El suelo agrícola es la base de nuestra agricultura, uno de los elementos sin el cual la producción de alimentos no es posible, y sin embargo su salud y su cuidado son una asignatura pendiente en España.
«Con poca materia orgánica y un alto grado de erosión, urge un cambio radical para proteger nuestro suelo agrícola”.
Esta es una de las conclusiones del proyecto Mosoex, desarrollado por un grupo operativo formado por UPA, la Asociación Española Agricultura de Conservación. Suelos Vivos, la empresa Solid Forest y la Universidad Politécnica de Madrid, además del INTIA y el CSIC.
El proyecto Mosoex ha demostrado que el suelo es un ecosistema “complejo, vivo y con muchas interacciones”, que sufre con cualquier tipo de alteración mecánica.
Décadas de mecanización “muy agresiva” han empobrecido los suelos, con reducciones de materia orgánica, daños estructurales y mayor riesgo de erosión.
Mosoex insta a reformular la gestión de los suelos agrícolas, reduciendo al máximo la labor mecánica, y, si cabe, implantando la siembra directa. De ese modo se beneficiarán el medio ambiente y la propia explotación agrícola. También es urgente aumentar el contenido de materia orgánica de los suelos para mejorar su función y mitigar el cambio climático.
Las mejores estrategias para lograrlo:
- reducir el laboreo,
- mantener el suelo cubierto,
- retornar los restos de cosecha,
- mantener la superficie protegida,
- diversificar las rotaciones, y
- aportar materia orgánica exógena.
Nuestros suelos, en peligro
Más del 75% de la superficie agraria de España está en peligro por la erosión y la degradación de los suelos. Mosoex insta a un cambio importante en la gestión de los suelos para abordar este grave problema.
“Es necesario un esfuerzo adicional en formación, y el proceso debe ser gradual, con efectos a medio y largo plazo”.
Otra de las conclusiones del Grupo Operativo Mosoex es que la reducción del laboreo no debe suponer un problema en el control de las malas hierbas. Para ello, la integración de nuevos cultivos en la rotación, como las leguminosas y las oleaginosas, así como el mantenimiento de una cobertura vegetal en el suelo, suponen una adecuada estrategia de control que permite además con el tiempo, la optimización del uso de los productos fitosanitarios.
El abonado también es una parte fundamental para un correcto desarrollo de las plantas.
“Cada cultivo tiene unas necesidades, condicionadas también por el volumen de la cosecha. Es necesario ajustar el balance de nutrientes en cada parcela”.
La interacción entre la agricultura y la ganadería también es una práctica “muy recomendable”, así como el aporte de abonos orgánicos, en los que siempre hay que verificar su calidad y un buen manejo de los mismos. Las conclusiones de Mosoex demuestran que el suelo debe estar desnudo “el menor tiempo posible”, reduciendo los barbechos o utilizando cultivos cubierta.
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