De esta forma es como se está produciendo a deforestación en los trópicos (y en otras zonas), con la consecuente pérdida de ecosistemas que encierran una elevada diversidad y del «motor refrigerante» de nuestro planeta.
Frente a este hecho proliferan, a veces de forma oportunista y engañosa, propuestas del mercado, como etiquetas que supuestamente garantizan la conservación de los bosques. Pero también existen organismos que velan por la existencia de un etiquetado riguroso, como el FSC (Consejo de Administración Forestal).
Así, la certificación es un proceso voluntario realizado por una tercera parte independiente, que da lugar a una declaración escrita o certificado que garantiza que la gestión forestal de la que procede el producto con el sello de certificación se realiza de acuerdo a unos criterios de buena gestión que contemplan aspectos económicos, ecológicos y sociales (Xandri Royo).
Todos sabemos que los bosques nos proporcionan muchos productos, algunos elaborados como el papel, la madera de nuestros muebles o algunas medicinas y otros naturales (aunque no siempre del todo) como el aire, el agua, etc. Por eso no podemos pensar sólo en conservar todos nuestros bosques como museos o sólo en explotarlos para el beneficio de nuestra generación.
Inevitablemente somos parte de la Naturaleza y necesitamos de ella, tanto para obtener bienes de consumo como para preservar nuestro planeta como un entorno habitable.
De todas formas sabéis que no es fácil llegar a un equilibrio, ni tan sencillo plantear este tema como una simple dialéctica conservación-explotación. Por eso, volveremos al tema, sobre todo si os interesa y queréis dar vuestra opinión.