El arándano es un frutal de aspecto arbustivo, perteneciente a la familia botánica de las Ericáceas, dentro de la cual se encuentran también importantes especies ornamentales, como las azaleas y los rododendros. Existen distintas especies de arándanos. La mayor extensión cubierta por este frutal corresponde al arándano bajo, que crece silvestre en regiones frías de Norteamérica, de donde es originario. El arándano alto y el arándano ojo de conejo son cultivados comercialmente.
En el hemisferio sur la fruta es cosechada desde fines de noviembre hasta marzo. El principal país productor y exportador es Chile, seguido por Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica. En el país vecino el cultivo comercial del arándano toma auge a partir de 1989, aprovechando su consolidada estructura exportadora y su experiencia en la producción de «berries». En nuestro país los emprendimientos de carácter comercial son recientes. Parte significativa de la superficie plantada corresponde a la región Mar y Sierras, en la provincia de Buenos Aires.
El arándano es una fruta muy apreciada por los países del hemisferio norte, principalmente EE.UU. y algunos países de Europa, tales como Alemania, Francia, Italia e Inglaterra, donde su consumo es tradicional. Es demandado por estos mercados como fruta fresca en contraestación cuando se encuentran desabastecidos por encontrarse en el período invernal, llegando a pagar precios elevados en ciertos momentos de la temporada.
El arándano es un cultivo de muy alta inversión inicial. Y como todo frutal requiere de algunos años para recuperar dicha inversión. Recién comienza a producir al tercer año, alcanzando la condición de plantación adulta, con una producción estable, al 7º – 8º año. En un cultivo en plena producción, bien manejado, se pueden esperar rendimientos de alrededor de 8000 kg/ha, de los cuales alrededor del 70% cumplirían con los requisitos de calidad que permiten su exportación como producto fresco.
En un planteo orientado a la exportación de arándano fresco, es necesario diseñar una adecuada política de comercialización, que puede incluir la agrupación de productores, como ya se ha implementado en nuestra región; acabado conocimiento de los requisitos y preferencias del mercado/s a donde va dirigido el producto; prever el mantenimiento de una ajustada cadena de frío en post-cosecha, al tratarse de un producto perecedero; y contar con asesoramiento técnico calificado.
Características de la planta de arándano
Las raíces de los arándanos tienen un aspecto fibroso y se distribuyen superficialmente, lo que las vuelve dependientes de una provisión constante de humedad. En condiciones naturales las raíces están asociadas con hongos micorrizas específicos, con los cuales mantienen una relación de mutuo beneficio (simbiótica).
Entre las raíces y la parte aérea se encuentra la corona, que tiene la capacidad de emitir brotes.
La altura del arándano bajo no supera los 50 cm. En cambio, el arándano alto en condiciones de cultivo puede alcanzar alturas de hasta 2,5 metros. El arándano ojo de conejo crecería aún más, pero es contenido mediante la poda.
Las yemas vegetativas, de las cuales se originan las hojas, y las yemas fructíferas, que producen las flores, se distribuyen en forma separada a lo largo de las ramas, a diferencia de otros frutales.
Las hojas son simples, de forma ovada a lanceolada, y caducas, es decir, las hojas se pierden durante el receso invernal, adquiriendo una tonalidad rojiza en el otoño.
Las flores poseen corola blanca o rosada, reuniéndose en racimos.
El fruto es una baya casi esférica, que dependiendo de la especie y cultivar, puede variar en tamaño de 0,7 a 1,5 cm. de diámetro, y en color desde azul claro hasta negro. La epidermis del fruto está cubierta por secreciones cerosas, que le dan una terminación muy atractiva, como en el caso de las ciruelas.
Requerimientos agroecológicos
Los arándanos se adaptan a distintos climas, de acuerdo a la especie considerada.
El clima y las condiciones del tiempo afectan la calidad de los frutos. En general éstos tienen mejor sabor en aquellas áreas donde los días son más largos y las noches frías cuando madura la fruta.
Los arándanos, como las azaleas, prefieren suelos ácidos (pH 4-5), livianos, con abundante materia orgánica (más de 5%), bien drenados y con adecuado abastecimiento de agua durante la temporada de crecimiento.
Especies de arándano
Arándano alto (northern highbush blueberry): es la especie que produce la fruta de mejor calidad en cuanto a tamaño y sabor, debido a que fue sometido a un largo proceso de mejoramiento genético en su país de origen. Desarrolla bien en regiones frías, con inviernos largos.
Arándano alto de bajo requerimiento de frío (southern highbush blueberry): comprende un conjunto de variedades derivadas de cruzamientos entre la especie anterior y diversas especies nativas de zonas más cálidas. Presentan buena calidad de fruta, de maduración temprana, apta para primicias. En las plantaciones realizadas en la provincia de Buenos Aires se han incluido cultivares pertenecientes a este grupo, con el objeto de aprovechar la apertura de una ventana de precios elevados en los mercados del hemisferio norte.
Arándano ojo de conejo (rabbiteye blueberry): es considerada una especie de menor importancia económica. Se adapta a regiones más cálidas que el arándano alto, presentando mayor rusticidad: es más tolerante a la sequía y permite su cultivo en un rango más amplio de suelos.
El arándano puede ser multiplicado por estacas o mediante micropropagación, es decir vegetativamente, a partir de una planta original de características sobresalientes; así, en el marco de programas de mejoramiento genético, llevados a cabo principalmente en los EE.UU., se han obtenido un gran número de variedades. Algunas se cultivan desde hace mucho tiempo en dicho país, siendo ampliamente conocidas, otras son nuevas, consideradas prometedoras, pero no han sido suficientemente probadas. De todas maneras, para conocer con precisión el comportamiento local de una variedad es indispensable iniciar un programa de experimentación adaptativa.
Al elegir las variedades que se van a plantar, se deben tener en cuenta, por un lado, el período de cosecha, u oportunidad de la oferta, y por otro, la calidad de la fruta, que debe ser óptima. Considerando que las exigencias en calidad del producto de exportación son cada vez mayores y la longevidad de una plantación de arándano bien manejada podría superar los 20 años, deberíamos estar en condiciones de satisfacer los requerimientos de calidad en el futuro, a través de una adecuada elección de variedades en el presente.
Las variedades de arándano y el clima
Los arándanos, como cualquier especie perenne de follaje caduco, poseen un requerimiento agroclimático en bajas temperaturas invernales. El normal despertar primaveral queda condicionado a las características térmicas del invierno precedente. Dicha exigencia viene cuantificada por medio del cálculo de las «horas de frío», que representan la cantidad de horas con temperaturas inferiores a 7º C, acumuladas durante el año. Interesan particularmente las horas de frío efectivas, registradas durante el período de reposo invernal (mayo a setiembre), las que son promediadas para una serie de años.
En aquellas áreas en que esta exigencia no es satisfecha adecuadamente, en general la floración se prolonga excesivamente y la brotación se atrasa.
Si por el contrario, las plantas cumplen anticipadamente en el año sus exigencias de frío, quedan peligrosamente expuestas a las heladas que acontecen durante el último tramo del período invernal, encontrándose en condiciones de florecer una vez que la temperatura promedio diaria supera los 10ºC.
A fin de estimar la aptitud agrícola regional para el arándano en lo que respecta a las «horas de frío», nos basaremos en la carta agroclimática correspondiente, elaborada por los profesores Damario y Pascale (Facultad de Agronomía, UBA)
Los «northern highbusch blueberries», arándanos altos norteños (en alusión a Estados del norte de los E.U.A.), entre los cuales figuran Earliblue, Blueray, Berkeley, Bluecrop, Coville, Jersey, Elliot, Brigitta, tienen un requerimiento de 800 a 1200 horas de frío. De la observación de las curvas se deriva que el norte de la provincia de Buenos Aires aparece poco apto para su cultivo.
Los «southern highbusch blueberries», arándanos altos sureños, particularmente interesantes por la maduración temprana de sus frutos, se caracterizan por presentar bajos requerimientos del frío:
Menos de 400 horas de frío: Gulfcoast, Georgiagem, Sharpblue, Flordablue.
400 a 600 horas de frío: Cooper, O’neal, Cape Fear, Blue Ridge.
En este caso, el norte de la provincia de Buenos Aires cumple en mayor o menor medida con la satisfacción de dicha exigencia agroclimática. El centro-sur de la provincia de Buenos Aires, en cambio, se presenta poco apropiado para estas variedades, dado el mayor riesgo de heladas. En el caso de ser cultivadas en esta región, se debe considerar la incorporación de un sistema de control activo (empleo de calentadores, riego por aspersión).
Más allá de estas disquisiciones preliminares, el comportamiento fenológico debe ser corroborado a través de observaciones efectuadas in situ, como las que se llevan a cabo en la colección varietal de la Facultad de Agronomía de Azul (UNCPBA), a cargo del profesor Venero.
Plantación
Si bien los arándanos son autofértiles, la polinización cruzada incrementa la producción en muchos cultivares, resultando además en una maduración más temprana y frutos de mayor tamaño. Por lo tanto se debe considerar la plantación de variedades polinizadoras.
Es aconsejable que la preparación del suelo comience en la temporada anterior. Resulta conveniente realizar una labor profunda. Una pasada de arado cincel en el momento adecuado removerá una posible compactación del suelo.
Estas plantas requieren una preparación del suelo especial, que asegure una alta porosidad, a fin de permitir un alto contenido de oxígeno y facilitar el desarrollo de su sistema radical. En tal sentido suele resultar beneficiosa la incorporación de enmiendas carbonadas, como por ejemplo el aserrín de pino.
Las plantas deben ser uniformes, vigorosas, sanas, debiendo existir garantías acerca de la autenticidad de las variedades adquiridas.
Las plantas micropropagadas suelen presentar la ventaja de su sanidad, particularmente en lo que se refiere a virus. Dicho material, multiplicado en laboratorio, debe ser sometido a un proceso de rustificación previo a su plantación en el campo. Si los plantines no están lo suficientemente rustificados no resistirán las condiciones del medio en el que deben crecer.
Teniendo en cuenta que los arándanos tienen un potencial de vida superior a los 20 años, se deben tomar los mayores recaudos en la elección de las plantas, la implantación y posteriores cuidados, para no afectar su futuro crecimiento y producción.
Se emplea una densidad de alrededor de 2200 plantas/ha (1,5 m entre plantas en la fila X 3 m entre filas). En general es conveniente realizar la plantación a inicios de primavera.
Por la alta exigencia de oxígeno de las raíces, es aconsejable elevar el sitio de plantación, por ejemplo a través de la formación de un camellón de 20 cm de altura por 1,20 m de ancho. Este movimiento de tierra facilita el drenaje, evitando una posible sobresaturación con agua, que conduciría a la asfixia radical.
El hoyo de plantación debe ser de un tamaño tal que permita a la planta desarrollar su sistema radical cómodamente durante los primeros años. Las raíces de los arándanos son muy finas y cuando se exponen al aire se secan rápidamente. Es necesario durante la plantación tener la precaución de mantenerlas cubiertas y húmedas.
Riego
Debido a la distribución superficial de las raíces del arándano, el suelo necesita de un nivel adecuado de humedad, proporcionado por las lluvias o mediante el riego. Los sistemas de riego localizado permiten regar muy frecuentemente, y además, ofrecen la posibilidad de realizar fertirrigación. El riego durante el primer y segundo año de la plantación es muy importante para su rendimiento futuro. Ya entrando en producción, las mayores exigencias de humedad en el año están concentradas en el período de mayor crecimiento y durante la maduración del fruto. De todas maneras, si las precipitaciones no acompañan, el riego debería continuarse durante el verano tardío y otoño temprano, a fin de favorecer el desarrollo de las yemas de flor, que han de fructificar en la temporada siguiente.
La adición de una cobertura orgánica superficial ayuda a reducir la frecuencia de riegos, en tanto protege a las jóvenes raíces de la excesiva evaporación del agua y del incremento de temperatura durante los días calurosos.