Las autoras destacan que “el vino es la segunda fuente de ingesta de OTA, tras los cereales. Se trata de una sustancia clasificada como posible cancerígeno, y cuya capacidad de dañar el riñón, el hígado, el sistema inmunitario y el feto ha sido demostrada en animales”. Por esta razón, la Unión Europea ha fijado un límite máximo para esta micotoxina en vino de 2 µg/L.
Asimismo, “también se han observado otras ocratoxinas en el vino como la C o la B, y es posible la presencia de la metil-OTA (MeOTA), ya que está sintetizada por los mismos hongos”, explican.
Este método de análisis, desarrollado por las investigadoras Rebeca Remiro y María Ibáñez-Vea y dirigido por Elena Lizarraga y Elena González-Peñas presenta dos novedades: por un lado, permite determinar estos cuatro compuestos simultáneamente -ya que hasta ahora los métodos sólo medían la presencia de OTA-; y por otro, consigue un límite de detección muy por debajo del permitido por la legislación europea para la OTA y el más bajo conseguido hasta ahora en la literatura científica, “por lo que constituye una buena herramienta para el control de estas sustancias en el vino”, afirman.
Aunque el estudio se encuentra en una fase inicial, los datos de los primeros análisis demuestran que la presencia de estas sustancias en los vinos de denominación de origen Navarra es inferior al límite legislado para la OTA.
SINC
Haber quien sabe un alimento,solamente uno, que todo lo que lo componga sea solamente beneficioso para el organismo.