Nota de WWF/Adena
Los bosques albergan buena parte de la diversidad biológica del planeta a la vez que desempeñan un papel fundamental en la regulación del clima. En la actualidad ocupan unos 3.866 millones de hectáreas, casi una tercera parte de las tierras emergidas del planeta. Sin embargo, a pesar de los beneficios que generan a la humanidad, casi la mitad de la cubierta forestal original ha desaparecido. Y de lo que nos queda sólo la quinta parte muestra un estado de conservación favorable.
En la pasada década se produjo una pérdida neta de superficie forestal de 93,9 millones de hectáreas o, lo que es lo mismo de 5,6 millones de hectáreas al año (una hectárea equivale a la superficie de un campo de fútbol). En este mismo periodo se destruyeron bosques naturales para trasformarlos en plantaciones agrícolas y forestales a un ritmo de 16,1 millones de hectáreas al año; el 94 por ciento de esa superficie en zonas tropicales. La agricultura fue la responsable del 70% de esta transformación. Si a este panorama sumamos la situación de ausencia de gestión forestal, las talas ilegales y su comercio asociado, los incendios forestales y el desarrollo urbanístico, resulta fácil comprender que los bosques están seriamente amenazados.
En España, la situación se caracteriza por la explotación intensiva de eucalipto y pino en las zonas de influencia atlántica y montana, y el abandono e infrautilización de los productos y servicios ambientales y socioculturales de los montes mediterráneos. En ambos casos destaca la carencia de planificación territorial y la ausencia de gestión forestal. De hecho, menos del 13% de la superficie forestal cuenta con un documento de gestión, como demanda la Ley de Montes. Carencia que incluso ocurre en los espacios de la Red Natura 2000.
Apenas queda el 20% de las masas forestales originales de nuestro país. Cada verano el fuego arrasa una superficie media de 150.000 hectáreas a la vez que el 20% del territorio nacional sufre riesgos extremos o altos de erosión, un panorama nada positivo para asegurar la mejora de nuestras masas forestales.
Lourdes Hernández, del Programa de Bosques de WWF/Adena, apuntó: “Es imprescindible un cambio social y político para atajar la trágica tendencia actual. Las Comunidades Autónomas deben asumir sus responsabilidades y apostar de forma prioritaria por una gestión forestal sostenible y una ordenación racional del territorio”. WWF/Adena hace, además, un llamamiento al mercado español de madera para que no contribuya a la devastación de los bosques evitando el consumo de fuentes ilegales o desconocidas y exigiendo productos certificados por el instrumento FSC (Forest Stewardship Council o Consejo de Administración Forestal).
WWF/Adena