Así, la organización denuncia la insostenibilidad del trasvase del Tajo a la Llanura Manchega, cuya construcción avanza sin ninguna oposición. El trasvase parte del Acueducto Tajo Segura, desde el que salen 450 km. de tuberías y su destino son los municipios ubicados sobre los acuíferos manchegos.
Desde hace más de 25 años, estos acuíferos sufren una sobreexplotación causada por el regadío, en buena parte ilegal, que consume más del 90% del agua. El regadío ha producido un déficit hídrico de más de 3000 hm3 y ha desecado Las Tablas de Daimiel y otras lagunas manchegas. A pesar de que no existen recursos disponibles, Castilla-La Mancha tiene el apoyo de la Confederación del Guadiana (Ministerio de Medio Ambiente Rural y Marino) para legalizar en la zona pozos de 7.000 m3 al año.
WWF/Adena advierte que el caudal ecológico del esquilmado río Tajo se resentirá a causa de este trasvase, disminuyendo también la capacidad de depuración de las aguas contaminadas procedentes de Madrid, y que llegan hasta Extremadura.
Además, este trasvase demuestra también el doble rasero que emplea la Junta de Castilla-La Mancha en su política del agua. A través de su propuesta de Estatuto de Autonomía, pretende poner fecha de caducidad a los trasvases de agua del Tajo al Segura. Pero con este hecho está lejos de demostrar su rechazo a los trasvases intercuencas. No en vano, la Junta presionó al Gobierno central para que aprobara durante la pasada legislatura este proyecto de conducción desde el Tajo con el fin de llevar agua a las otras cuencas del Guadiana y Júcar, pero siempre dentro del Territorio de Castilla-La Mancha.
WWF/Adena solicita al Gobierno que no atienda la avidez de la Junta de Castilla-La Mancha y le exija seguir un modelo moderno en la gestión del agua como el establecido por la Agencia Catalana del Agua. Esta cuenta con la participación pública de la Mesa de la sequía y confiere prioridad al ahorro y a la gestión óptima de los recursos propios de la Cuencas Internas de Cataluña. Una buena práctica que ya ha conseguido los menores consumos por habitante de España, así como la puesta en marcha de alternativas que han permitido retirar el trasvase del Ebro a Barcelona.
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