Es en esta zona de Huelva donde se cultiva el castaño, como ocurre en otras partes de España, sobre todo del norte. Con el otoño, cuando empiezan a aparecer las setas también maduran muchos frutos del monte, entre ellos las castañas.
Durante los fines de semana la sierra comienza a recibir a cientos de turistas guiados por ese olor a chimenea de pueblo auténtico, a carne de «guarrino» a la brasa, a aire fresco y limpio, a tierra húmeda donde buscar setas y en fin, todos esos placeres que están prohibidos en las ciudades.
El turismo rural ha beneficiado a zonas de sierra como ésta: restaurantes, casas rurales, tiendecitas de artesanía y de productos típicos aparecen en cualquier esquina de los pueblecitos. Pero otra parte, la que os quería contar, se ve perjudicada. Son los castaños, o mejor dicho, los dueños de las fincas de castaños.
Debemos ser conscientes de que hay familias que dedican mucho tiempo, esfuerzo y dinero a este cultivo y cuya economía depende en gran medida de la producción de castañas de cada otoño. Si a las enfermedades y a la sequía que en los últimos años han diezmado la producción de este fruto, le sumamos los robos por parte de los turistas, poco les quedará a estas familias por recoger y vender.
Tengámoslo en cuenta. Sólo es cuestión de respeto y consideración hacia los demás y hacia lo demás. como en todo.