El sector agrario se ha caracterizado tradicionalmente por la generación de excedentes de manera estructural, dado su enfoque eminentemente productivista. A su vez, durante los últimos años ha experimentado una progresiva reducción de su renta agraria, dado que los precios agrarios han evolucionado a la baja año tras año.
Una parte de esta situación puede atribuirse a la existencia de una fuerte concentración empresarial en la cadena de distribución alimentaria, que confiere a estas empresas una posición muy favorable a la hora de negociar en el mercado frente a la tradicional oferta agraria. Es conocido por todos que el comercio agroalimentario es dominado en la actualidad por hipermercados y supermercados frente a las tiendas tradicionales.
Es en este punto donde entraría en juego el papel de las cooperativas, las cuales comercializan aproximadamente un 40% de la producción final agraria y por lo tanto tienen un peso muy importante en la misma. Éstas se caracterizan, generalmente, por ser de un tamaño pequeño o mediano y con un escaso desarrollo tecnológico, así como por una escasez de procesos de integración y concentración. Sin embargo, algunos subsectores gozan de una situación de liderazgo debido a la calidad de sus productos y a su capacidad de respuesta comercial.
La creación de cooperativas de 2º grado, favoreciendo la concentración e integración, supondría una solución a la situación planteada, ya que al conseguir un mayor tamaño empresarial, se lograría por lo tanto una mayor presencia en el mercado que sin lugar a dudas conferiría una mayor competitividad al sector, así como un mayor peso en la producción final agraria.
Un claro ejemplo lo tenemos en países como Holanda o Dinamarca, donde el cooperativismo agrario juega un papel muy importante, siendo el más desarrollado de toda Europa con unas cifras de facturación ciertamente importantes.
Existe, por lo tanto, la necesidad de desarrollar mediante el cooperativismo un modelo de agricultura en el que podamos incorporar al sector agroalimentario, para de esta forma integrar los procesos de comercialización, transformación e intermediación. Por ello, el futuro del sector, debería orientarse a un desarrollo agroindustrial del sector cooperativo.