Esteban Alcalde1, Alicia García2 y Esther Sánchez2
1 Syngenta Seeds S.A
2 Escuela Superior de Agricultura de Barcelona
Con los alimentos funcionales ha llegado a nuestra cultura un nuevo concepto,seguro que no va a ser una moda pasajera y terminará modificando nuestros hábitos alimentarios pero que a pesar de la rapidez con que se ha difundido aún no está bien entendido.
Con este artículo pretendemos hacer una breve exposición de lo que son los alimentos funcionales y qué podemos esperar de ellos.
Los «Nuevos» Alimentos
Los consumidores tenemos en el mercado una variedad incesantemente mayor de «nuevos» (en el sentido de novedad, no en el sentido del reglamento de nuevos alimentos). Estos los podemos clasificar según lo que buscan en:
– Los productos dietéticos, que se adecuan a un régimen específico.
– Los alimentos funcionales, que estimulan una función específica del organismo. Han sido enriquecidos o mejorados para satisfacer más específicamente las necesidades nutricionales de los distintos colectivos sociales, afectando beneficiosamente a una o varias funciones relevantes del organismo, de manera que proporciona un mejor estado de salud y bienestar y/o reduce el riesgo de padecer una enfermedad. Distinguimos entre:
a) Probiótico, productos que contienen microorganismos vivos que al ser ingeridos en cantidades suficientes ejercen un efecto positivo en la salud más allá de los efectos nutricionales.
b) Prebiótico: productos que contienen uno o más ingredientes no digeribles, que benefician al consumidor por estimular selectivamente el crecimiento o la actividad de microrganismos específicos de la microflora intestinal.
c) Simbiótico: es una mezcla de prebiótico y probiótico.
– Los nutracéuticos o alicamentos, que tratan enfermedades.
¿Por qué surgieron los alimentos funcionales?
El envejecimiento progresivo de la población japonesa, junto con el incremento de los gastos sanitarios, en la década de los ochenta, hicieron que el gobierno japonés se planteara la necesidad de fomentar programas de desarrollo de productos alimentarios que pudieran ejercer un efecto positivo sobre la salud y reducir a largo plazo los costosos gastos del sistema sanitario, surgiendo así los alimentos funcionales.
Las características que debe cumplir un alimento funcional (basadas en la legislación de Japón) son:
– El alimento debe ejercer en efecto positivo sobre la salud o sobre una función fisiológica.
– Los beneficios nutricionales y saludables de los alimentos o de los ingredientes específicos deben fundamentarse en una sólida base científica.
– La cantidad apropiada de ingesta diaria del alimento del ingrediente debe ser establecida por expertos.
– El alimento, o el ingrediente, no debe resultar nocivo si se ingiere por encima de la ingesta recomendada.
– El ingrediente no debe reducir el valor nutritivo del alimento.
– El ingrediente debe estar caracterizado por:
a) Sus propiedades físicas y químicas, valoradas a través de métodos analíticos detallados.
b) Su presencia cualitativa y cuantitativa en el alimento.
– El alimento debe ser administrado como tal, de una manera convencional, nunca en forma de tabletas, cápsulas o polvos.
– El ingrediente debe ser un compuesto natural.
En Norteamérica, los alimentos funcionales surgieron de la necesidad de compensar la mala nutrición que conforma su dieta, rica en grasas saturadas y pobre en vitaminas y fibra.
La inserción de estos nuevos productos en el mercado se debe también a cambios demográficos como el envejecimiento progresivo de la población, que implica una preocupación mayor por los productos que aumentan el nivel de salud y la calidad de vida; las exigencias de los consumidores como el deseo que los alimentos le proporcionen placer, bienestar, beneficios saludables y ausencia de enfermedades, además de satisfacer las necesidades básicas y energéticas (Haastrecht,1994); y como consecuencia de los cambios sociales (reducción del tiempo de convivencia en la estructura familiar, más vida social y laboral), demandando productos seguros y equilibrados que desarrollen efectos favorables en la salud y la nutrición.
Sin embargo, se ha de tener en cuenta, y se ha de informar sobre ello, que los alimentos funcionales no curan enfermedades, aunque si que actúen como preventivos de algunas de ellas.
Y que los componentes de estos alimentos enriquecidos se hallan en los alimentos convencionales, por lo que una dieta variada, equilibrada y moderada aporta beneficios similares a los de los alimentos funcionales.
Marco legislativo
En Japón, los alimentos funcionales están regulados y catalogados como «alimentos para uso específico en salud» y han de cumplir una serie de características establecidas en la legislación.
En Europa los alimentos funcionales vienen regulados por:
– Reglamento 178/2002 por el que se establecen los principios y los requisitos generales de la legislación alimentaria, se crea la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y se fijan procedimientos relativos a la seguridad alimentaria.
– Directiva 2000/13/CE del Parlamento Europeo, relativa a la aproximación de las legislaciones de los Estados miembros en materia de etiquetado, presentación y publicidad de los productos alimenticios.
– Real Decreto 1334/1999 por el que se aprueba la Norma general de etiquetado, presentación y publicidad de los productos alimenticios.
– Real Decreto 930/1992 por el que se aprueba la Norma de etiquetado sobre propiedades nutritivas de los productos alimenticios.
– Real Decreto 1907/1996 que regula la publicidad y promoción comercial de productos, actividades o servicios con pretendida finalidad sanitaria.
– Reglamento 258/97/CE del Parlamento y del Consejo sobre nuevos alimentos y nuevos ingredientes alimentarios.
– Documento de Trabajo de la Dirección General de Salud y Protección del Consumidor sobre alegaciones nutricionales y funcionales.
– Libro Blanco sobre Seguridad Alimentaria de la Unión Europea.
El mercado
La gran cantidad de alimentos funcionales que encontramos en el mercado indica el auge que estos tienen dentro de la población. Las grandes campañas de publicidad ayudan a incrementar las ventas de una manera continua y eficaz. (Ver Gráfico)
Datos del beneficio anual que aportan estos alimentos:
– EEUU, 17 billones de dólares.
– Japón, 10 billones de dólares.
– Europa, 14 billones de dólares.
De acuerdo con el Nutrition Business Journal, se espera un crecimiento anual del 25%.
Para obtener las propiedades determinadas que caracterizan los alimentos funcionales, los ingredientes más utilizados son las vitaminas y los minerales, seguidos de los ácidos grasos poliinsaturados y monoinsaturados, flavonoides, fitosteroles y polifenoles, probióticos y prebióticos. (Ver Tabla)
Se ha comprobado que:
– Mediante la fibra soluble, se regulan las funciones intestinales, el nivel de glucosa y de colesterol en sangre.
– Los ácidos grasos omega 3 y los antioxidantes naturales disminuyen el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
– Los probióticos mejoran el estado inmunológico y el equilibrio de la flora intestinal.
– Las sustancias antioxidantes disminuyen el riesgo de padecer ciertos tumores.
Todas estas sustancias añadidas en los alimentos funcionales, se encuentran de forma natural en muchos alimentos (Ver Tabla).
Algunos de los alimentos funcionales que encontramos en el mercado son:
– Leche enriquecida en calcio y/o vitaminas A y D, con fibra soluble, con omega-3, con jalea real, con flúor.
– Yogures enriquecidos con calcio, vitaminas y minerales.
– Yogures, leches fermentadas y derivados de la leche (queso y margarinas) (probióticos), con Lactobacillus acidophilus bulgaricus en el yogur, Bifidobacterium, lactobacillus acidófilus y L. Casei inmunitas en las leches fermentadas; y los productos «bio» con bifidobacterias.
– Zumos enriquecidos con vitaminas, minerales y fibra.
– Huevos ricos en ácidos grasos omega-3.
– Galletas ricas en fibra, vitaminas y omega-3
– Cereales enriquecidos con vitaminas, hierro, fibra.
Todos estos productos han ido aumentando progresivamente en el mercado en los últimos años.
El papel de la biotecnología
El uso de la biotecnología en la producción de nuevos alimentos funcionales, implica una mejora añadida en la elaboración de estos productos, ya que, las técnicas de ingeniería genética permiten introducir determinados cambios ofreciendo una mejor calidad de producción, más eficiente y segura para la salud y el medio ambiente.
Por lo tanto la biotecnología es una herramienta para «la producción de alimentos seguros, sanos, equilibrados y variados». (5º Programa Marco de la UE 1998-2002)
Algunos ejemplos destacables que se están desarrollando, a nivel de laboratorio, o podrían desarrollarse en un futuro son: huevos con menos colesterol, leche con biodisponibilidad de calcio mejorada, café descafeinado naturalmente, maíz y soja con alto contenido en aminoácidos esenciales, cultivos con contenido modificado de ácidos grasos que permitan la producción de aceites más saludables…y también producirá alimentos nutracéuticos como: frutas y vegetales con vacunas, cereales cultivados para tratar una amplia gama de enfermedades…, reduciendo el costo de muchas medicinas demandadas.
Necesidad de más información
Los cambios en la alimentación no son simples, la llegada de un nuevo elemento como los alimentos funcionales que puede aportar tantas cosas positivas sin embargo no se está acompañando de un esfuerzo para «inculturarlos» inteligentemente en nuestra dieta.
Aunque los alimentos funcionales aporten beneficios a la salud, en estados carenciales, intolerancias a determinados alimentos, deficiencias crónicas, ayudando a prevenir algunas enfermedades y a equilibrar dietas deficitarias en determinados nutrientes sería conveniente conocer mejor cómo optimizar los beneficios que nos aportan junto con los alimentos «convencionales», ya que se ha demostrado que una correcta alimentación, variada y equilibrada, es la mayor arma en la prevención de enfermedades.
Bibliografía:
– Carvalho.1996. Polyunsaturated Fatty Acids and Functional Foods, World Ingredients.
– Casado, P., Ceballos, B., Conesa, O. y González, B. 1998. Los alimentos en el nuevo milenio. Publicaciones Técnicas Alimentarias, Madrid.
– Haastrecht, J.V. 1994. Challenges and trends in european food, Int. Food Ingredients.
– Parlamento y Consejo Europeo. 1998. 5º Programa Marco de la UE 1998-2002.
– Requejo, A.M. y Ortega, R.M. 2000. Nutriguía, A. Ed. Complutense, Madrid.
– Urrialde, R. 2002. Comunicación Alimentos funcionales, Recoletos Madrid 17 abril 2002.