Preparación del suelo para la cebada

La cebada es un alimento que se destina para la alimentación de ganado y aves, tanto en grano como en forraje verde y paja. Es también muy importante para la fabricación de cerveza, alcohol y malta. Generalmente se agrupan en dos, la de dos carreras o cerveceras y de seis carreras o forrajeras.

Técnicas para la preparación del suelo previa a la siembra de la cebada

La cebada es un cereal de segundas pajas y se cultiva generalmente después del trigo. En variedades de invierno se siembran entre septiembre y noviembre, normalmente en Andalucía, Castilla la Mancha y Extremadura. Podría colocarse en cabeza de alternativas para una rotación de cultivos pero al ser el trigo más exigente se suele colocar en segundo lugar.

Las labores preparatorias son similares a las del trigo. Se hacen labores profundas con vertederas o subsoladores con incorporación de abonado de fondo y labores ligeras para mullir el suelo. Se puede dar un abono nitrogenado a base de 40-80 U.F de nitrógeno y con 8-100 U.F de fósforo y potasio. En las cebadas de invierno el nitrógeno se puede fraccionar de manera que los ⅔ se aporten con las labores de preparatoria y el resto en cobertera hasta mediados del ahijado.

No se deben sobrepasar las cantidades de nitrógeno indicadas, pues en cebadas forrajeras puede ocasionar un aumento del encamado y reducir la calidad al incrementarse la fibra, como consecuencia del incremento de ahijado (tallos), y disminuir el tamaño del grano. En las cebadas cerveceras se debe procurar disminuir el abonado nitrogenado para rebajar el porcentaje de proteínas del grano.

Para el control de malas hierbas se recomienda realizar rotaciones de cultivos evitando el monocultivo.
Tanto las técnicas de no laboreo (siembra directa) o laboreo mínimo, dan buenos resultados en regadío y son más controvertidas en secano, pero en general en todos los casos, se debe inicialmente pasar una grada de discos y aportar o eliminar los restos del cultivo anterior. Luego, conviene también que el terreno quede mullido pero no excesivamente fino para que no se formen costras, del mismo modo que el rulado no debe ser excesivamente intenso y agrietado en profundidad.

 

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