Según las directrices de Estrategia de la Unión Europea, 1.998, los programas forestales se deberán concebir y ejecutar de “abajo hacia arriba” con la participación y consenso de los sectores institucionales locales y de los agentes sociales implicados.
En Galicia se puede apreciar una marcada vocación forestal debido, principalmente, a la topografía de los terrenos y a la débil situación socio-económica de muchos Concellos en zonas del interior. Después de analizar a situación geoestratégica de los montes gallegos, y considerando el gran potencial del sector forestal, tanto en la producción de madera como en la industria de transformación, la Administración Autonómica presenta el Plan Forestal de Galicia en el año 1.990, aprobado por el Parlamento de Galicia en 1.992.
El Plan Forestal de Galicia establece un modelo forestal a largo plazo, 40 años (hasta 2.032) con la finalidad de mantener una coherencia en las intervenciones realizadas en los montes y en los demás sectores relacionados con el ámbito forestal. Se comienza a tomar conciencia de la importancia del sector forestal y de la necesidad de fomentar la adecuada cultura forestal a toda la sociedad.
Como finalidad de esa política forestal se establecen los siguientes objetivos:
A) Conservar y proteger los recursos naturales de Galicia.
B) Mejorar la calidad de vida de las persoas ofreciendo el uso recreativo de los espacios forestales.
C) Potenciar la economía, puesto que el monte produce gran cantidad de materias primas renovables de las que derivan gran cantidad de productos de transformación.
La función principal consiste en establecer un modelo de monte que cumpla con las funciones básicas distribuyendo los usos de forma equilibrada. Es decir: Desarrollo Sostenible a través de una Gestión Forestal Sostenible.
En la multi-funcionalidad de los bosques cabe resaltar y clasificar las tres funciones básicas: económicas, sociales y ecológicas.
El concepto de desarrollo sostenible o crecimiento económico estable va evolucionando en la segunda mitad del siglo XX y se asocia a la sostenibilidad en lo ambiental, en lo social y en lo cultural, es decir, el deseo de legar a la próxima generación un patrimonio de bienestar sin renunciar al propio.
Y, así, sobre la sostenibilidad se realizó el Primer Informe del Club de Roma (1971), en el que se reconocía la existencia de límites a la explotación de los recursos naturales y a la inviabilidad del crecimiento económico contínuo, en el que se buscaba conciliar la economía con la conservación medio-ambiental. Aquí nació el concepto de “ecodesarrollo”, que apuntaba a objetivos sociales de redistribución de la riqueza, la aceptación de limitaciones ecológicas al crecimiento y a la búsqueda de un sistema económico más eficiente.
El concepto de desarrollo sostenible fue establecido por la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo (1986), que lo define como: “aquél que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las propias necesidades”.
Y es en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Río de Janeiro 1.992) cuando el principio de sostenibilidad adquiere carta de naturaleza a nivel mundial. Los 27 principios de la “Declaración de Río” colocan al ser humano en el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible.
En el año 1.997, en Ámsterdam, el Medio Ambiente adquiere carta de naturaleza en la política de la Unión Europea e introduce un nuevo artículo en el Tratado Constitutivo de la Unión Europea para establecer que: “las exigencias de la protección del medio ambiente deberán de integrarse en la definición y en la realización de las políticas y acciones de la comunidad… y en particular, con el objeto de fomentar el desarrollo sostenible”.
En la tercera Conferencia Interministerial para la protección de los bosques de Europa (Lisboa 1.998) se llega a un acuerdo para apoyar el desarrollo a nivel nacional y regional de los criterios e indicadores paneuropeos y las directrices generales para una Gestión Forestal Sostenible para integrarlos en todas las políticas forestales nacionales.
Los criterios y los indicadores paneuropeos son los instrumentos usados para definir, evaluar y controlar el progreso hacia una gestión forestal sostenible. El término “criterio” hace referencia a los elementos fundamentales o principios mediante los cuales se valora la sostenibilidad, teniendo en cuenta las funciones productivas, ecológicas y sociales de los bosques y de las masas forestales. Cada criterio se define por “indicadores”, que pueden ser cuantitativos o cualitativos, que son medidos y controlados regularmente para determinar los efectos de las intervenciones en la gestión forestal.
Como consecuencia de todo esto se establece la Estrategia Forestal Española, en un documento vinculante aprobado por el Ministerio de Medio Ambiente y los Consejeros de las 17 Comunidades Autónomas en marzo de 1.999, elaborado de forma participada y constituyendo el documento base para el Plan Forestal y la Ley Básica de Montes.
Considerando, pues, la evidencia de los movimientos que se estaban produciendo, y considerando el espacio geopolítico que ocupa la Comunidad Autonómica Gallega no se entiende que los objetivos del Plan Forestal de Galicia en el año 1.990, parte legislativa, vayan en una dirección y la situación real de las masas forestales vaya en otra dirección completamente distinta.
Tampoco se entiende que en año 1.990, en el que ya se podían comprobar los resultados de una política forestal errónea, se continuara haciendo más de lo mismo, y, que ahora, transcurrido un tercio del período, se continúen incrementando los desequilibrios forestales y se sigan manteniendo los objetivos de alcanzar en el año 2.032 una producción de 7 millones de m³ de madera de pino, de 5 millones de m³ de madera de eucalipto e de 2 millones de m³ de madera de frondosas caducifolias.
Los últimos datos conocidos (2004) nos dicen que estamos produciendo anualmente (crecimiento vegetativo) más de 13 millones de m³ de madera en los bosques de Galicia. El consumo anual de madera alcanza la cantidad de 6,5 millones de m³ de madera. Es decir, que los montes están “almacenando” más 5 millones de m³ de madera cada ano. ¿Son éstos los parámetros de una política forestal gestionada bajo los criterios y los indicadores de una Gestión Forestal Sostenible?
¿Qué hacemos, pues, con las funciones básicas de carácter económico, social y medio-ambiental que posee la multi-funcionalidad de los bosques, y que exige que se cumplan la propia Unión Europea?
Es evidente que la literatura y las matemáticas viajan por distintos caminos.
Val do Baixo Ulla, 18.01.2007.
xxaneiro@terra.es
-(Galego)-
DESENVOLVEMENTO SUSTENTABLE: A ÁRBORE DA VIDA.
Según as directrices de Estratexia da Unión Europea, 1.998, os programas forestais deberanse concebir e executar de “abaixo ata arriba” coa participación e consenso dos sectores institucionais locais e dos axentes sociais implicados.
En Galicia pódese apreciar unha marcada vocación forestal debido, principalmente, á topografía dos terreos e a débil situación socio-económica de moitos Concellos nas zonas do interior. Despois de analizar a situación xeoestratéxica dos montes galegos, e considerando o gran potencial do sector forestal, tanto na producción de madeira como na industria de transformación, a Administración Autonómica presenta o Plan Forestal de Galicia no ano 1.990, aprobado polo Parlamento de Galicia no 1.992.
O Plan Forestal de Galicia establece un modelo forestal a longo prazo, 40 anos (ata o 2.032) coa finalidade de manter unha coherencia nas intervencións realizadas nos montes e nos demais sectores relacionados co ámbito forestal. Coménzase a tomar conciencia da importancia do sector forestal e da necesidade de fomentar a adecuada cultura forestal a toda a sociedade.
Como finalidade desa política forestal se establecen os seguintes obxectivos:
A) Conservar e protexer os recursos naturais de Galicia.
B) Mellorar a calidade de vida das persoas ofrecendo o uso recreativo dos espacios forestais.
C) Potencia-la economía, xa que o monte produce gran cantidade de materias primas renovables e das que derivan gran cantidade de productos de transformación.
A función principal consiste en establecer un modelo de monte que cumpra coas funcións básicas distribuíndo os usos de forma equilibrada. É dicir: Desenvolvemento Sustentable a través dunha Xestión Forestal Sustentable.
Cabe resaltar e clasificar a multi-funcionalidade dos bosques a tres funcións básicas: económicas, sociais e ecolóxicas.
O concepto de desenvolvemento sustentable ou crecemento económico estable vai evolucionando na segunda metade do século XX e asóciase á sustentabilidade no ambiental, no social e no cultural, é dicir, o desexo de legar á próxima xeración un patrimonio de bienestar sen renunciar ó propio.
E, así, sobre a sustentabilidade realizouse o Primeiro Informe do Clube de Roma (1971), no que era recoñecida e existencia de límites á explotación dos recursos naturais e a inviabilidade do crecemento económico contínuo, no que buscaba conciliar a economía coa conservación medio-ambiental. Aquí naceu o concepto de “ecodesenvolvemento”, e que apuntaba a obxectivos sociais de redistribución da riqueza, a aceptación de limitacións ecolóxicas ó crecemento e a búsqueda dun sistema económico máis eficiente.
O concepto de desenvolvemento sustentable foi establecido pola Comisión Mundial para o Medio Ambiente e o Desenvolvemento (1986), que o define como: “aquel que satisface as necesidades da xeración presente sen comprometer a capacidade das xeracións futuras para satisfacer as propias necesidades”.
É na Conferencia das Nacións Unidas sobre o Medio Ambiente e o Desenvolvemento (Río de Janeiro 1.992) cando o principio de sustentabilidade adquiere carta de natureza a nivel mundial. Os 27 principios da “Declaración de Río” colocan o ser humano no centro das preocupacións relacionadas co desenvolvemento sustentable.
No ano 1.997, en Ámsterdam, o Medio Ambiente adquire carta de natureza na política da Unión Europea e introduce un novo artigo no Tratado Constitutivo da Unión Europea para establecer que: as esixencias da protección do medio ambiente deberán de integrarse na definición e na realización das políticas e accións da comunidade… e en particular, co obxecto de fomentar o desenvolvemento sustentable.
Na terceira Conferencia Interministerial para a protección dos bosques de Europa (Lisboa 1.998) chégase a un acordo para apoiar o desenvolvemento a nivel nacional e rexional dos criterios e indicadores paneuropeos e directrices xerais para una Xestión Forestal Sustentable para integralos en todas as políticas forestais nacionais.
Os criterios e os indicadores paneuropeos son os instrumentos usados para definir, evaluar e controla-lo progreso ata a xestión forestal sustentable. O termo “criterio” fai referencia ós elementos fundamentais ou principios mediante os cales é valorada a sustentabilidade, tendo en conta as funcións productivas, ecolóxicas e sociais dos bosques e das masas forestais. Cada criterio se define por “indicadores”, que poden ser cantitativos ou cualitativos, que son medidos e controlados regularmente para determinar os efectos das intervencións na xestión forestal.
Como consecuencia de todo isto establécese a Estratexia Forestal Española, nun documento vinculante aprobado polo Ministerio de Medio Ambiente e os Conselleiros das 17 Comunidades Autónomas en marzo de 1.999, elaborado de forma participada e constituíndo o documento base para o Plan Forestal e a Lei Básica de Montes.
Considerando, pois, a evidencia dos movementos que estábanse producindo, e considerando o espacio xeopolítico que ocupa a Comunidade Autonómica Galega non é razonable que os obxectivos do Plan Forestal de Galicia no ano 1.990, parte lexislativa, vaian nunha dirección e a situación real das masas forestais vaia noutra dirección completamente distinta.
Tampouco é razonable que nos anos 90, no que xa era posible comprobar os resultados dunha política forestal errónea, continuara a Administración facendo máis do mesmo, e, que agóra, transcurrido un tercio do período, continúen incrementándose os desequilibrios forestais e continúen manténdose os obxectivos de acadar no ano 2.032 unha producción de 7 millóns de m³ de madeira de piñeiros, de 5 millóns de m³ de madeira de eucalipto e de 2 millóns de m³ de madeira de frondosas caducifolias.
Na actualidade (2004), estanse a producir anualmente (crecemento vexetativo) máis de 13 millóns de m³ de madeira nos bosques de Galicia. O consumo anual de madeira acada os 6,5 millóns de m³ de madeira. É dicir, que descontando 1,5 millóns de m³ para rexeneración propia, os montes están “almacenando” máis de 5 millóns de m³ de madeira cada ano. ¿Son estos os parámetros dunha política forestal xestionada baixo criterios e indicadores dunha Xestión Forestal Sustentable?
¿Qué facemos, pois, coas funcións básicas de carácter económico, social e medio-ambiental que posúe a multi-funcionalidade dos bosques, e que obriga a cumprirse na normativa da Unión Europea?
Está claro que a literatura e as matemáticas viaxan por distintos camiños.
Val do Baixo Ulla, 18.01.2007.
xxaneiro@terra.es