezas abatidas. Además, los veterinarios oficiales ya no analizan este tipo de muestras y, los escasos veterinarios privados que están dispuestos a analizarlas, no aportan ningún certificado que demuestre que la pieza no está infectada. De hecho, la mayoría de ellos, a pesar de la excesiva tasa cobrada por el Colegio, no disponen del equipo necesario para practicar el análisis conforme lo establece la normativa.

La Asociación de Cotos de Caza de Cuenca alerta de que, como consecuencia de esta problemática, muchos cazadores pueden tener la tentación de no analizar la carne de los jabalíes que abaten, basándose en la creencia de que la congelación y el posterior cocinado de la carne es la mejor garantía de prevenir un posible contagio de larvas de triquina, hecho que puede provocar la aparición en la provincia de algún brote de esta enfermedad en los humanos.

Por todo esto, La Asociación de Cotos de Caza de Cuenca exige a las administraciones competentes que se analice la totalidad de los jabalíes abatidos en la provincia previamente a su consumo y que las analíticas tengan un precio asequible. Además, la Asociación considera necesario que se establezca un sistema de trazabilidad para la carne de caza y que se cree una red de veterinarios lo suficientemente amplia y capacitada para llevar a cabo análisis efectivos.

ASAJA

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