Los antecedentes en el sector forestal demuestran que la sostenibilidad del mismo pasa por la profesionalización de la gestión forestal. Son tiempos de gestores de recursos, los únicos que pueden sacar del marasmo actual a los montes gallegos.
Un monte se mide por el potencial de producción y por la capacidad de hacerlo producir de manera planificada y constante en el futuro. Por lo tanto, no debe estar en manos de personas sin el conocimiento necesario para alcanzar tales fines.
Cuando la sociedad rural fue saliendo de la economía de supervivencia de los años 60, los trabajos agro-forestales también comenzaron a ser menospreciados y rechazados en el entorno social. Eran trabajos poco apreciados, de los que no daban rendimientos al final de cada mes. El sector forestal notó esos tiempos. En cuanto a la propiedad privada (1.385.000 Ha.), por estar demasiado parcelado, pagó un alto precio por esa desidia. En el monte vecinal (608.000 Ha.), en poder de las Comunidades de Montes, la situación fue un poco diferente. Hay preocupación por mejorar pero faltan conocimientos y dedicación. Los escasos rendimientos y el exceso de producción de los dos monocultivos (pinos y eucaliptos) es un fiel reflejo de la realidad forestal en Galicia, y no pueden aportar los recursos necesarios para cuidar el monte del presente y menos aún para planificar el monte del futuro.
El futuro del monte pasa por la diversificación de especies forestales, y por la gestión forestal sostenible, única alternativa para generar los recursos necesarios para poder realizar una gestión eficaz de los recursos disponibles. Para alcanzar los rendimientos esperados, la gestión forestal debe ser considerada como una unidad económica de gestión y aplicarle criterios de economía de empresa. La diversidad generará siempre menos problemas en el futuro, porque diversificará el riesgo de sobre-ofertas de alguna especie, y es una función lógica de la planificación forestal. Los planes forestales deben comprender varios turnos de explotación para las especies plantadas, lo cual equivale a hablar de períodos superiores a 100 años, y dependiendo siempre de los ajustes que sea necesario realizar durante el transcurso de ése período.
Para implantar una gestión forestal sostenible, la Administración tiene la obligación de ordenar el espacio forestal gallego para que pueda ser planificado. La potencialidad de ese espacio determinará los rendimientos futuros, que deberán ser autosuficientes para su desarrollo. Las subvenciones, por sistema, non tienen razón de ser. Los retrasos en esa ordenación están hipotecando los recursos forestales de la sociedad rural, y sigue produciendo el triste desarraigo de la población.
Cuando acontecieron los grandes desastres medio-ambientales de los incendios forestales (…1989…2006…), los propietarios no reaccionaron ni reaccionan. Todo son lamentos, pero sin alternativas. La prensa escrita da testimonio sobrado de muchas personas que hablaron de los incendios y de las consecuencias. Pasada la noticia, todo queda igual hasta que se repitan. Estamos viendo cómo después de los incendios los propietarios no saben tomar decisiones porque desconocen la gestión de los recursos forestales. Intentan recuperar el monte tradicional sin recordar o conocer siquiera cómo era tal monte. Se habla del bosque atlántico como aquél que tiene pinos y robles-carballos, y de que como tal no le hacen falta cuidados. El desconocimiento es palpable por todas partes. Se conforman con que no arda, aunque no dé nada de rendimientos. Con esta repetición viene el cansancio, y con éste llega el olvido. Y de este ya sabemos que vienen más incendios.
Cuando contemplamos un monte quemado, observamos el contraste de lo que representa el abandono o la limpieza del mismo; podemos ver los fustes ennegrecidos de los pinos o de los rebrotados eucaliptos que no son retirados, o bien por abandono o porque no pagan los costes de la saca. Toda una fuente de infección futura, con el agravante de la contínua colonización de nuevos terrenos. En muchos casos pasan a formar parte de la cultura del fuego, triste herencia de los tiempos pasados, y, que algunos pretenden seguir manteniendo, aún cuando existen máquinas en la actualidad a costes razonables para triturar los restos forestales o vegetales que pueda producir el monte.
Se debe, pues, concienciar y apoyar a los colectivos que lo necesiten. En este camino se está notando la falta de una política forestal sostenible de la Administración y de un organismo oficial que esté cerca del propietario forestal para poder prestarle la ayuda y el asesoramiento necesarios para corregir los desequilibrios existentes. Los beneficios creados superarán siempre con creces a todos los esfuerzos realizados. La formación de cuadros de gestores de recursos forestales es fundamental para empezar a planificar la sostenibilidad del monte. A partir de ellos los ingenieros pueden desarrollar políticas forestales de futuro.
La propia Administración sigue sin definir los objetivos forestales de Galicia. Cambiar el rumbo del actual Plan Forestal de Galicia (1992-2032), requiere de un esfuerzo muy importante que será visible en el medio plazo. A la política no le interesa el medio plazo. Tan sólo saben vender presente y legislatura en curso. Y, por lo tanto, así nos va en el sector forestal. El que olvida su historia está condenado a repetir los mismos errores del pasado, y si fue mala, mala seguirá. Está de moda en muchos políticos el hablar de desarrollo sostenible para todo, desconociendo el verdadero significado de esa expresión.
En los países más comprometidos con el desarrollo sostenible ya llevan muchos años trabajando en esa dirección. En los tiempos presentes, hay países que están poniendo en marcha políticas forestales sostenibles, o la están enfocando hacia la compensación de los derechos de emisión sujetos al Protocolo de Kyoto. Otros, entre los que estamos, no hacen nada.
Necesitamos, pues, de una nueva cultura forestal que se empiece a desarrollar en las escuelas y siga por las aulas, como materia de estudio, y así poder mirar de cara al futuro. Una Comunidad donde la superficie forestal supera los dos tercios de su territorio, se supone que debe tener una clara vocación forestal. Si miramos los componentes de la renta “per cápita” de Galicia, podemos comprobar el escaso peso que tiene el sector primario en la misma.
Así, pues, deberíamos apoyar el trabajo de los que tienen interés por cambiar el rumbo forestal de esta Comunidad. Creando desarrollo forestal sostenible se generará riqueza al colectivo de la propiedad. Los gestores de recursos forestales, (recursos renovables) pueden abrir el camino a la nueva economía ambiental, futuro de la sociedad rural… y de la urbana.
Val do Baixo Ulla, 27.01.2007
xxaneiro@terra.es
-(Galego)-
XESTORES DE RECURSOS FORESTAIS.
Os antecedentes no sector forestal amosan que a sustentabilidade do mesmo pasa pola profesionalización da xestión forestal. Son tempos de xestores de recursos, os únicos que poden sacar do marasmo actual ós montes galegos.
Un monte mídese polo potencial de producción e pola capacidade de facelo producir de maneira planificada e constante no futuro. Polo tanto, non debe estar en mans de persoas sen o coñecemento necesario para acadar tales fíns.
Cando a sociedade rural foi saíndo da economía de supervivencia dos anos 60, os traballos agro-forestais tamén comenzaron a ser menospreciados e rexeitados no entorno social. Eran traballos pouco apreciados, dos que non daban rendimentos o final de cada mes. O sector forestal notou esos tempos. En canto a propiedade privada (1.385.000 Ha.), por estar demasiado parcelado, pagou un alto prezo por esa desidia. No monte veciñal (608.000 Ha.), en poder das Comunidades de Montes, a situación foi un pouco diferente. Hai preocupación por mellorar pero fallan coñecementos e dedicación. Os escasos rendimentos e o exceso de producción dos dous monocultivos (piñeiros e eucaliptos) é un fiel reflexo da realidade forestal en Galicia, e non poden aporta-los recursos necesarios para coida-lo monte do presente e menos aínda para planifica-lo monte do futuro.
Un futuro que pasa pola diversificación de especies forestais, e pola xestión forestal sustentable, única alternativa para xera-los recursos necesarios para poder realizar unha xestión eficaz dos recursos disponibles. Para acada-los rendimentos esperados, a xestión forestal debe ser considerada como unha unidade económica de xestión e aplicarlle criterios de economía de empresa. A diversidade xerará sempre menos problemas no futuro, porque diversificará os riscos das sobre-ofertas dalgunha especie, e ademais é unha función básica da planificación forestal. Os plans forestais deben comprender varios turnos de explotación para as especies plantadas, o que equivale a falar de períodos superiores ós 100 anos, dependendo sempre dos axustes que sexa necesario realizar durante o transcurso dese período.
Para implantar unha xestión forestal sustentable, a Administración ten a obriga de ordena-lo espacio forestal galego para que poida ser planificado. A potencialidade dese espacio determinará os rendimentos futuros, que deberán ser autosuficientes para o seu desenvolvemento. As subvencións, por sistema, non teñen razón de ser. Os retrasos nesa ordenación están hipotecando os recursos forestais da sociedade rural, e segue producindo o triste desarraigamento da poboación.
Cando aconteceron os grandes desastres medio-ambientais dos incendios forestais (…1989…2006…), os propietarios non reaccionanaron nin reaccionan. Todo son lamentos, pero sen alternativas. A prensa escrita da testemuña sobrada de moitas persoas que falaron dos incendios e das consecuencias. Pasada a noticia, todo queda igual ata que volten. Estamos vendo cómo despois dos incendios os propietarios non saben tomar decisións porque descoñecen a xestión dos recursos forestais. Intentan recupera-lo monte tradicional sen recordar ou coñecer sequera cómo era tal monte. Fálase do bosque atlántico como aquél que ten piñeiros e carballos, e de que non fai falla coidalos. O descoñecemento é palpable por todas partes. Confórmanse con que non arda, aínda que non dé nada de rendimento. Con esta repetitición ven o cansancio, e con este chega o olvido. E deste xa sabemos que veñen máis incendios.
Cando contemplamos un monte queimado, observamos o contraste do que representa o abandono ou a limpieza do mesmo; podemos ve-los fustes ennegrecidos dos piñeiros ou dos rebrotados eucaliptos que non son retirados ou ben por abandono ou porque non pagan os custes de saca. Toda unha fonte de infección futura coa agravante da contínua colonización de novos terreos. En moitos casos pasan a formar parte da cultura do lume, triste herdanza de tempos pasados, e, que algúns pretenden seguir mantendo, cando na actualidade existen máquinas a custos razonables para tritura-los restos forestais ou vexetais que poida produci-lo monte.
Cumpre, pois, concienciar e apoiar ós colectivos que o necesiten. Neste camiño estase a notar a falla dunha política forestal sustentable da Administración e dun organismo oficial que esté preto do propietario forestal para poder prestalle a axuda e o asesoramento necesarios para correxir os desequilibrios existentes. Os beneficios creados superarán sempre con creces todos os esforzos realizados. A formación de cuadros de xestores de recursos forestais é fundamental para empezar a planifica-la sustentabilidade do monte. A partir deles os enxeñeiros poden desenvolver políticas forestais de futuro.
A propia Administración segue sen defini-los obxectivos forestais de Galicia. Cambia-lo rumbo do actual Plan Forestal de Galicia (1992-2032), require dun esforzo moi importante que sería visible no medio prazo. Á política non lle interesa o medio prazo. Tan só saben vender presente e lexislatura en curso, e, polo tanto, así nos vai no sector forestal. O que olvida a súa historia está condenado a repetir os mesmos erros do pasado, e, se foi mala, mala seguirá. Está de moda en moitos políticos o falar de desenvolvemento sustentable para todo, descoñecendo o verdadeiro significado desa expresión.
Nos países máis comprometidos co desenvolvemento sustentable xa levan moitos cantos anos traballando nesa dirección. Nos tempos presentes, hai países que están poñendo en marcha políticas forestales sustentables, ou a están enfocando hacia a compensación dos dereitos de emisión suxeitos o Protocolo de Kyoto. Outros, entre os que estamos, non fan nada.
Necesitamos, pois, dunha nova cultura forestal que empece a desenrolarse nas escolas e siga polas aulas, como materia de estudio, e así poder mirar de cara o futuro. Unha Comunidade onde a superficie forestal supera os dous tercios do seu territorio, suponse que debe ter unha clara vocación forestal. Ollando os componentes da renda “per cápita” en Galicia, podemos comprobar o escaso peso que ten o sector primario na mesma.
Así, pois, deberíamos apoia-lo traballo dos que teñen interese por cambia-lo rumbo forestal desta Comunidade. Creando desenvolvemento forestal sustentable xerarase riqueza o colectivo da propiedade. Os xestores de recursos forestais (recursos renovables) poden abri-lo camiño á nova economía ambiental, futuro da sociedade rural… e da urbana.
Val do Baixo Ulla, 27.01.2007