En la Asociación Nacional de Productores Agroalimentarios (PROAGRO) somos conscientes de que la seguridad alimentaria es una preocupación constante y un objetivo prioritario, por lo que dedicamos cuantiosos recursos humanos y económicos a este capítulo en cada uno de los sectores agroalimentarios que representamos. Para poder cumplir con el compromiso que demandan los consumidores PROAGRO trabaja en todos los ámbitos necesarios que nos permitan garantizar la seguridad de los alimentos que nuestros asociados comercializan, labor que coordinamos a través del departamento de control de la calidad con los expertos de las propias empresas agroindustriales.
La seguridad ha sido siempre uno de los aspectos fundamentales de la alimentación y, la constante preocupación de los consumidores, según se desprende de un análisis que responde a la gran importancia que ha adquirido la alimentación en la sociedad actual, reconociéndose, cada vez más, que el conocimiento de la trazabilidad de los alimentos otorga una mayor confianza al consumidor.
La preocupación constante por el aseguramiento de la calidad alimentaria ha llevado a PROAGRO a desarrollar un vínculo que une el método de producción con la alimentación siguiendo todo el proceso de trazabilidad en la cadena alimentaria. La trazabilidad es un elemento necesario para garantizar la seguridad alimentaria. La trazabilidad es un conjunto de procedimientos que nos permite conocer el origen y la trayectoria de un producto a lo largo de la cadena de producción y en cualquier fase de la misma.
Como consecuencia de las principales crisis alimentarias de los últimos años, este concepto se ha extendido, especialmente en el caso de los productos frescos, más sensibles a posibles riesgos que pongan en peligro la salud de los consumidores. La incertidumbre, desde el punto de vista epidemiológico, a la hora de adquirir productos frescos, nos lleva a informar a la opinión pública acerca de la trazabilidad de estos productos, a fin de limitar los riesgos aún hipotéticos o potenciales, en un principio de cautela sin precedentes, que tiene su origen en los programas sobre el aseguramiento de la calidad.
Es imprescindible apostar por la información si queremos acabar con la crisis de confianza que atraviesa la agroalimentación y, que no sólo atañe a los métodos de producción, ni está relacionada con el origen de algunos productos, sino que afecta a toda la cadena alimentaria.