De todas las variedades de agricultura: la convencional, la biotecnológica y la alternativa ellos se sitúan dentro de la denominada alternativa. Ésta la dividen en dos vertientes: la sostenible que pretende una producción agrícola integrada y la ecológica que para ellos tiene un enfoque global de la agricultura y se preocupa de la preservación de la diversidad biológica y cultural. Dentro de la alternativa se sienten identificados con esta última, la ecológica.
Las funciones que se marca la propia red son dos:
-Ayudar a la adaptación local de las metodologías y técnicas para generar y conservar biodiversidad agrícola en sistemas de producción ecológica.
-Complementar las experiencias locales con acciones tendentes a modificar el contexto sociopolítico, legal y económico en el ámbito estatal y europeo que impiden el desarrollo de la agricultura ecológica, que en otros países disponen de un importante mercado. Mientras en España la cuota de mercado no llega al 1%, en Francia se sitúa en el 6%, en Alemania en el 10%, y en Dinamarca en el 30%. En Catalunya la agricultura ecológica es un sector pequeño, el número de hectáreas inscritas no alcanza las 4000.
Desde la semilla a la mesa en la agricultura ecológica, el abono tiene que ser orgánico, el pienso solo vegetal. Plantas insectos y determinadas sustancias orgánicas actúan como plaguicidas. Si el alimento es procesado tampoco puede incluir ninguno de los 14 colorantes y conservantes autorizados en la UE. Como contrapartida son mas caros, como Jaume Brustenga miembro de la Escuela Agraria de Manresa entrevistado por Valencia Fruits reconoce: «Tiene un sobreprecio porque este tipo de producción sale más caro»
Aunque la producción de semilla ecológica no va necesariamente ligada a las variedades locales, la Red de Semillas se marca como objetivo la conservación de la biodiversidad cultivada local para recuperar algunas de las variedades locales que creen que pueden competir perfectamente en una producción comercial. Jaume Brustenga señala: «Desde la Red Semillas se está intentando que estas variedades tradicionales se incluyan en el catálogo de semillas protegidas para la agricultura ecológica. Pero hasta que esto no se solucione no se puede producir semilla ecológica. Si se quiere hacer semilla ecológica aprovechando las variedades tradicionales no se puede hacer porque no están inscritas en el registro y muchas de ellas nunca lo han estado. Tiene que cumplir unos requisitos que ninguna de estas variedades lo cumple».
Este hecho señalado por Brustenga, que este tipo de semillas no cumplen normalmente los requisitos para ser inscritas en el Registro varietal, impide que puedan ser producidas comercialmente. Lo que se ha intentando desde la Red de Semillas es que el MAPA ponga en marcha un Registro de Variedades protegidas. El 31 de mayo de este año se presentaron al registro algunas variedades locales que se han recuperado por parte de la Cooperativa Ecomediterránea (Valencia) y de la Cooperativa Verde (Andalucía).
Otro de los retos de la semilla ecológica es que el 1 de enero del 2004 vence la moratoria que permite a los agricultores ecológicos que utilicen una semilla convencional. La Red pretende el sector de la agricultura ecológica para afrontar esto. Por ahora desde la plataforma ven tres posibles soluciones a la inexistencia de semillas ecológicas de producción comercial: que las empresas convencionales creen líneas de producción ecológica, que se creen nuevas empresas de agricultura ecológica o sistemas de abastecimiento local (solo de este último recurso ha podido ensayar la plataforma, en una proyecto en Gerona llamado Ecollavor). Otra posibilidad es la que apunta Brustenga: «Existen empresas extranjeras que están dispuestas a vendérnoslas» y añade: «Si aún no se ha hecho nada es porqué no hay suficiente demanda como en otros países».
Su defensa de la semilla ecológica se hace frente a lo que consideran una situación de erosión genética a nivel mundial, lo que relacionan directamente con que consideran la insostenibilidad del sistema agrícola actual. Esta erosión implica una perdida de variabilidad genética. Según Brustenga: «La agricultura convencional y los transgénicos son unos métodos muy agresivos que deterioran el medio ambiente. Plaguicidas, abonos, ganadería intensiva, los residuos…». Según Brustenga la agricultura ecológica busca una producción de calidad y que no perjudique el medio ambiente.
Respecto al tema de los transgénicos consideran que no es una tecnología interesante, y especifican que desde su punto de vista la tecnología podría emprender otras líneas de investigación que ellos consideran más interesantes. Pero consideran que la biotecnología erosiona la autonomía del agricultor, Brustenga explica: «Creemos que utilizar tecnologías muy complejas y sofisticadas que beneficien a las grandes empresas nos hacen perder autonomía a los agricultores, o semillas como la terminator que no te la puedes guardar nunca hacen perder la autonomía». Aunque consideran que los efectos de los transgénicos son nocivos para el medio ambiente y los consumidores reconocen que no pueden afirmar nada con rotundidad: «Si perjudican o no perjudican no lo sabremos hasta dentro de 50 años»