En el caso de que accedas al monte, bosque, campo o zona en naturaleza poco habitada debe saber cual es el equipo mínimo imprescindible con el que se puede hacer frente a cualquier imprevisto que surja en un simple viaje a terreno desconocido o poco habitual. En este mes de marzo visita España, con el encomiable objetivo de compartir sus experiencias con diferentes auditorios, uno de los accidentados de avión de la selección uruguaya de rugby en el año 1972 en los Andes a más de 1400 metros de altitud y entre los 30 y los 40 grados centígrados bajo cero. En cierta forma este acontecimiento pone de moda la supervivencia en condiciones adversas.
Dicen los 16 supervivientes que lograron llegar a serlo hasta su rescate haciendo “todo lo contrario a lo que indican los manuales de supervivencia”. Desde mi punto de vista no debe tomarse la frase como un consejo a quienes puedan quedar en una situación semejante. Lo cierto es que cada caso es particular y que las posibilidades de sobrevivir tras un accidente aéreo y golpear con el avión sobre las montañas son muy pequeñas. En este caso hubo suerte, dentro de la mala fortuna que concluyó con la caída a tierra del aparato.
A partir de ese momento las decisiones que fueron tomando los supervivientes tuvieron un final feliz. Lo que no quiere decir que sea mejor no estar preparado y seguir fielmente la intuición en caso de accidente o aislamiento, voluntario o involuntario, en el monte. En lo que sigue pasearemos sobre los conceptos básicos de orientación y señalización en lo que supone la primera aproximación al tema de revista D.
Tanto en la supervivencia deportiva, que existe como tal, como en la que constituye el verdadero recurso para conservar la vida, lo primero es el procurar que nunca se llegue al caso extremo en el que se ponga en peligro el ser. Sin embargo, en todos los casos, debe prepararse el participante con el equipo y la idea de que su vida va a correr peligro, de lo contrario, y ya sea como deporte o como entrenamiento, esta actividad pierde su esencia y principal sentido.
Al introducirse en la supervivencia en naturaleza aparecen cuatro conceptos primarios claves: la psicología, la orientación, la señalización y la reacción. En este primer acercamiento no trataremos de la psicología y la reacción ante el problema o entrenamiento, puesto que son los que llamamos conceptos primarios avanzados. Nos quedamos, por considerar que son los que pueden evitar el problema o solucionarlo con cierta celeridad caso de producirse, con los que denominamos primarios básicos: orientación y señalización.
Orientación
Es evidente, incluso para los no iniciados, que los instrumentos de orientación elementales son dos: el mapa y la brújula. A pesar de ello, es fácil observar como grupos de amigos o familias completas visitan lugares de alta montaña sin portar ninguno de ellos, ni mapa ni brújula. Uno de los primeros puede salvarnos la vida al recuperar el sentido de la orientación mediante su empleo y algún punto o elemento de referencia, no cuesta más de 3 euros y puede constituir, incluso, un buen recuerdo de las jornadas de campo. Por otro lado, existen brújulas de muchos tipos pero quien más y quien menos, sabe cual es su función: descubrir la dirección del norte magnético. El precio de una brújula básica no excede los 7-9 euros. Por tanto, podemos equiparnos con estos instrumentos de orientación que pueden sernos de mucha utilidad, no ocupan espacio apenas y suponen un gasto de 10 a 12 € para todo el grupo.
Si no se dispone de mapa y brújula hay que echar mano de alguien que sepa orientarse sin esta instrumentación. Si tenemos la suerte de que en el grupo nos acompaña alguien con esa característica puede que no paguemos la imprudencia de haber salido sin los objetos elementales de orientación. Sin ellos descubriremos que el que sabe orientarse se fija en las sombras, las agujas del reloj, o la posición relativa de determinadas estrellas de ciertas constelaciones.
Qué hacer en un caso o en otro es lo que tratamos en las siguientes líneas.
Si tenemos mapa y brújula nos será sencillo encontrar el norte y con ello nuestra situación de una manera muy aproximada, ya sea para indicarla a un equipo de rescate o para tomar una decisión sobre el avance del grupo o la persona a buscar la salida del problema. Quizá lo más destacable para quien no tiene la costumbre de uso es la aparición de “dos nortes”. Por un lado una brújula no es más que un imán por lo que la información que proporciona es una reacción magnética a la carga terrestre (nuestro planeta también lo es), su aguja señalará el que llamamos ‘norte magnético’.
Sin embargo, el verdadero es el ‘norte geográfico’, también llamado ‘norte Lambert’. Aunque en la mayoría de las ocasiones bastará con tomar como referencia el norte magnético que da la brújula, la diferencia entre ambos puede calcularse con la información que proporciona un mapa, que en su cuadro de información al margen destacará un ‘diagrama de declinación’, que muestra, un función de determinados parámetros, la diferencia angular entre ambos nortes, de forma que puede deducirse el verdadero de Lambert.
Los tipos de mapas disponibles más importantes son los siguientes: mapas planimétricos o de carreteras, cartas de náuticas, cartas de navegación aérea, y mapas topográficos. Los últimos son los que debe llevar el excursionista o profesional de la naturaleza, conozca o no el terreno. Por razones obvias las cartas de navegación, marinas o aéreas, no son de utilidad en tierra y los topográficos incluyen casi la totalidad de la información servida en un mapa de carreteras y añaden datos, referencias e información marginal muy útil sobre el terreno.
Sabido ya que el mapa es la representación a escala de la realidad a modo de dibujo aéreo ortogonal, centrémonos en su interpretación, para lo que es imprescindible la comprensión de la ‘información marginal’ que se acompaña con el documento. En ella se encuentran los símbolos gráficos que aparecen en el mapa con sus correspondencias alfanuméricas o lingüísticas, la escala y la escala gráfica, curvas de nivel, diagrama de declinación angular del norte verdadero, etcétera.
Los cambios de pendiente del terreno o las diferencias de nivel se aprecian al tomar nota de la posición relativa del punto del mapa que interese con las denominadas ‘curvas de nivel’ que son líneas continuas que unen todos los puntos que tienen la misma altitud en superficie. A menudo al seguir dicha línea imaginaria encontraremos una cifra que se corresponde con la altitud (metros para nosotros, pies en otros casos). Se denomina ‘intervalo de nivel’ a la diferencia numérica entre dos curvas de nivel consecutivas.
La declinación angular puede calcularse puesto que depende únicamente de los movimientos de rotación de la Tierra sobre su eje, de modo que se elabora el diagrama de declinación que permite traducir el dato de norte magnético obtenido por otro método.
La importancia de la escala es crucial y conocida por todos, así como su significado por lo que no profundizaremos en él. Baste un ejemplo: en un mapa topográfico de escala 1:25.000 cada unidad de medida tomada sobre el mapa equivale a 25.000 veces esa misma unidad sobre el terreno. Ahora bien, en la información marginal del mapa se expresa la escala de diferentes maneras.
La escala gráfica esta dividida en sectores que varían intensamente de color entre ellas. Situándose en esta escala gráfica puede observase que a partir del 0 y hacia la derecha las divisiones son mayores (empleadas para grandes distancias), mientras que desde el ya citado 0 a la izquierda se reserva la escala en menores divisiones más útiles para distancias menores. Esta última parte de la escala se denomina ‘escala extendida’, el resto ‘escala primaria’. Quiere decir esto que la escala gráfica se compone de extendida, a la izquierda, y primaria, a la derecha.
Las brújulas de mano son variadas en sus estilos: militar o de lente, modelo Slyva, de pulsera, simple de bolsillo, etcétera. Cualquiera puede servirnos si se toman ciertas precauciones de empleo. Se trata sólo de un imán, por lo tanto está sometido permanentemente a los campos magnéticos que la rodean. Para su correcto uso se debe comprobar que no está cercana a objetos de hierro o acero, sobremanera cuando pudieran ser de gran tamaño o muy próximos. Lo mismo ocurre si estamos cerca de grandes masas de rocas ricas en el mineral magnetita.
Una vez que tenemos en la mano una brújula y un mapa tenemos que orientarnos sobre el terreno. Para ello empleamos el método más sencillo, denominado ‘método de triangulación’ y que pudiera llamarse ‘del sentido común’ también. Se trata de tomar dos puntos de referencia lejanos, de modo que formen un triángulo entre el que interpreta y ese par de referencias. Uno de los puntos de referencia será el A, el otro el B. Se confirma la dirección de cada uno de ellos alineado con el observador. Por último, sabiendo que el norte de la brújula y el del mapa han de coincidir ya tenemos una orientación muy aceptable.
En el caso de no haber tenido la precaución de salir con el instrumental descrito deberá ceñirse a las señales procedentes de la naturaleza y su traducción relativa a los puntos cardinales terrestres. Así, siendo de día, se emplean un par de métodos basados en las proyecciones de las sombras de determinados objetos, o el del reloj. Una vez la luz del sol desaparece y sólo se cuenta con el reflejo de la misma en el satélite natural terrestre, son las estrellas las que nos marcarán la dirección buscada.
Cuando luce el sol el procedimiento más simple y utilizado es el ‘método de la punta de sombra’. Se clava una estaca o palo del lugar sobre una porción de terreno expuesta al sol y que se considere con inclinación del terreno igual a todos los lados de la estaca. En el mismo instante de la colocación se marca de alguna forma la punta de la sombra del palo. Se espera un instante, calcúlense unos 10 o 15 minutos mínimo, y se marca la segunda proyección de la punta, la sombra sobre el terreno. Sabido que el sol sale por el Este (ligeramente Sur) y que se dirige, al avanzar el día, al Oeste (ligeramente Norte), no habrá problema para deducir las cuatro direcciones hacia los puntos cardinales.
La unión del punto marcado en el terreno como primera sombra de la punta y de su análogo posterior en el tiempo será la dirección aproximada E-W (desde ligeramente Sur a ligeramente Norte). Por este mismo método puede saberse la hora aproximada. Piénselo el lector, lo trataremos en siguientes artículos de la revista D.
Existe un segundo método con base en las sombras y que es más preciso: ‘método de las sombras iguales’. Los expertos aseguran que puede aplicarse con éxito en cualquier punto del Globo con latitud mayor a 66º y en cualquier época del año. Sin embargo, requiere dos condiciones de aplicación a las que habrá que evaluar si conviene ajustarse por premuras de tiempo u otras condiciones de supervivencia. Y es que debe realizarse siempre en torno al mediodía, además el observador ha de vigilar la sombra de la estaca y fijarla en el momento preciso.
Se procede de la siguiente manera: se coloca una rama o estaca en las mismas condiciones que en el método de la punta de sombra; se traza sobre la tierra una semicircunferencia de radio la sombra de la rama y centro en la intersección de la misma con el terreno (puede utilizar un cordón de bota, otra rama, …); se observa que al acercarse al mediodía la sombra se hace más corta y, después de las 12, se alarga hasta cruzar el arco; una línea recta trazada o imaginada entre las dos marcas de punta de sombra es, de nuevo, la línea E-W.
Aún con sol se puede emplear el ‘método del reloj’. Es un método que puede presentar un error mayor al deseable y al que sirven los anteriormente descritos. Tiene una aplicación aceptable en las zonas templadas comprendidas entre los 23.5º y 66.5º de latitud en ambos hemisferios. No profundizamos más por lo considerar que sea demasiado útil en nuestra Península Ibérica.
Una vez que nos encontramos en la cara oscura de La Tierra recurriremos a las estrellas. Hay que distinguir entre el hemisferio boreal y el austral para la aplicación del método que desarrollaremos. Nos ajustamos al nuestro que es lo que nos interesa. El objetivo es descubrir la estrella Polar o estrella del Norte. Para ello se puede partir de la identificación de dos constelaciones conocidas: Casiopea o la Osa Mayor. Si identifica esta última busque las dos estrellas posteriores del cuadrilátero (son las llamadas ‘guardas’), unidas ellas se prolonga la línea recta hasta encontrar una estrella brillante a distancia 2,5 veces la distancia entre las dos guardas, se trata la Estrella Polar.
Debe tenerse en cuenta que la Osa Mayor gira en torno a la Estrella Polar, por lo que el método puede sufrir alguna variación. Si prefiere guiarse por Casiopea o la encuentra antes, la posición relativa de la Polar en ese caso es en línea recta a partir de la estrella central de Casiopea y aproximadamente a la misma distancia que de la Osa Mayor. Casiopea aparecerá, como una W con una estrella en cada variación de pendiente en el trazado de la letra imaginaria, al lado opuesto de la Estrella Polar que la Osa Mayor. Recuérdese que ambos grupos de estrellas giran en torno a la Polar.
Febrero, 2006