Desde la industrialización de la sociedad actual el peso económico del sector primario ha retrocedido frente al peso del sector servicios o de industria. Desde hace décadas el sector primario pasa las dificultades propias de la readaptación a la globalización que hacen que la población agraria esté perdiendo efectivos. En este contexto el envejecimiento de la población rural es un hecho, producto de que es un sector en retroceso que pide una alta formación y en la que los jóvenes tienen dificultades para integrarse. El difícil acceso a la tierra es una de las causas que explican el bajo número de jóvenes agricultores.Otro de los grandes problemas que impiden que el campo sea atractivo para la incorporación de jóvenes es que las explotaciones agrarias son demasiado pequeñas para ser rentables ante un mercado globalizado que pide trabajar con grandes cantidades.
Es el sindicato Unió de Pagesos, perteneciente a la plataforma estatal COAG, desde donde se muestran más críticos. Alexis Inglada, exsecretario general de Unió de Joves Pagesos, explica: “En el sector primario, en estos momentos, una de cada cuatro explotaciones está en manos de gente jubilada. Puede haber unos 5000 agricultores de menos de 35 años ejerciendo la profesión. La tendencia es a un acelerado envejecimiento, con la circunstancia agravante de que no se incorpora suficiente gente joven para cubrir las bajas, por lo que el balance es negativo”.
El modelo que se está incentivando es el agroindustrial, con pocos agricultores autónomos, con mucha integración y mucho asalariado. El modelo que hay actualmente, que es más social y en el que el agricultor es directamente el propietario de la tierra, está tendiendo a desaparecer. Es un proceso que viene influido por la política agraria de por las instituciones. Anglada añade: “La política agraria que nos esta afectando a nosotros es sobretodo la de Unión europea. No se tienen en cuenta muchos factores que son importantes como por ejemplo si uno es agricultor profesional, o es simplemente un propietario absentista. Las ayudas de la Unión Europea aplicadas a la producción, están destinadas a quien más tiene, quien más hectáreas tiene, quien más cabezas de ganado tiene, cobra más. Y este es el único criterio”. Por tanto, desde Unió de Pagesos se postula por que el pilar que es necesario impulsar sea la explotación familiar, pero es la que queda en un segundo plano en el reparto de las ayudas estructurales. Apuestan por un modelo como el alemán que está apoyando con leyes una agricultura ecológica, postulando por una seguridad alimentaria y un modelo agrario más social.
Des la segunda fuerza electoral del campo catalán, Joves Agricultors i Ramaders de Catalunya (JARC), que nació hace 5 años de la fusión de diversas asociaciones históricas del campo catalán con más de 25 años de historia, el planteamiento es más optimista. Francesc Pasqual, su secretario general, nos comenta: “La situación hace 4 o 5 años era desesperante porque a parte de un envejecimiento había un abandono de la actividad agraria. Ahora en Catalunya notamos que hay cada vez más jóvenes que se incorporan a la actividad agraria. Hay muchas explotaciones que se renuevan y continúan con la actividad I esto nos esperanza, nos hace ver que hay un poco más de futuro en este sentido. Todas las ayudas de PDR (Planes de Desarrollo Rural) están desarrolladas en este sentido, con mucha inversión dedicada a innovación, educación y modernización de la empresa agraria.” De todas maneras cree que es incuestionable hay un envejecimiento de la población agraria. Opina que los jóvenes en su mayoría optan por buscar actividades más bien remuneradas, más tranquilas, con un bienestar superior.
Desde Unió de Joves apuestan por que en la agricultura catalana se valore por la multifuncionalidad, por eso proponen un modelo de regulación de la relación entre la sociedad y la agricultura muy similar al aplicado en Francia en los años del gobierno de la izquierda plural: es lo que ellos denominan el contrato social. En la redacción final de la Ley de Orientación Agraria catalana, que pretende ser la que marque las líneas generales de la política agrícola catalana, aparece este concepto de contrato social. El contrato social es una medida más para impulsar esta agricultura social en la que el agricultor se compromete a realizar una serie de prácticas culturales a cambio de recibir unas ayudas para continuar con estas prácticas. “La ventaja reside en el hecho de que de este contrato social se puede beneficiar gente que no viene de tradición familiar, que es una realidad creciente. La escuelas de capacitación agraria están llenas de gente que no tiene tradición familiar y no tienen tierra. Con las actuales condiciones del mercado de la tierra es inviable que puedan echar adelante los jóvenes, por muchas ganas y mucha formación que tengan. Este contracto territorial posibilitaría que esta gente pudiera echar hacia delante” según opina Anglada. Éste afirma que no quieren ayudas tanto por la producción como para los que hacen unas prácticas agrícolas que benefician al territorio y al conjunto de la ciudadanía. Considera que en España tenemos que llegar al nivel de otros países en que se están haciendo verdaderos avances en que la gente valore esta agricultura de calidad. Sobre si este tipo de políticas beneficia la incorporación de jóvenes responde: “Lo que está claro es la apuesta por un modelo más social favorecería la incorporación de jóvenes. El problema más grande que tiene ahora el sector primario es el endeudamiento. El modelo productivo que se está impulsando condiciona mucho las explotaciones familiares, y las pequeñas que exigen un nivel de endeudamiento vía modernización de las estructuras, vía ampliación de la explotación comprando tierra, vía mecanización…”. Anglada considera que es imposible pedirle a un joven que se incorpore sabiendo que existe este modelo en el que tiene que hacer unas inversiones que serán a largo plazo y que muchas veces él no controla.
Desde JARC, opinan que los jóvenes agricultores están muy bien formados pero que los que realmente se implicarán en el sector primario serán aquellos que decidan quedarse en el ámbito rural, y para eso, en opinión del sindicato, es necesario que se asesore a los jóvenes y se les ayude para modernizar sus explotaciones. “Aquí tenemos un problema y es que desde la Unión Europea la agricultura mediterránea no la ven con buenos ojos, y la penaliza. La agricultura catalana está muy diversificada, y a Europa esto no le gusta, porque hacen la competencia a otros países. Lo que se pretende des de la Unión Europea es incentivar el consumo de cultivos más continentales”, explica Pasqual. Desde JARC considera que en el contexto de la globalización donde el libre mercado afecta, porque hay zonas productivamente más baratas, se tiene que saber negociar y defender la agricultura catalana.
Des de este punto de vista ambas asociaciones de agricultores valoran la actuación del Departamento Catalán de Agricultura, pero creen que seria necesario una apuesta más fuerte. “Estuvimos satisfechos cuando se aprobó una partida presupuestaria para la incorporación de jóvenes. Nosotros siempre habíamos pedido una partida abierta sin limite, para abastecer las necesidades de la incorporación de jóvenes, porque es el futuro de la agricultura. Pero no funciona así, funciona como una partida cerrada”, explica Pasqual de JARC. Des de Unió de Joves se critica el retraso en la convocatoria de ayudas, que consideran insuficientes. Aunque de hecho la Conselleria ha convocado ayudas extraordinarias y en julio de este año convocará las ordinarias. Desde la Generalitat nos informan que en los últimos años se han incorporado 1500 jóvenes, a 500 por año, y que se han distribuido en zonas que tenían un nivel alarmante de envejecimiento como la comarca de El Segrià.