Un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Meteorología, del Instituto Nacional de Técnica Aerospacial (INTA); y del Instituto de Investigación Espacial de Alemania (DLR) han descubierto un nuevo efecto atmosférico que han bautizado con el nombre de efecto «GHOST» (Global Hidden Ozone Structures from TOMS).
La traducción de estas siglas sería: «Estructuras globales de ozono ocultas, obtenidas con el instrumento TOMS» (Total Ozone Mapping Spectrometer). El TOMS es un instrumento muy popular entre la comunidad científica que estudia la atmósfera. Fue desarrollado por la NASA, y desde 1978 observa y vigila diariamente la capa de ozono a nivel mundial.
El efecto «GHOST» se manifiesta en la detección nítida del contorno de los continentes y las cadenas montañosas más importantes con los datos de ozono obtenidos por el instrumento TOMS. En la imagen se muestra el valor promedio de ozono para el mes de julio en el periodo 1981-91 con isolíneas cada 1 Unidad Dobson. Hay que hacer notar que los contornos de los continentes no han sido dibujados.
Este efecto fue descubierto por Emilio Cuevas, director del Observatorio Atmosférico de Izaña (INM), y por Manuel Gil, director del Laboratorio Central de Instrumentación e Investigación Atmosférica (INTA), ambos integrantes de este equipo de investigación, ya en 1995, habiendo sido expuesto inmediatamente en varios congresos internacionales de primera línea, aunque fue en 2000 cuando se pudo encontrar una explicación al mismo.
La principal dificultad para encontrar una interpretación al efecto «GHOST» radicó en que, en realidad, convergen simultáneamente varias causas de distinta naturaleza y cada una de ellas con mayor o menor importancia relativa, dependiendo de la región geográfica que se analice. Estos investigadores sostienen que el efecto «GHOST» se debe básicamente a dos procesos naturales: La variación que experimenta la columna de ozono con la topografía y con la variación de la altura de la tropopausa (límite entre la troposfera y la estratosfera situada en torno a los 10-12 km de altitud), y a una limitación de diseño en el algoritmo de determinación del ozono a partir de las medidas radiométricas del TOMS, que no trata adecuadamente la presencia de aerosoles (partículas en suspensión en el aire) absorbentes en el rango ultravioleta en las capas bajas de la atmósfera.
La explicación de este efecto ayudará a intercomparar e interpretar sin ambigüedad los registros históricos y las tendencias de ozono obtenidas en estaciones a diferentes alturas y con características atmosféricas muy diferentes.