Asaja CR: ‘Artículo de opinión sobre la crisis del vino’

A pesar de que la actual situación comercial del vino en España puede ser calificada en términos generales como buena o incluso, para algunos, muy buena ya que, gracias a las dos cosechas fallidas consecutivas de Francia e Italia, el conjunto de transacciones hacen que en estos momentos podamos hablar de unas casi nulas existencias de vino blanco y algo mayores en tintos, “aunque sin llegar a ser preocupantes”, lo cierto es que estamos sumidos en una crisis vitivinícola que se irá agudizando progresivamente, y de forma manifiesta a partir de la próxima vendimia, cuando las producciones de Francia e Italia vuelvan a la normalidad.

El bajo nivel de producción durante dos años seguidos de Francia e Italia hace que en España no estemos acusando la realidad de la crisis en la que ya Francia lleva sumida desde el año pasado. Las exportaciones de vino de Francia descendieron casi un 10% en 2003, mientras que las ventas internas descendieron casi un 5%. El consumo ha bajado también en Francia alarmantemente, de casi 100 litros por habitante en los años sesenta, actualmente la media apenas alcanza 58 litros. En 2004 sólo el 37% de los franceses se consideran consumidores regulares de vino, mientras que esta cifra era del 61% hace 20 años. En Francia, como en España y el resto de los países productores europeos, el consumo de vino ha descendido a nivel familiar, pero también está descendiendo el consumo de vino en los restaurantes, entre un 15 y un 20% en el último año.

Las exportaciones francesas también van a la baja ya que los llamados países emergentes (Australia, California, Chile, Nueva Zelanda…) están ganando los mercados europeos, gracias a una política de precios contenida y a una gran inversión en publicidad. En Francia los vinos extranjeros ya se han hecho con el 3% del mercado nacional, pero en el conjunto de la Unión Europea el 20% del vino embotellado procede de estos países.

En España la evolución es aún peor: en los últimos treinta años se ha descendido un 30 por ciento la superficie vitícola, pero se ha aumentado un 40 por ciento la producción, y llevamos camino de aumentarla hasta un 50%, mientras que el consumo ha caído más del 50 por ciento. Hemos pasado de un consumo de 70 litros por habitante en los años 70 a 29 litros por habitante en 2003.

Y lo peor de todo es que esta tendencia sigue incrementándose, parece que no hay forma de recuperar el consumo. Hace unos años se achacaba a que la producción no era acorde a la demanda del mercado, y se aprovechó la nueva OCM del Vino para reconvertir el viñedo, cambiar la estructura vitícola de nuestro país, sustituir viñas de blanco por otras variedades tintas de más calidad, mas acordes con los gustos y la demanda del consumidor; se aprovechó la reestructuración para introducir sistemas de viñas en espalderas con el fin de mejorar la calidad y aumentar la competitividad y rentabilidad, pero los precios de las uvas apenas cubren los gastos de producción, el consumo desciende y el ansiado valor añadido no acaba de llegar a los productores.

Todo parece estar en contra del consumo de vino, los accidentes de tráfico ha llevado a intensificar los controles, las nuevas leyes dificultan la publicidad de las bebidas alcohólicas, la realidad de que el consumo moderado de vino es beneficioso para la salud no consigue contrarrestar tanta carga negativa como tiene que soportar este producto.

Y la profunda crisis la tenemos encima de nuestras cabezas y si no hacemos algo antes de que nos caiga encima el efecto puede ser catastrófico para el sector vitícola español, y de aún peores consecuencias para el sector vitícola de Castilla-La Mancha.

Sin embargo aún estamos a tiempo de tomar medidas. Lo cierto es que el sistema que tenemos no funciona ni ha funcionado correctamente nunca. Y decimos que no ha funcionado correctamente nunca porque un sistema en el que sólo se enriquece una parte del sector no es un buen sistema; un sistema que pervive a costa del esfuerzo y sacrificio de los productores, no es un buen sistema; un sistema en el que se invierten millones de euros de procedencia pública y que es incapaz de garantizar las rentas de los productores, no es un buen sistema; un sistema que fomenta la productividad y paralelamente tiene que dedicar ingentes sumas monetarias a eliminar los excedentes, no es un buen sistema.

Y no creemos que haya que dedicar mas dinero a mejorar el sistema, con los fondos que actualmente se destinan al sector vitivinícola, es suficiente para optimizar la situación. Solamente es necesario que se tomen decisiones con sentido común.

Hay que preservar la viticultura por razones sociales y mediaoambientales, hay que garantizar la renta de los viticultores, hay que ir a la vendimia en verde antes que dedicar dinero a la eliminación de excedentes, hay que fomentar la comercialización y la creación de estructuras comerciales sólidas sobre todo en el mundo cooperativo para que el valor añadido de los productos revierta al productor, hay que fomentar la elaboración, transformación y utilización de mostos, hay que asegurar la trazabilidad de los productos, la seguridad alimentaria y la calidad del producto final, hay que reforzar el papel de las agrupaciones de productores y repartir mas socialmente esa enorme masa monetaria que hoy por hoy solo sirve para enriquecer a unos pocos sin crear auténtica riqueza social.

En resumidas cuentas, hay que tomar decisiones para que el sector vitivinícola, tan importante y necesario en una región como Castilla-La Mancha, no sólo no entre en una crisis catastrófica, sino para que salga fortalecido y haga posible el que esta región se convierta, como es su destino, en el auténtico país emergente de la viticultura mundial.



Asaja CR

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