A pesar de que la tecnología genética es todavía una ciencia joven, hoy en día ya nos beneficiamos de sus múltiples éxitos. Al principio la tecnología genética se utilizaba sobre todo en la investigación médica básica. El incremento de conocimientos alcanzado, pronto hizo posible múltiples aplicaciones. Surgieron nuevos medicamentos, vacunas, diagnósticos y test fiables para sangre procedente de donantes. Hoy en día la tecnología genética se utiliza para la investigación de enfermedades incurables y para el desarrollo de nuevas terapias. Pero está ocupando un lugar indicativo de futuro no sólo en la medicina, sino también en la agricultura y en la protección del medio ambiente. Como empresa líder en el ámbito de las Ciencias para la Vida, Syngenta se compromete en favor de un uso beneficioso y responsable de la tecnología genética. Syngenta utiliza los procedimientos de técnica genética cuando con ello se puede conseguir, en comparación con los productos habituales, un claro valor añadido para pacientes, clientes y consumidores, así como para la sociedad en general. Ejemplos de este valor añadido son la lucha con éxito contra las enfermedades graves, el apoyo de los procedimientos ecológicos, la reducción de las pérdidas de cosechas en la agricultura y, unido a ello, el aseguramiento a largo plazo de la alimentación de la creciente población.
Los insectos son el grupo de seres vivos más abundante de la tierra, sus ataques son la principal causa de daños a los cultivos agrícolas. Se puede llegar a decir que el desarrollo de la agricultura ha dependido en gran medida de la capacidad del hombre de controlar sus daños. Sin embargo a pesar de los progresos en fitosanitarios, se continua perdiendo debido al ataque de insectos de un 20 a un 30% de la producción total de alimentos del mundo.
En Europa, donde de cada cinco personas adultas una padece sobrepeso, a menudo se olvida que hoy en día 800 millones de personas pasan hambre. Y la población mundial sigue creciendo, anualmente alrededor de 100 millones de personas. El 95% de ellos viven en el tercer mundo. Necesitan más alimentos, más energía y más materias primas. Pero la tierra cultivable se reduce un 1-2% anualmente.
En 30 años habrá aproximadamente 8.500 millones de personas en el mundo. Para que puedan alimentarse de forma suficiente, la producción de productos alimenticios tendrá que multiplicarse por dos o incluso por más.
La idea de obtener plantas resistentes a insectos siempre ha estado en la imaginación tanto de los científicos como de los principales afectados: los agricultores. Lo que no había dejado de ser una quimera, comenzó a verse como un objetivo alcanzable a comienzos de los años 80 con el desarrollo de la ingeniería genética y por fin se ha convertido en una realidad en 1996 con la aparición de COMPA CB, el primer maíz Bt autoprotegido contra el taladro desarrollado por Syngenta Seeds.
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