Hoy en día estamos acostumbrados a dar al interruptor de la pared e instantáneamente tener una habitación iluminada, o a abrir un grifo y no sólo tener agua, sino además que esté caliente en pocos segundos.
Y nos parece tan normal como el aire que respiramos. Pero, para que todo ésto sea posible, necesitamos energía, mucha energía y cada día más.
También estamos muy acostumbrados, quizá demasiado, a oír hablar de peligros que nos amenazan como el agotamiento de los yacimientos de petróleo, la contaminación que se produce en las centrales nucleares, el riesgo de vivir cerca de los tendidos de alta tensión o de estaciones eléctricas… ¿Cómo podemos evitar todos estos problemas? ¿Volviendo hacia atrás en el tiempo y viviendo sin electricidad, por ejemplo? Evidentemente, no.
Pero «hoy» estamos de suerte, porque parece que las llamadas energías renovables «vienen en nuestra ayuda» (aunque no hay que olvidar que parte de la solución también está en que esforcemos en ahorrar y en utilizar de forma eficiente aquellos recursos de los que hablábamos al principio). Y hablaremos de ellas: del sol, del viento y de la biomasa como fuentes de energía alternativas, o quizá sea más adecuado decir complementarias, a las convencionales. La energía solar, como todos sabemos, es la procedente del sol, que recibimos en la Tierra en forma de radiación electromagnética. Existen dos tipos o formas de aprovechar esta energía, la energía solar fotovoltaica y la térmica. La primera produce electricidad, para proporcionar luz principalmente; la segunda, se emplea casi exclusivamente para calentar agua de uso doméstico e industrial.
La energía eólica se aprovecha para generar energía eléctrica gracias a los aerogeneradores, que transforman el movimiento que el viento imprime a las aspas en energía mecánica y ésta, a su vez, en energía eléctrica. La biomasa también puede ser utilizada para la producción de energía. Al hablar de biomasa nos referimos a toda la materia orgánica producida no sólo en ecosistemas naturales, sino también a los productos y residuos procedentes de actividades agrícolas, ganaderas, forestales e industriales.
Las aplicaciones de este tipo de energía varían en función de la materia prima y de los procesos de transformación empleados, pudiéndose obtener calor y/o electricidad, así como biocombustibles líquidos para el transporte (por ejemplo, el biodiesel). La situación actual de España en términos de utilización de energías renovables nos sitúa un poco por encima de la media de Europa. Puede parecer curioso que uno de los países que están en cabeza sea Alemania, que con una evidente desventaja frente a nosotros, al menos en lo que al recurso sol se refiere, cuentan, sin embargo, con una gran concienciación social respecto a este tema.
Las razones o ventajas principales que justifican el apoyo a las energías renovables son las siguientes: ü Proporciona energía de forma silenciosa y limpia, evitando la emisión de gases a la atmósfera y otro tipo de formas de contaminación. ü Este tipo de energía puede ser producida en España, gracias condiciones naturales de las que goza nuestro país.
De esta forma, se disminuye la importación de energía (el 70% actualmente) y por tanto, la dependencia del exterior. ü La situación actual de desarrollo tecnológico en esta materia puede suponer la aparición de nuevas industrias, con la consiguiente creación de riqueza. Este hecho permitiría importantes mejoras tecnológicas, lo que supondría una disminución del precio de la producción de energía, principal inconveniente que presenta el uso de forma generalizada de estas energías por parte por parte de la población y de las industrias.
Existe en España un ambicioso «Plan de Fomento de las Energías Renovables» que prevé conseguir que un 12% de la energía proceda de fuentes renovables para el año 2010, además de un marco normativo regulador de la producción de energías renovables. Otras ventajas: ü El empleo de la energía solar fotovoltaica permite el acceso a una mínima calidad de vida en zonas rurales, solucionando problemas que la energía tradicional no es capaz de solucionar. Por otra parte, evita los costosos sistemas de transporte. Además, cualquier usuario se puede vender su producción de energía solar a la compañía eléctrica.
La producción de biomasa para la obtención de energía en áreas desfavorecidas supone para estas zonas un aumento de renta y una mejora de la calidad de vida, ya que permitiría un aumento del empleo y reducción de la dependencia económica. El aprovechamiento de los restos procedentes del sector agroforestal redundaría en una mejora de la gestión, así como en la reducción del riesgo de incendios forestales.
De forma general, se diversifican las fuentes tradicionales de suministro actualmente, España es el tercer país productor de paneles fotovoltaicos de la UE y la mayoría de las torres eólicas que se implantan en nuestro país son de fabricación española. Existen ciertas limitaciones a la hora de implartar estas tecnologías: ü El mayor coste que actualmente supone producir energía con renovables frente a los métodos tradicionales. ü Limitaciones impuestas por la Naturaleza, ya que no en toda nuestra geografía se dan las condiciones de sol o viento necesarias para que sea viable la producción de este tipo de energía. ü El impacto visual de las placas solares y de las torres eólicas y el impacto ecológico que suponen éstas últimas para la avifauna por pérdida de hábitats.
Llegados a este punto, sólo queda por ver si las ventajas anteriormente apuntadas compensan los efectos negativos derivados de la ubicación de este tipo de instalaciones, que es presumible que se puedan evitar, cuanto menos paliar, con una buena planificación y gestión. A corto plazo, es difícil que las energías renovables lleguen a sustituir totalmente a las tradicionales, pero sí pueden llegar a ser una importante fuente complementaria de producción de energía.
También podrían ser una gran solución para aquellas zonas del mundo en vías de desarrollo que tienen un gran déficit energético y donde la implantación de las infraestructuras necesarias para la producción y consumo de energía de forma convencional supondría un enorme coste.