Nota de WWF/Adena
A pesar de un verano anormalmente húmedo y frío, nuestros montes han sufrido ya más de 18.000 incendios forestales y, al terminar el año, sobrepasaremos probablemente los 20.000, cifra vergonzosa para un país civilizado si tenemos en cuenta que casi todos son provocados intencionada o negligentemente.
Ya hace tiempo que las administraciones autonómicas y estatal han dejado de excusarse con la sequía del verano para solventar su innegable y repetido fracaso de las campañas de incendios. Y es que las cifras hablan por si mismas: el número de incendios es altísimo y con tendencia creciente, sus causas son mayoritariamente antrópicas y las comunidades autónomas atlánticas (sin veranos secos como los mediterráneos) acaparan más del 50% de los incendios. Incluso un verano mucho más húmedo que el anterior ha generado más de 6.000 incendios y 16.000 hectáreas más que el año pasado, mucho más seco que el que acabamos de tener.
Silenciar el problema o hablar de «conato» y maquillar las cifras de superficie quemada año tras año parece ser la táctica utilizada ahora, que de nada sirve para afrontar el problema. Sirva el dato que ofrece la Organización Gallega de Comunidades de Montes Vecinales en Mano Común de que la superficie forestal quemada en Galicia del 1 de enero hasta el 5 de septiembre de 2002 es de 25.380 hectáreas, mientras que los cálculos de la Consellería de Medio Ambiente las sitúan en más de 19.000
WWF/Adena no quiere difuminar el verdadero problema de los incendios forestales, que no es otro que el que comete el delito o negligencia queda en el 99,9 % de los casos impune, por una guerra de cifras. Así lo dicen las cifras del SEPRONA, que detuvo tan sólo a 218 personas de los 20.000 incendios (sólo actuaron en 4.000 de ellos) en el año 2001, y lo mismo parece que va a ocurrir en el 2002, en el que apenas se alcanzan el centenar de detenidos a mediados de año. El SEPRONA asume que en más del 40% de los incendios en los que actúa se desconoce la causa, aunque apuntan en las conocidas al pirómano, la quema pastoral, la recalificación de terrenos hasta el negocio de la madera.
La administración deja hacer, mientras colectivos como PROFOR (Asociación de Profesionales Forestales), entre los que se incluyen los agentes y guardas forestales, demandan más apoyo en la investigación y persecución de los incendiarios, pues se sienten terriblemente desvalidos a la hora de ejercer la función que se les ha encomendado.
Por todo ello WWF/Adena demanda una postura más decidida por parte de todas las administraciones implicadas en la lucha contra los incendios para reducir su número, y que estén basadas en la investigación de las motivaciones y generar la normativa necesaria para sancionar justamente a la gente que los produce.
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