El desembarco de las nuevas tecnologías en cualquier empresa debe hacerse siempre de acuerdo a unos planteamientos que den respuesta a unos objetivos en la utilización de las mismas y a conseguir su máxima optimización. Las empresas hortofrutícolas tradicionalmente, y conforme han ido apareciendo nuevas herramientas tecnológicas, han informatizado sus procesos administrativos (contabilidad, facturación, nóminas…), muchas también han informatizado algunos procesos productivos (expediciones, liquidaciones, costes de confección, stock en almacén…) pero muy pocas han informatizado lo que es su principal proceso de negocio: la producción en campo.
Al analizar esta situación, resulta curioso que lo que en realidad no es una ventaja competitiva esté bien informatizado. Nos referimos a que la empresa no va a ganar más dinero por tener una mejor contabilidad; por el contrario, las áreas donde la empresa se juega su supervivencia (costes de campo, rendimientos por Ha, calidad, defectos, disponibilidad de producto…) se gestionan de forma bastante “artesanal”, podríamos decir, a base de llamadas de móvil y papeles y documentos con información sobre aspectos tales como tratamientos, partes de trabajo,… que en algunas ocasiones acaban perdidos en la guantera del coche del técnico o el encargado de la finca.
Desde nuestra experiencia como desarrolladores e implantadores de sistemas informáticos comprobamos cómo siempre suele existir un pretexto en el sector agrícola para justificar que los costes son más altos, los rendimientos más bajos, la calidad por debajo de la esperada,… estamos de acuerdo, el campo es impredecible.
Sin embargo, utilizando las herramientas informáticas adecuadas es posible gestionar de forma profesional (y no hay que olvidar que al fin y al cabo estamos hablando de empresas, muchas con un tamaño muy importante) todos los procesos de campo.
De hecho, muchas empresas utilizan sistemas Excel para realizar las previsiones de plantación y producción, emitir órdenes,… pero el problema es que cada operario utiliza su sistema, no es el sistema de la empresa, con lo que el conocimiento y la “cuota de poder” quedan en el ámbito personal, no en el ámbito del departamento de producción de la empresa. De esta forma no es casualidad que en una reunión de 25 personas acaben existiendo 26 respuestas distintas a la misma pregunta.
Otro de los mitos, convertido casi siempre en excusa, es el de la falta de cualificación del personal de campo para utilizar las nuevas tecnologías. Algo que no es así, pues se ha demostrado que tanto personas de más de 60 años que no habían utilizado en su vida un PC o inmigrantes con escasísimos (e incluso nulos) conocimientos de español son capaces de utilizarlo, disminuyendo con ello drásticamente los errores con respecto a cuando lo hacían en papel.
Por todo lo expuesto me gustaría concluir afirmando que innovar no es crear una nueva tecnología, es hacer que esa tecnología se utilice en ámbitos donde nunca se había utilizado.
José Espinosa
Director General de Versas Consultores
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