La agricultura andaluza es un sector productivo que, desde principios de la década de los ochenta, ha venido siendo muy dinámica. El factor más importante de este dinamismo ha sido la introducción tecnológica. Baste poner de fundamento la cosechadora de algodón.
Sin embargo, cuando se habla de la agricultura andaluza urge distinguir las tres realidades existentes: la pequeña, la mediana y la gran explotación agrícola. Porque cuando estalla un cambio así no salpica de igual manera y con idéntica virulencia a toda la agricultura andaluza, sino a una parte: la gran explotación.
La agricultura andaluza de la gran explotación agrícola ha estado entregada a un tipo de agricultura especulativa, e.d.,precios altos a bajo coste, por lo que necesitaba innovar para rectar mano de obra. Dicha filosofía, pues, fue la consecuencia del cambio tecnológico. Por el contrario, la pequeña y mediana explotación agrícola — al depender de la comercialización de la gran explotación– ha estado ( y está) entregada a un tipo de agricultura clásica, de subsistencia, tradicional. El mayor ejemplo de esta dicotomía subyace en el sector del frutal de hueso.
Hoy, toda la agricultura andaluza, es decir: la pequeña, mediana y gran explotación, del sector del frutal de hueso está metido en un dilema: ¿ cómo vender más pronto y más caro ? Esta obsesión comercial ha sido satisfecha con propuestas técnicas, políticas, medioambientales, etc… Pero, al fin y al cabo, desde siempre dirigidas al corazón de la enfermedad: el modo productivo. Así, hemos llegado a vérnosla con dos modos de producir: la producción integrada y la producción ecológica.
Los partidarios de un modo y del otro hablan sin cesar a su favor; pero nadie — ni siquiera el organismo institucional de cada modo– aprieta la llave del mecanismo de arranque. ¿ Por qué ? Esta negligencia institucional ha provocado una nube de confusión en la agricultura, y ahora da la sensación de que el modo de producción integrada está contra el modo de producción ecológico, y viceversa.
Sin embargo, cada modo de producción tiene su cabida. La producción ecológica debe asumirla la pequeña y mediana empresa agrícola, pues impera más la mano de obra, y la producción integrada es más propia para la gran explotación agrícola, donde impera la idea industrial. Tras esta clarificación el sector del frutal de hueso ganaría en calidad y precios.
El problema radica en la necesidad de una agencia pública o privada que diligencie su organización y estructure el sector.