«Es hora de pactar una reforma que suponga un cambio real. Es hora de alcanzar un acuerdo, porque las importaciones y la producción de vino de la Unión Europea han ido aumentando año tras año mientras se reducía el consumo interno. Y es hora de llegar a un acuerdo, porque podemos gastar el presupuesto del sector del vino con mucha más eficacia, en recursos que refuercen el sector y tengan más sentido para los ciudadanos. En el Consejo de la semana que viene podemos llegar a un acuerdo, pero debe ser el acuerdo adecuado», señaló.
A continuación, la Comisaria Fischer Boel añadió: «Vivimos en un mundo real y he dado muestra de una considerable flexibilidad en muchas de mis propuestas originales. Pero no permitiré que las propuestas se agüen hasta el punto de perder todo gusto y valor.
El compromiso al que lleguemos debe aportar una reforma digna de ese nombre, debe darnos una oportunidad real para lograr los objetivos que nos hemos propuesto.
Podemos reforzar la competitividad de nuestro sector vinícola. Podemos lograr un mejor equilibrio entre la oferta y la demanda. Podemos introducir grandes mejoras en las normas sobre etiquetado. Y podemos hacer todo esto de modo que la producción de vino siga siendo una de las joyas de la corona de la agricultura europea.
Éste no es momento para poner excusas y no actuar mientras las nuevas oportunidades se nos escurren entre los dedos, Es el momento de colocar nuestro sector del vino firmemente en la vía hacia nuevos éxitos. Sé que puedo contar con los ministros, que son los primeros interesados en hacer lo mejor para el sector. El coste de la inacción es demasiado alto para aceptarlo.
Hay tres grandes temas respecto a los que la Comisión, la Presidencia y la mayor parte de los Estados miembros deben alcanzar un acuerdo la semana próxima. El primero es el asunto de las dotaciones financieras nacionales. El contenido exacto de las medidas que deben permitirse será siempre objeto de debate, pero necesitamos separar claramente los instrumentos del primer pilar dentro de las dotaciones nacionales y los instrumentos del segundo pilar dentro del desarrollo rural.
Asimismo, no podemos reabrir un debate general sobre la cuantía de las dotaciones de cada Estado miembro.
El segundo gran asunto es la chaptalización. El desacuerdo a este respecto es enorme, y soy consciente de ello.
Sin embargo, la situación actual encierra un verdadero problema que hay que resolver. La ayuda a la adición de mosto no puede mantenerse al mismo nivel y del mismo modo, porque se trata de una ayuda desfasada, ineficaz, costosa y distorsionadora del mercado. Pero lógicamente comprendo la importancia de mantener un equilibrio entre la adición de azúcar y la ayuda al mosto, con objeto de llegar a una solución de compromiso que apoyen tanto los productores del sur como los del norte.
Encontraremos una forma de resolver esto. Soy consciente de las muchas voces que reclaman el mantenimiento de la adición de azúcar, pero no soy partidaria de aceptar la situación actual, por lo que la solución a que lleguemos deberá suponer condiciones nuevas.
El tercer gran asunto es la eliminación del régimen de derechos de plantación.
He oído distintos argumentos sobre cuándo debe abolirse este sistema. En todo caso, lo que está claro es que no podemos permitirnos ocultarlo bajo la alfombra. El sector del vino necesita más libertad para responder a la demanda lo antes posible.
He escuchado los comentarios del sector pero una cosa es evidente: es imprescindible fijar una fecha límite para el régimen de derechos de plantación.»
Comisión Europea