Nota de COAG Murcia
En este sentido, COAG apunta como necesario definir al sector vitivinícola como estratégico dentro de la economía general, y fundamental para el verdadero desarrollo rural. En definitiva, convertirlo en asunto de Estado.
Comunicación de COAG Murcia
1. “Necesitamos a la sociedad como aliada”
Es fundamental obtener el reconocimiento político y social de la labor que desempeña la vitivinicultura (más allá del aspecto puramente económico). Hablamos de la multifuncionalidad: la viticultura europea contribuye a garantizar la seguridad alimenticia de la ciudadanía y la trazabilidad de los alimentos, así como a la conservación y gestión del espacio natural. Además genera puestos de trabajo, fomenta el desarrollo rural, sirve de ‘imput’ a otras industrias transformadoras situadas y arraigadas en las regiones de producción y de estímulo para el desarrollo de técnicas de cultivo y la aplicación de nuevas tecnologías para mejorar la calidad del viñedo y del producto. Tenemos el deber de comunicar a la sociedad en su conjunto la contribución de la vitivinicultura a la conservación de la biodiversidad garantizando la supervivencia de nuestras variedades autóctonas; a la protección del medio ambiente, evitando la desertización y la erosión del suelo; a la preservación de nuestro valioso patrimonio cultural y natural; y a la defensa de nuestra riqueza paisajística”.
2. “Necesitamos una política concreta”
Ante la inminente reforma de la OCM del vino, es necesaria una toma de posición estatal que coordine y defienda (aquí y en Bruselas) los importantes intereses ecológicos, medioambientales y económicos de la viticultura española. Por ello, demandamos ser líderes en la inminente modificación de la Política Vitivinícola europea, ser capaces de llegar a acuerdos con otros países y tener propuestas concretas:
– Necesidad de mantener la especificidad del vino, saliéndonos de la filosofía general que mantiene la Política Agraria Común.
– Política encaminada a las personas, a los viticultores. La competitividad de las empresas es el instrumento, pero no debe ser el objetivo de la Política Vitivinícola europea.
– Puesta en marcha de un nuevo modelo vitivinícola europeo, basado en:
a. La demanda y el consumidor deben ser los referentes.
b. Garantizar un abastecimiento de mercados dignos, modificando las políticas en este sentido, pero sin que se vea favorecido el aumento de producción.
c. Potenciar la contención de la producción en lugar de la eliminación de excedentes.
d. La política vertical como nuevo modelo de gestión, bajo los principios de corresponsabilidad, verticalidad y condicionalidad, para dotar al sector de herramientas de trabajo útiles y profesionales.
3. “Es imprescindible que se actúe a nivel estatal”.
En este sentido, demandamos las siguientes medidas a la Administración:
– Medidas a las que ya está obligada la Administración estatal, y que no está gestionando correctamente. Estamos hablando del control de plantaciones, de la transparencia de los mercados (con estadísticas claras de producción, contratación, almacenamiento, contratos…), trazabilidad.
– Definir el sector vitivinícola como estratégico de la economía general, y fundamental para el verdadero desarrollo rural. En definitiva, convertirlo en asunto de Estado.
– Puesta en marcha de una campaña de promoción, información y educación del vino como alimento saludable, para contrarrestar el asalto mediático que publicita el consumo de bebidas químicas sin relación con el territorio, el empleo o la economía de las zonas rurales.
– El MAPA debe coordinar los Planes Regionales y garantizar una aplicación homogénea de la legislación de carácter básico. Actualmente, el Ministerio va por detrás, legislativamente hablando, de las Comunidades Autónomas y de los Consejos Reguladores.
– La Administración puede y debe interceder en las relaciones entre el sector y la distribución, para lo que se necesita una ley de comercio adecuada.
– Apoyo decidido al comercio exterior, dado que producimos mucho más de lo que consumimos.
COAG