UTILIZAR EL AGUA CON INTELIGENCIA – AGRICULTURA Y PESCA

Se prevé que la población mundial crezca a una tasa de 1,1 por ciento hasta el año 2015, y más lentamente a partir de entonces. La población actual es de seis mil millones de personas, en el año 2030 habrá 8 100 millones, aumento de cerca del 33 por ciento. En consecuencia, la demanda de alimentos crecerá en ese periodo pero a un ritmo menos acelerado. El crecimiento de esta demanda puede atenderse de tres formas: Aumentar los rendimientos agrícolas; ampliar la superficie agrícola; e incrementar la intensidad de explotación agrícola (el número de cosechas anuales). En los últimos 30 años, aproximadamente, la mayor parte del incremento de la producción -más de tres cuartas partes- se debe a cosechas más abundantes, sobre todo en consecuencia de la revolución verde. Se prevé que en los siguientes 30 años ocurra lo mismo en los países en desarrollo, con el 69 por ciento del aumento de la producción a cargo del volumen mayor de las cosechas, el 12 por ciento por la intensidad de explotación, y el resto a partir de la extensión de las tierras de cultivo. Gran parte del aumento de la producción agrícola provendrá de las tierras de regadío, de las que tres cuartas partes están en los países en desarrollo. En la actualidad, un 20 por ciento de las tierras agrícolas de los países en desarrollo tiene irrigación, y suministra cerca del 40 por ciento de la producción agrícola total. En los pasados 30 años, la superficie de regadío creció cerca de dos por ciento anual, con un incremento total de casi 94 millones de hectáreas entre 1962 y 1996. La superficie irrigada de los países en desarrollo en 1996 era casi el doble que en 1962. Un estudio de la FAO de 93 países en desarrollo llega a conclusiones comparativamente alentadoras en este tema. En el periodo 1996-2030, se prevé que el consumo de agua para riego en esos países aumente apenas un 12 por ciento, de los 1 840 kilómetros cúbicos por año a 2 060 kilómetros cúbicos anuales en el año 2030. Se trata de un ligero aumento en comparación con el crecimiento previsto de la superficie agrícola de regadío. La mayor parte de esta diferencia se explica por la mejoría anticipada de la eficiencia del riego, que hace disminuir la explotación necesaria de agua para riego por hectárea de tierras irrigadas. Una pequeña proporción de esta reducción también se deberá al cambio de las pautas agrícolas en algunos países, como China, donde se anticipa un cambio sustancial de la producción de arroz a la de trigo. Aquél suele consumir el doble de agua que éste.

FAO NOTAS

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