Hace poco más de un año, concretamente el 3 y 4 de febrero de 2003, se celebró en Valencia la Conferencia Europea denominada “La sociedad de la información como instrumento clave para el desarrollo rural”. En ella, se formuló una Declaración que con el mismo nombre de la ciudad (Declaración de Valencia) reconocía sin paliativos que las áreas rurales, consideradas como un activo fundamental para Europa, deben beneficiarse de las ventajas de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). La aplicación de dichas tecnologías, cuyos servicios conforman la denominada Sociedad de la Información y del Conocimiento, se presenta como un elemento clave para conseguir la cohesión territorial y la vertebración socioeconómica, aunque se apuntaba la necesidad del impulso de los poderes públicos, de las empresas tecnológicas y de los propios habitantes de las zonas rurales.
Se trata en definitiva de una declaración frente a una de las manifestaciones de la denominada brecha digital (digital divide) que la OCDE define como “el desfase o división entre individuos, hogares, áreas económicas y geográficas con diferentes niveles socioeconómicos con relación tanto a sus oportunidades de acceso a las tecnologías de la información y la comunicación, como al uso de Internet para una amplia variedad de actividades”.
Para el análisis de este fenómeno, se viene proponiendo una serie de variables a considerar, entre las que destacamos:
– Grado de distribución entre los distintos colectivos de la sociedad (en el caso que estamos tratando, nº usuarios en poblaciones rurales / nº usuarios en poblaciones urbanas) relacionada en definitiva con la desigualdad.
– Nivel de equipamiento, en términos de número de ordenadores, dentro de la sociedad en cuestión.
– Desarrollo del acceso a Internet a través del anterior equipamiento.
– Operabilidad real de esos ordenadores en la red.
– Capacidad o potencialidad en el aprovechamiento de Internet, en el sentido de poder convertir la información en conocimiento.
Recientemente (27 de enero de 2004), se han publicado por el INE los resultados detallados de la Encuesta sobre equipamiento y uso de Tecnologías de la Información y Comunicación en los hogares (2003) de la cual extraemos los siguientes datos en función de las variables expuestas anteriormente. Comentaremos sólo los datos de los núcleos de más de 100.000 habitantes y capitales de provincia frente a los de menos de 10.000 habitantes. En definitiva, y simplificando la realidad, comparamos lo que podemos considerar núcleos urbanos respecto a núcleos rurales, de los cuales también sabemos, que en su conjunto, la actividad agraria es muy representativa.
– En núcleos urbanos el porcentaje de viviendas con algún tipo de ordenador roza el 50% (49,58%) mientras que en núcleos rurales, sólo disponen de poco más del 30% (31%)
– Respecto a las viviendas que disponen de acceso a Internet, en los primeros se sitúa en el 30% (30,37%), y en los entornos rurales sobre la mitad (16,06%).
– En relación a la operatividad real, un parámetro a considerar sería el porcentaje de personas que han comprado a través de Internet en los últimos meses. En los núcleos urbanos en torno al 5% (5,36%) casi el doble que en los rurales (2,72%).
– En cuanto a la capacidad o potencialidad en el aprovechamiento de Internet, comparamos el porcentaje de usuarios de ordenador que han hecho algún curso de informática. Se trata de los pocos parámetros con valores similares, incluso ligeramente superiores en los núcleos rurales (54,25%) frente a los núcleos urbanos (51,35%)
Sin entrar en más valoraciones, concluir que se necesita continuar impulsando la utilización de los ordenadores y el acceso a Internet en el entorno rural, fomentando el hábito de emplear esta tecnología como herramienta de trabajo y aprendizaje, adaptada a la realidad y necesidades que dentro de dicho ámbito.