Los desafíos cambiaron y los conceptos también.
Abrirse al mundo y competir con economías mundiales son tareas que les tocará cumplir a los agricultores y exportadores de Mendoza, a partir del próximo 1 de enero del 2004.
El proceso de apertura, desrregulación de mercados y conformación de bloques económicos, han modificado sustancialmente el contexto en que se desarrolla la actividad económica en el mercado internacional.
La creciente demanda por productos agrícolas más seguros para los consumidores, el aumento tanto en las importaciones como en la producción agrícola, así como también las presiones ambientales, una baja en la producción con plaguicidas y un aumento en la irrigación, han traído como consecuencia un incremento de las Enfermedades transmitidas por los alimentos (ETA’s) en adultos mayores y en niños que son el segmento más susceptible de la población humana.
Debido a todo esto, los países Desarrollados se han pronunciado a favor de los consumidores, por lo que los países exportadores deben convertirse en suplidores más competitivos respetando el medio ambiente y ofreciéndoles a sus clientes productos más seguros. Esto significa que se deben utilizar herramientas que busquen demostrar mediante procesos adecuados y evidencia de estos, que se están haciendo las cosas correctamente a lo largo de la cadena agroalimentaria o sea desde escoger el terreno hasta la mesa del consumidor.
Para esto se han venido impulsando programas tendientes a garantizar al consumidor que los alimentos producidos son seguros para su consumo, por lo que se a creado el programa “Iniciativa de la Inocuidad de Alimentos” con la estrategia de la Finca a la Mesa en Estados Unidos y el Libro Blanco de la Seguridad Alimentaria, puesto en marcha por la comisión Europea, y como resultado de éste la respuesta a las grandes cadenas de distribución con su programa EUREP-GAP en Europa, los cuales buscan que los agricultores o empresas que suplen productos en estos mercados implementen Buenas Prácticas Agrícolas, buscando que los supermercados ofrezcan productos más seguros, una diferenciación de sus productos más seguros, una diferenciación de sus productos, minimización de los riegos ETA’s, así como poder contar con aspectos de trazabilidad a lo largo de la cadena, por medio de la implementación de sistemas de Gestión de Calidad.
Las “Buenas Prácticas Agrícolas” corresponden a la traducción del inglés de las Good Acricultural Practices (GAP) que desarrollaron distribuidores detallistas con el fin de elevar los estándares sanitarios de la producción de furias y hortalizas. }
Desde la Federación Económica de Mendoza, a través de su programa de Producción más Limpia (ejecutado por medio de un convenio con el BID), ha elaborado una serie de medidas preventivas para los empresarios y agricultores de la provincia, con el fin de concientizar acerca de las nuevas imposiciones que el mercado internacional hoy exige.
En primer lugar, se debe contar con un programa de capacitación o entrenamiento y un manual de buenas prácticas de higiene y manufactura. Estas buenas prácticas deben figurar por escrito de las forma más simple y clara posible, y estar siempre a la vista de los trabajadores temporales, de tiempo parcial y tiempo completo.
Por otro lado, es importante contar con una enseñanza sobre los programas de control y aseguramiento de la calidad e inocuidad de frutas y hortalizas frescas tales como Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) o Buenas Prácticas de Manufactura (BPM), Programas Operacionales Estándares de Saneamiento y el Sistema d e Análisis de Peligros y Control de Puntos Críticos (HACCP): La aplicación efectiva de estos programas requiere que todo el personal este implicado en su seguimiento.
Sin lugar a dudas que todos estos aspectos aunados a la presión que están ejerciendo los consumidores, recae sobre los agricultores, por lo que las agro empresas deben tener un mayor protagonismo con respecto a la gestión de los medios de producción, ante la demanda de alimentos más seguros y prácticas de cultivo respetuosas del medio ambiente, es así que las BPA se vuelven una excelente opción como herramienta de competitividad para mantenerse en el mercado de frutas y hortalizas frescas con la inocuidad y calidad esperada por los clientes.